El Partido Revolucionario Institucional (PRI) en México y el presidente mexicano Enrique Peña Nieto fueron objeto desde antes de que empezara el sexenio de una campaña contagiosa para sacarlos del gobierno. Lo que no parece haber imaginado el PRI es que también sus "amigos" estadounidenses llevan rato jugando a varias bandas (todas las posibles), con tal de que México no vuelva al nacionalismo y siga siendo una especie particular de ELA (Estado Libre Asociado). Desde finales de los años '80 y principios de los '90, mientras el seductor de la patria se apoderaba del PRI, el Comité de Santa Fe estadounidense, un grupo de expertos al servicio de la Central de Inteligencia Americana (CIA), recomendaba textualmente: "los Estados Unidos necesitan encontrar formas y medios para estimular a México a fin de que acepte una oposición legítima. Las reformas internas del PRI no serán suficientes para detener el crecimiento de partidos de oposición". El núcleo putschista del seductor de la patria - que fue tomando el poder desde antes de 1988- siguió las instrucciones al grado de que el PRI, en alianza con Estados Unidos, saboteó en varias ocasiones a candidatos propios a la presidencia y remplazó la política que sabía hacer por medidas tecnocráticas que le fueron dictadas desde el exterior.
En entrevista en febrero con el periódico mexicano La Jornada, quien fuera candidato del PRI en el año 2000, Francisco Labastida Ochoa, adujo que las elecciones de ese entonces no se las ganó Vicente Fox (opositor de Acción Nacional), sino que "se las ganó Zedillo" (el presidente saliente "priísta"Ernesto Zedillo), siendo, agreguemos, que el mismo Zedillo ya tenía antecedentes de haber hecho sabotaje o incluso algo más en la campaña de 1994. "No era un asunto personal, dijo Labastida, no es que fuera mi enemigo, sino del partido". La tecnocracia y la alta finanza terminaron por imponerse dentro del PRI y al PRI, como ocurre ahora con el supuesto "candidato ciudadano" José Antonio Meade.
Según Labastida, el PRI tiene ahora en contra, además del desprestigio, la desorganización interna. "El partido tiene que cambiar, sostiene Labastida, no es problema de una gente, (pero) si hay cuatro grupos que no se coordinan ni se entienden entre ellos, si no usamos los medios electrónicos, si 80 por ciento de los mensajes electrónicos los saca Morena..." (Movimiento de Regeneración Nacional). Lo que ha quedado del PRI es un mal remedo de la derecha, y suele consistir en la más refinada mala fe contra la oposición de izquierda, algo que no siempre fue así, al menos no cuando dentro del mismo PRI había corrientes de izquierda. El priísta sonorense Manlio Fabio Beltrones dijo, en algún momento antes de la actual campaña presidencial, que el PRI debía girar a la izquierda, pero no encontró el menor eco, y si algún programa de gobierno es realmente pobre en ideas, es el de Meade.
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