Quien fuera presidente ruso en los años '90, Boris Yeltsin, tiene un Centro que le rinde homenaje en la ciudad de Ekaterimburgo. Ese Centro ha sido honrado por el actual mandatario ruso, Vladimir Putin, y por el primer ministro, Dmitri Medvedev, sobre todo. Para más de un ruso, Yeltsin es quien "trajo la libertad" y la verdad es que fue festinado en su momento.
Quien fuera vicepresidente ruso, Alexander Rutskoi (1991-1993), acaba de aportar algunas precisiones sobre Yeltsin en entrevista al periódico Moskovsky Komsomolets. Resulta que durante el golpe de Estado de 1991, el entonces líder soviético Mijaíl Gorbachov no estuvo tan aislado en Crimea como lo cuenta: las comunicaciones secretas con él no se interrumpieron y el mismo Gorbachov maniobró para asegurarse de que no se cumpliera el Tratado de la Unión, por el cual se habían manifestado los habitantes de la Unión Soviética para mantenerla unida. Al mismo tiempo, cuando se rumoreaba que el ejército atacaría la llamada "Casa Blanca" de Moscú, sede del gobierno parlamentario ruso, Boris Yeltsin, quien a duras penas salía de la borrachera, decidió buscar refugio en la embajada de Estados Unidos, algo de lo que tuvo que ser disuadido. Rutskoi le preguntó en ese momento a Yeltsin si tenía alguna conciencia de lo que estaba haciendo.
Consumado el verdadero golpe entre Ucrania, Bielorrusia y Rusia para destruir la Unión Soviética, en el bosque bielorruso de Belovezha en 1991, Yeltsin le informó del acto primero que nadie al presidente estadounidense George H.W. Bush, quien se enteró antes que los soviéticos. El mismo Bush lo reconoció en sus Memorias y admitió haber quedado sorprendido. Fue al grado de que el estadounidense no atinó a contestar otra cosa que "entiendo" cuando, además de anunciarle la disolución de la Unión Soviética, Yeltsin le enumeró las "atenciones" que se tendrían para las provisiones que se quisieran tomar en Washington.
A partir de entonces, Yeltsin gobernó en "línea directa" con Estados Unidos, con un staff de 30 asesores de la Central de Inteligencia Americana (CIA), y la disolución a cañonazos del Parlamento ruso en 1993 fue decidida por Washington y los europeos, siempre según el ex vicepresidente ruso. Aunque no lo haya declarado Rutskoi, en las elecciones de 1996 Yeltsin estuvo cerca de perder frente a los comunistas, pero fue salvado por estrategas políticos estadounidenses que intervinieron directamente en el asunto: "los yanquis al rescate. La historia secreta de cómo asesores estadounidenses ayudaron a Yeltsin a ganar", fue la portada de la revista Time para celebrarlo. Curiosamente, es algo que los actuales jerarcas rusos, con Putin a la cabeza, acusados de intervenir en las elecciones estadounidenses, no se atreven a recordarle a los medios de comunicación masiva occidentales, aunque señalen que Washington acostumbra meter las manos por doquier. En Rusia, por ejemplo.
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