El martes 24 de julio de 1979, el periódico español El País publicó una nota en la cual daba cuenta de que el dictador nicaraguense Anastasio Somoza Debayle trataba del siguiente modo a los presos políticos: a muchos los arrojaba a fosas con leones y serpientes para que los destrozaran y los sacaba semidestrozados para que acabaran de confesar. No faltaban quienes simplemente morían en el acto. Somoza en persona contemplaba el acto con una sonrisa irónica. No pocos presos políticos murieron bajo las torturas del somocismo en su búnker. Cierto o no, lo que circulaba sobre Somoza no era muy tierno, y ya se ha dicho aquí que el dictador no liberaba a presos políticos, sino que el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) tenía que hacer operativos armados espectaculares para exigir el rescate de los prisioneros del penúltimo de una dinastía que culminó con El Chiguin (Somoza Portocarrero).
Acaban de cumplirse este 19 de julio los 40 años de la Revolución Sandinista y el mismo El País publicó un artículo que dicta: "Daniel Ortega regresó al poder en Nicaragua en 2007 convertido en una versión perfecta, y tal vez superada, de Anastasio Somoza". Por cierto que el artículo señala: "se calcula que 50 mil nicaraguenses tuvieron que morir para que saliera Somoza (...) Otra cantidad similar de muertos costó, a su vez, salir de la revolución sandinista", lo que es inexacto, puesto que estos miles de muertos se dieron durante la agresión estadounidense y de los contras contra el gobierno sandinista en los años '80.
El hecho es que recientemente y sin que mediaran mayores maltratos, el gobierno de Ortega liberó a los presos políticos de acuerdo con una lista consensuada con la oposición (en particular, la Alianza Cívica para la Justicia y la Democracia), bajo el compromiso de no repetición. Los presos políticos fueron entregados con la mediación del Comité de la Cruz Roja Internacional y el proceso concluyó entre el 10 y el 11 de junio del año en curso. La oposición alegó que faltaban algunos presos, aunque la lista fue consensuada y se cumplió con ella, y lo cierto es que nadie salió con mordeduras de serpientes ni destrozado por leones. Alguien haría bien en comparar las cifras de muertos provocada por la represión de Somoza y la de los muertos en los disturbios en Nicaragua que comenzaron en abril pasado. Como sea, algunos estudiosos y activistas solidarios con la actual Nicaragua volvieron a detallar el financiamiento externo masivo recibido por los opositores a Ortega, lo que se encuentra en un libro que se puede descargar en la página www.afgj.org. Básicamente, el texto sostiene que participaron en los disturbios contra el gobierno de Managua sectores lumpen y de universitarios de clase media alta aliados con empresarios. El prólogo de Gabriela Luna destaca diferencias de estructura socio-económica cruciales entre el gobierno de Ortega y la que fuera la de Somoza, quien jamás combatió la pobreza, ni creó infraestructuras, ni logró la autosuficiencia alimentaria, ni la participación masiva de la mujer, etcétera..., a diferencia del gobierno actual. Algo incomprensible es por qué los "demócratas" que hacen el "elogio de la diferencia" repiten todos lo mismo, palabras más palabras menos, y sin aportar la menor prueba, sino a modo de consigna (en la foto, Ortega y su esposa Rosario Murillo, vicepresidente nicaraguense).
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lunes, 22 de julio de 2019
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