El proceso mexicano que encabeza el mandatario Andrés Manuel López Obrador (AMLO) encierra una alianza amplia entre intereses populares, no siempre muy claros, e intereses de clase media, distintos de los anteriores. Como detalle, cabe señalar que a la muerte del intérprete José José, la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, tuiteó que había fallecido "un ícono de la música popular mexicana", lo cual es falso. En efecto, el cantante fue sobre todo ícono de la clase media, lo que no excluía que lo oyera un taxista o un zapatero, pero no alguien realmente "del pueblo", aunque tuviera gran "popularidad". Frausto, al igual que la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, buscaron sacar la renta del fallecimiento de José José, como otros buscaron hacerlo con la muerte del historiador y filósofo Miguel León Portilla, a quien se homenajeó en el Palacio de Bellas Artes con un espectáculo prehispánico deplorable e irrespetuoso (foto, abajo).
Los intereses de clase media en la cultura se han inclinado por el espectáculo y el rating, como lo prueban varios programas en Canal Once, con formatos que incluyen desde standuperos hasta raperos, que no son obviamente "del pueblo", pero que contribuyen a la confusión entre "popularidad" y entretenimiento y diversión, y que en nada responden a intereses ni gustos -de nuevo- "del pueblo". Por otra parte, en los ámbitos de la universidad pública y de la ciencia, la tendencia escogida por los partidarios de López Obrador, que en casos extremos parecen salidos de la Secretaría de Adulación Pública (SAP, digamos), es la endogamia en la "camarilla", lo mismo que en el pasado caracterizó a los grupos Nexos o Letras Libres, pero además con bastante menos calidad que éstos y con descaro ("!ahora nos toca a nosotros!"). Aunque AMLO diga que en el proceso (autodenominado "Cuarta Transformación") no hay retórica ni demagogia, la segunda sí está presente en la cultura y la universidad pública, donde hoy "dice el dedito" quién debe reinar cuando en el año 2015 el mismo que ahora mueve el índice señalando al ungido denostaba los procedimientos "antidemocráticos" para el nombramiento (a través de una Junta de Gobierno) del "jefe". El desplegado del 16 de noviembre de 2015 en el periódico La Jornada exigía en efecto "(...) impulsar las reformas necesarias para garantizar la participación democrática en la designación de los directivos de la universidad". Quien encabezaba ese desplegado recibe hoy prebendas excesivas en un clásico y desvergonzado tráfico de favores y se ha olvidado del espectáculo anterior, el de la provocación para la "revolución de colores". Desde luego que se trata de demagogia y el proceso lópezobradorista no ha dejado de correr el riesgo de verse secuestrado por las capas medias.
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