El mundo sigue viviendo en la actualidad una etapa particularmente pacífica. En este contexto, no está de más recordar que Rusia tiene la superioridad militar sobre Estados Unidos, en particular gracias al armamento hipersónico. Estados Unidos casi siempre ha hecho la guerra asegurándose de que le reporte más ganancias que pérdidas, puesto que se trata de una superpotencia capitalista y no del "Imperio del Mal" (no vamos a hacerle al Ronald Reagan al revés). Así las cosas, Estados Unidos lo pensará antes de lanzarse en una aventura en la que se arriesgue a más costos que beneficios. Por lo pronto, la súperpotencia, la única del mundo, ha bajado el tono con Irán (el mandatario estadounidense Donald Trump se dijo dispuesto a dialogar) y no está de más recordar que Rusia asumió en la diplomacia, mediante su canciller Serguei Lavrov, la defensa de Venezuela, algo en lo que, para variar, la proverbial ingratitud de los latinoamericanistas no ha reparado. Todavía a finales de agosto, Lavrov le dijo a Delcy Rodríguez, vicepresidenta venezolana: "Rusia siempre será solidaria con Venezuela", junto con rechazar "cualquier método ilegal e ilegítimo de chantaje y presión". Hasta ahora, no ha tenido lugar el trueque ruso de "Irán por Venezuela" que anunciara el analista Heinz Dieterich (gente del programa mexicano El Chamuco TV) en el portal Aporrea. Dieterich es el tipo de persona que únicamente cree en el poder, con un supuesto "realismo", y que considera imposible que alguien o algún país (como Rusia, por ejemplo) pueda actuar por convicciones y no por la simple motivación capitalista de "los intereses".
El ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigú (foto, abajo), afirmó hace poco que hay una sola amenaza a la paz actual. "Cuando crees, como sigue pensando Estados Unidos por inercia, dijo, que el equilibrio de fuerzas te es favorable a ti, a uno le pueden venir a la cabeza todo tipo de ideas, y no siempre las más razonables. Y justamente en ese escenario es donde veo la principal amenaza, y no solo para Rusia". Sin embargo, Estados Unidos sabe muy bien, en este momento, aunque desde luego no lo vaya a gritar a los cuatro vientos, que la Federación Rusa es militarmente superior y que puede serlo para un buen tiempo, garantizando que Washington no haga una lectura equivocada del "equilibrio mundial de fuerzas" (tampoco es algo que se le agradezca a Rusia, por un viejo reflejo enfermizo, como no se le agradeció haber erradicado al Estado Islámico). A reserva de que algún Demócrata descocado o alguno de los halcones que malamente rodean a Trump (aunque el consejero de Seguridad Nacional John Bolton fue destituido) se equivoque por una creencia errada en el cálculo costo/beneficio, el Gran Apocalipsis (nuclear o ecológico) no está a la vuelta de la esquina, salvo entre quienes se han dado cuenta de que anunciarlo es una forma de ganar
rating y de llamar la atención en los medios de comunicación masiva y en las conversaciones mundanas.
