La reciente crisis en el Ecuador se resolvió tan bien y tan rápido con los indígenas que es probable que el mandatario ecuatoriano, Lenín Moreno, haya estado actuando algún guión hecho por sus amos del norte. Cuando comenzaron las protestas por el "paquetazo" dictado por el Fondo Monetario Internacional (FMI), Moreno se lanzó sin dudarlo a dividir a quienes protestaban: los "violentos", gente del ex mandatario Rafael Correa apoyada por Venezuela (un país gobernado por un "sátrapa criminal asesino que está sometiendo al pueblo al peor apocalipsis que se ha visto jamás en América del Sur", según el mismo Moreno) , "extranjeros indeseables" (venezolanos), el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) colombianos, y poco faltó para que se mencionara "la mano del Kremlin". La ministro de Gobierno, María Paula Romo, estuvo a punto de hacerlo (por cierto que Romo fue nombrada en 2011 por la revista Foreign Policy "nuevo rostro del pensamiento iberoamericano" por su "compromiso con las mujeres y los Derechos Humanos"). Y por otra parte, la "gente de paz", "nuestros hermanos indígenas", en palabras de Moreno, quien dijo jamás haberlos ofendido. La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) efectivamente se dijo "de paz", atendió el llamado de Moreno después de una supuesta "consulta a sus bases" que nadie vió y tuiteó: "!Miserable!, en referencia a Correa. Rechazamos el oportunismo descarado del correísmo que nos criminalizó y asesinó a compañeros durante 10 años. Hoy pretende aprovecharse de nuestra plataforma de lucha". ¿Gente de paz? Durante las protestas, la CONAIE llamó descaradamente desde la Casa de la Cultura en Quito, capital ecuatoriana, a las fuerzas armadas a "darle la espalda" a Moreno, es decir, a un golpe de Estado. El cada vez más obtuso estudioso Heinz Dieterich concluía en el portal Aporrea: "la pregunta decisiva es en qué dirección dispararán los militares: hacia Quito (pueblo) o hacia Guayaquil (oligarquía)". En realidad, todo quedó en un foro de diálogo auspiciado por Naciones Unidas y la Iglesia luego del cual Moreno retiró el "paquetazo" (a reserva de lanzar otro más "blando") y Jaime Vargas, líder de la CONAIE, visto el éxito obtenido, anticipó la creación de un partido político para las elecciones de 2021, aunque ya existe Pachakutik, con Marlon Santi como líder (en las fotos, los líderes indígenas tal y como se presentaron, dos al menos, al diálogo con Moreno, uno de ellos, el "colorado", casi como Dios lo trajo al mundo y por cierto que con falda, por si la izquierda cultural busca nuevas causas).
El traficante de aspiraciones populares y ex rector de la Universidad Andina Simón Bolívar (UASB), Enrique Ayala Mora (ibarreño y de Renovación Socialista), fue sorprendido poco antes del diálogo con un audio en el cual sugería sobornar a los transportistas (que de todos modos ya habían levantado su paro por el alza de los combustibles), engañar a los indígenas y destruir a los correístas. Las cosas le salieron tan bien a Moreno que pudo lograr el engaño y lanzar la persecusión contra los simpatizantes de Correa: la casa de Virgilio Hernández fue allanada, la prefecta de Pichincha, Paola Pabón, fue detenida y varios asambleístas (Carlos Viteri, en la foto abajo y para no perder el ánimo emplumado, y Soledad Buendía) y la ex presidenta de la Asamblea Nacional, Gabriela Rivadeneira, tuvieron que resguardarse en la embajada de México en la capital ecuatoriana. Pabón fue acusada de "instigación a la violencia" mientras la muy oligárquica alcaldesa rubia de Guayaquil, Cynthia Viteri, obstaculizaba el tráfico cerrando puentes.
Pocos internacionalmente deben saber que uno de los deportes de la CONAIE en la provincia de Cotopaxi, por ejemplo, cercana a Quito, es obligar a los indígenas a marchar sobre la capital so pena de "multas". Así quedó patentizado cuando los indígenas marcharon en 2015 contra el entonces presidente Correa, sin ser recibidos por cierto, contra lo que esperaba el reverendo Fernando Tinajero Villamar, con bombas lacrimógenas, ni disparos de perdigones, ni nada, lo que no le impide a otro estudioso obtuso, Raúl Zibechi, hablar del "autoritarismo" de Correa. ¿Por cierto, quiénes eran los violentos esta vez? Infiltrados (jóvenes, por lo demás, para que se deleiten los críticos del adultocentrismo), como lo demostró una fotografía tomada en el asalto al edificio quiteño de la Contraloría. La jugada de los amos del norte que tienen oficina en el gobierno de Moreno salió a la perfección y ahora queda por ver quiénes quedarán para denunciar la feroz persecusión contra los miembros de Revolución Ciudadana.¿ O se preferirá festejar la "autenticidad" del Iscariote indígena? En la foto de abajo puede apreciarse el trato de una indígena a una policía capturada que, como cabe ver, tiene rasgos faciales marcadamente eurocéntricos y heteropatriarcales.
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miércoles, 16 de octubre de 2019
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