El problema es sencillo: en México, para la gente de pueblo el acceso a la justicia no existe, porque está reservada, suponiendo que entonces sea tal, para quienes pueden pagar y mover influencias dentro del aparato judicial y con abogados con frecuencia poco probos. Es así que al final de cuentas reina una impunidad casi total.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), hubiera preferido que el Poder Judicial se reformara "desde dentro", y lo cierto es que tiene que cuidarse de cualquier acusación de injerencia, aunque dicho Poder, independiente, no lo es del Estado. Es así que, a fuerza de insistir, el senador por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Ricardo Monreal, quien funge como presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) del mismo Senado, consiguió lanzar la reforma del Poder Judicial junto con el ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, quien denunció hace poco, aunque en un lugar probablemente equivocado (un show televisivo), cómo fue objeto de presiones en tiempos del mandatario derechista Felipe Calderón. De acuerdo con Monreal, la iniciativa de "reforma integral" al Poder Judicial tiene como finalidad combatir el nepotismo, la corrupción y el tráfico de influencias, así como las redes y circuitos de intereses que existen en dicho Poder. Monreal ya había puesto algunos ejemplos escandalosos hace algún tiempo. Lo más reciente es que el 80 % de los reos de alta peligrosidad consigue amparos para no ser trasladado a un penal de alta seguridad, de tal modo que siempre quedan abiertas las puertas a vidas de lujo en los centros de detención y a eventuales fugas.
Una de las posibles revisiones tendría que ver por cierto con el Amparo, del que ha dicho en estos días el jurista Miguel Carbonell en las páginas de El Universal: "el amparo se ha convertido en un proceso excesivamente técnico, alejado del alcance de millones de mexicanos y que a veces se utiliza para mantener situaciones de ilegalidad". Aunque se diga que la mayoría de los jueces son honestos, cualquiera que haya pasado por el aparato judicial mexicano puede preguntarse si no está al servicio de pequeñas y grandes delincuencias, las que pueden comprar e influir.
No está de más señalar que ninguno de los "ideólogos" de izquierda del lópezobradorismo, ninguno, movió un dedo ni puso un solo tuit a favor de la reforma del Poder Judicial lanzada por Monreal, siendo que, de llevarse a cabo -y será algo larga- y sobre todo de aplicarse, le permitiría a la gente humilde y otra el acceso a la justicia, lo que no es poca cosa y vale incluso más que los grandes escándalos tipo Rosario Robles o el hijo del Chapo que López Obrador había prometido no hacer. El mismo AMLO sabe que la justicia no es asunto de circos sexenales a la vieja usanza.
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