Después de las elecciones legislativas de este 6 de noviembre, en las cuales Estados Unidos permaneció como un país muy dividido, se supo que el estado de Colorado tendrá al primer gobernador homosexual de la historia estadounidense, Jared Polis, por cierto que empresario millonario. ¿Qué quiere decir esta noticia? En rigor, nada. Ernst Rohm, cofundador y comandante de las SA (Sturmabteilung), tropas de asalto del partido nacional socialista alemán, ayudó a encumbrar a Adolf Hitler mientras toda Alemania sabía que aquél era el homosexual más homosexual entre los nazis. Polis, desde luego, no es Rohm, pero ser gay no es garantía de democracia ni de progreso. Por cierto que en Colorado la marihuana es legal, pero el consumo ha caído en picada. Lo único que falta, dicho sea en broma, es el primer gobernador marihuano de la historia estadounidense.
Dos "nativas americanas" (indígenas) entraron al Congreso. Puede que esté bien, pero lo primero que se le ocurrió declarar a una de ellas, Deb Haaland, por Nuevo México, es que Estados Unidos "es un país grandioso por su diversidad". La otra, Sharice Davids, es además lesbiana. La entrada de "nativas americanas" en la política estadounidense ya ha sido motivo de algunos pequeños escándalos, como el de Elizabeth Warren, quien se declaró tranquilamente descendiente de cherokees, algo no muy claro, lo que le valió el apodo de "Pocahontas" por parte del mandatario Donald Trump.
Se celebró la entrada al Congreso de más de cien mujeres. ¿Garantía de algo? De nada. La actual primer ministro británica, Theresa May, es mujer y no repara en declarar, como llegó a hacerlo, que lanzaría un "ataque nuclear intimidatorio". ¿Quieres intimidar a alguien o a Rusia, por ejemplo? Bueno, le tiras un misil nuclear. Y lo dice una mujer. Después de todo, Margaret Thatcher también era mujer. Y luego de recibir el misil, le dices #LadyMisil.
Al Congreso estadounidense llegaron dos musulmanas, Ilhan Omar y Rashida Tlaib. ¿Y qué? Hay de todo entre los musulmanes, adentro como afuera de Estados Unidos. Al menos no son del Estado Islámico. ¿Alguien recuerda al fanático líder estadounidense Louis Farrakhan, de Nación del Islam? Insultó a medio mundo y en especial a judíos y católicos antes de hacer buenas migas con el presidente Demócrata William Clinton.
Y claro, están los jóvenes, como Alexandria Ocasio-Cortez. ¿Ser joven es garantía de algo? Puede serlo de inexperiencia, por ejemplo. Pero parece que lo que le importa al partido Demócrata estadounidense es convertir a la superpotencia en un Woodstock o algo similar muy hippie y sesentaiochero, con amor y paz para todos y todas. Primero se excluye, luego se ofrece inclusión, y gente como Deb Haaland se traga el anzuelo. !Me reconocieron!!El país es grandioso!
En la reconciliación caben todos, porque es inclusión, como si fuera una sola familia. Lo suficiente para olvidar, como lo señala Vicky Peláez en el portal de Sputnik Mundo, que el mandatario estadounidense Barack Obama, adalid de la reciente campaña Demócrata, deportó una marca histórica -la más alta en 30 años- de 3 millones de indocumentados, según el Departamento de Seguridad Nacional. Y fue William Clinton quien firmó una ley que permitió la deportación de los pandilleros de la Mara Salvatrucha a El Salvador. Obama y Clinton son hoy grandes defensores de las caravanas de migrantes centroamericanos. ¿No es bello?
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