Se ha vuelto un lugar común en la intelectualidad, tanto dizque "liberal" como ultraizquierdista, tachar al presidente estadounidense Donald J. Trump de "fascista" o "nazi", algo que alguna vez se hizo por igual con George W. Bush, otro mandatario de Estados Unidos. Al menos entre los ultraizquierdistas, este tipo de actitud parece traducir un profundo aburrimiento en una vida cotidiana que debe ser llenada con un "heroísmo" -nostalgia y recuperación de otros tiempos- que no pasa en realidad ni por esa vida, vacía de solidaridades, ni por ningún otro lugar, porque la izquierda no ha sabido qué hacer de su heroísmo en tiempos de paz. Y así se coincide con la refinada mala fe de los dizque "liberales", que sienten amenazados sus privilegios por el outsider.
Así que qué mejor que caer en las trampas de la telecracia. El ensayista ecuatoriano Fernando Tinajero Villamar, en un artículo intitulado "Los niños de Trump", se conmueve hasta caer no en las lágrimas, sino en la desmesura total: "y estamos viendo en los noticieros, escribe, ahora sí con terror e indignación, miles de niños encerrados en verdaderos campos de concentración, literalmente arrancados de los brazos de sus padres, cuyo único delito ha sido llegar a los Estados Unidos en busca de la imaginaria libertad que allí se ofrece a todos: han huido del hambre o de la violencia, y por eso son castigados con el peor de los castigos, aún antes de ser juzgados". Bien, qué horror. Pero Tinajero Villamar remata: "el señor Donald Trump se ha ganado un puesto indiscutible junto a quienes hicieron de la Alemania nazi un lugar de terror y de miseria moral". Bien, hemos pasado a confundir la realidad con la película "El niño con el piyama de rayas" o a escribir simplemente para hacernos un monumento al "heroísmo" -frente a nuestros lectores cómplices y amigos- que tanto escasea en tiempos de paz.
En el portal "Con Nuestra América", igualmente conmovido hasta la desmesura más osada, el sociólogo Carlos Figueroa Ibarra (la clase de persona que pone en su curriculum vitae con quién hace vida conyugal) se anota lo siguiente: "el trato a los niños migrantes que hemos presenciado en esa bodega habilitada como centro de detención en McAllen, se parece mucho a las escenas que hemos visto de los campos de concentración nazis durante el holocausto de judíos y otras minorías durante la segunda guerra mundial. Ciertamente, la migración estadounidense no tiene hornos crematorios ni cámaras de gas, pero es posible ver en las abominables escenas que he mencionado el potencial genocida que hay en esos actos ordenados por Trump". ¿Qué tanto potencial? Porque Trump dió marcha atrás a la medida de separar a padres e infantes migrantes.
Mientras tanto, la revista Time, con la que coinciden objetivamente estos indignados, se burla de ellos: saca en su portada a una niña hondureña dizque llorando por haber sido separada de sus padres, y delante de un Trump gigantesco y monstruoso. No pasará mucho tiempo antes de que se sepa que la foto es un montaje, ya que la niña nunca fue separada de su madre (en este caso). El uso de la fotografía fue una explotación vergonzosa (de Demócratas y medios de comunicación) de la hondureñita contra Trump. Es que aquí se ganan las cosas manipulando y extorsionando: como cuando te haces pasar por gran luchador antifascista o antinazi desde la comodidad de tu hogar, y en exclusiva para los amigos, aunque no tengas enfrente a ningún fascista o nazi, al menos no hasta ahora. Debe ser un modo de escribir tipo selfie ("yo junto a mi mismo luchando contra el mal"). Y es igual de manipulador y extorsionador. Admírame y quémame incienso, lector.
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lunes, 2 de julio de 2018
FANÁTICAMENTE MODERADOS
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