COLOMBIA: LA PAZ DAÑADA

"Nos pusieron conejo" ("nos engañaron", según una típica expresión colombiana) fue una de las últimas cosas que alcanzó a decir el ex líder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, hoy Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común), Iván Márquez (foto), antes de desaparecerse en el paisaje, después de la captura de otro antiguo guerrillero, Jesús Santrich (foto, más abajo) y de la orden de captura contra Hernán Darío Velásquez, El Paisa. Sucede que con estas formas de persecusión, pareciera que el gobierno colombiano, de ultraderecha, se empeñó en sabotear hasta donde pudiera los Acuerdos de Paz de La Habana. Márquez fue un importante negociador en estos Acuerdos. Tras la muerte política de aquél, será remplazado en el Senado por el barranquillero Israel Zuñiga, también conocido como Benkos Biohó.

Santrich fue liberado pero quedó sujeto a investigación, y en un viaje al norte de Colombia decidió desaparecerse. A Santrich le habían "sembrado" el caso. Podría ser que la curul que tenía quede vacía. En algún momento, Santrich se hizo eco de las declaraciones de Márquez contra el papel del gobierno colombiano en la implementación de los Acuerdos. Es probable que Santrich ya no esté en territorio colombiano.

Más allá de la embestida del gobierno colombiano, el hecho de que estos importantes líderes se hayan esfumado muestra que las FARC probablemente ya vivían divisiones desde antes. Nunca salieron triunfantes de los Acuerdos de La Habana (otra mala pasada de los cubanos, por lo demás), porque se encontraban debilitadas luego de la muerte en combate de otros líderes y la eficaz ofensiva militar contra los guerrilleros en tiempos del mandatario ultraderechista Alvaro Uribe. Aún así, las FARC habían conseguido compromisos interesantes, en particular en materia agraria, y es de esperar que quienes siguen en el proceso legal logren concretar algo e informen de ello. No parece sin embargo que Rodrigo Londoño, Timochenko, el líder "supremo" de la FARC, comprenda muy bien lo que está en juego con un Estado colombiano habituado por décadas a traicionar lo pactado. Los Acuerdos de Paz en Colombia han quedado severamente dañados. Y no se trata de especular si los que se desaparecieron volverán a una lucha armada que parece totalmente fuera de cuestión. Las armas ya se entregaron.