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martes, 5 de mayo de 2020

MEXICO CAPEA EL TEMPORAL

Hasta la fecha, frente a la crisis sanitaria por la Covid 19 México se sigue guiando por la creencia de que "no hay cura", que es lo que dicen las autoridades, y que repiten desde la esposa del presidente, Beatriz Gutiérrez Muller, hasta el muy lerdo secretario de Salud, Jorge Alcocer, quien, no obstante, en un reflejo típico de Estado Libre Asociado (al que contribuyó la mediación del canciller Marcelo Ebrard), corrió a tener una teleconferencia con representantes de la empresa farmaceútica estadounidense Gilead Sciences, la cual adelantó una mayor oferta del antirretroviral Remdesivir. México simplemente parece haberse plegado sin hacerse mayores preguntas a los dictados de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a la espera de los resultados de los "ensayos clínicos", sin considerar experiencias más allá de Estados Unidos. Entretanto, se dejó sin explicación, cuando pareciera tenerla, el hecho de que una mujer de 84 años de edad con hipertensión, diabetes y antecedentes de infarto se curara en Guadalupe, Nuevo León, gracias entre otros medicamentos al uso de antipalúdicos. Habrá ocasión de volver sobre el tema.
      Hasta ahora, en el pico de la epidemia, el sistema sanitario respondió bien, lejos de la saturación, y en algo puede haber ayudado la genética a que el virus del SARS Cov-2 no se ensañara demasiado con la población mexicana, con una cifra de muertos muy distante de los países europeos más afectados o de Estados Unidos. Las muertes por la Covid 19 están muy lejos de las calculadas por la Secretaría de Salud cada año por gripe estacional. No es seguro que todo lo haya hecho la disciplina de una población con tendencia a la indisciplina, desde el rico que se cree exento de contagio hasta el pobre al que nunca le explicaron que una mascarilla no es nada más para taparse la boca y descuidar la nariz: con "Susana Distancia" cumplió apenas alrededor del 55 % de la población, según lo reconoció el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Otras cosas se tendrán que explicar después: ciertamente, una buena mitad de fallecidos ha tenido comorbilidades (en particular hipertensión y diabetes) en un país que de un tiempo a esta parte no come, sino que "traga", con comida chatarra para más señas: ¿pero, y la otra mitad? Queda por ver el "aplanamiento de la curva" y el cumplimiento de los plazos para terminar de evaluar lo que parece haber sido una buena experiencia con el subsecretario de Salud, el "bombón" Hugo López-Gatell, quien no hizo ninguna "broma macabra de poner en riesgo la vida de miles".
      México ha mantenido una tasa de mortalidad por millón de habitantes de 17,6 %, baja en el mundo pero alta en América Latina. En cambio, México ha registrado un muy mal síntoma: una de las tasas de letalidad (muertos/contagiados) más altas del mundo. La peor mortalidad (13 %) llegó a ubicarse en el estado norteño de Sonora, y México ya tenía hace poco la mayor letalidad en América Latina (superior al Ecuador o a Brasil). Ha fallecido cerca del 9,5 % de los contagiados y por cierto que no en estados pobres (como Chiapas o Oaxaca, salvo Guerrero), sino más prósperos como Baja California, Chihuahua, Quintana Roo, Michoacán o Sinaloa, además de la Ciudad de México. ¿Pudo haber fallado el sistema de salud, en un momento en el que muchos médicos y enfermeras, en distintas partes de la república, tuvieron que protestar por falta de equipo de protección y de insumos médicos? No avanzó mucho el virus pero...¿es preferible no enfermarse para no caer entre médicos?
      AMLO nunca ocultó que tuvo que enfrentarse la crisis sanitaria con un sistema de salud en ruinas y una pavorosa falta de personal (al grado de que escasearan quienes supieran del manejo de las delicadas intubaciones). El asunto es el siguiente, y no tiene que ver con una administración que en un año no podía acabar con el desastre. Los sexenios anteriores, de otro signo político, se caracterizaron por construir hospitales sin verdadera planificación, lejos de zonas que los requirieran y por motivos electoreros, para luego dejar la infraestructura al abandono (la friolera de más de 300 construcciones hospitalarias abandonadas o inconclusas). Las irregularidades en el manejo del sistema de salud mexicano llegaron a sumar desvíos con facturas falsas en la compra de insumos médicos, con el dinero utilizado para comprar medicamentos a unos pocos hospitales, o la compra de medicamentos vendidos al gobierno con sobreprecios (para beneficio de unos cuantos proveedores). No había abasto ni siquiera pagando 3, 4 o 10 veces el valor de los medicamentos. Había políticos vendiendo medicinas o protegiendo a distribuidores de medicinas. Se reveló que desde hace décadas existía la práctica de comprar equipo médico, contratar servicios y adquirir medicinas a través de empresas fantasma, para encubrir desvíos con facturas falsas. Por lo demás, la medicina liberal privada dejó de ver a los pacientes como tales para verlos como clientes y llenarse los bolsillos y llenar los de los hospitales y las aseguradoras, todo sin pagar impuestos. Se dió la impresión de que la inversión privada podía suplir el hecho de que México es uno de los países en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que menos invierte del Producto Interno Bruto (PIB) en salud , pero la privatización subrepticia no mejoró la atención. Y en medio de lo descrito nunca faltó quien creyera que ser médico, de cualquier especialidad, es ejercer poder sobre el "cliente" en vez de ayudarlo a sanar (lo que representaría, de concretarse, !una pérdida de ingresos para el médico!). Había así que fabricar enfermos para justificar el negocio. Hasta la fecha, es increíble que la medicina liberal privada esté exenta del pago de impuestos.
      Nada de lo anterior fue destapado por una prensa dizque independiente inexistente, como lo ha señalado AMLO, pero muy atenta a la menor corruptela real o supuesta del actual gobierno, como si de pronto todo el mundo hubiera recuperado la vista. Ante la Covid 19, no es tan fácil creer en médicos inexperimentados, aunque sí cabe valorar a enfermeras (si bien no todas se dedican a otra cosa que "impedir", como decía Simón Bolívar de la pasión de los latinoamericanos), que tuvieron que aguantar el incivismo de una parte de la población (¿a qué hora se va a educar a la gente?) dispuesta a aventarles cloro, café, pedradas, madrizas e insultos por ser supuestamente "contagiosas". Como sea, no se puede creer nada de quienes quieran atribuirle al gobierno de AMLO corrupción y pura improvisación en el manejo de la crisis sanitaria. ¿Nadie se dió cuenta de lo que hacía por ejemplo Mikel Arriola, priísta al frente del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y quien fuera el defendido de la tétrica Beatriz Pagés Rebollar, quien al parecer no fue vacunada contra la rabia?¿Nadie se dió cuenta del estado que guardan los servicios de salud, por atenderse los privilegiados en hospitales de lujo o en Estados Unidos? Por cierto, ¿qué razón habría para que el sistema de educación no esté igual, en ruinas mientras unos pocos hacen negocio? No está de más recordar que, hasta hace algunas décadas, México tenía un distintas especialidades una muy buena medicina social. No quedó casi nada.

LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

 La Internacional Progresista (IP) del político Demócrata estadounidense Bernie Sanders se ha tragado a buena parte del progresismo latinoam...