En las fotos que se presentan primero se puede ver un elemento común, un puño cerrado con un diseño muy similar en el caso de Otpor!, el movimiento serbio que tumbó al presidente Slobodan Milosevic, del movimiento contestatario ruso Oborona, de la oposición venezolana de Juan Guaidó, de la "revolución de las rosas" georgiana de 2003. de la primavera árabe egipcia y, vaya...de Black Lives Matter. Al parecer, llevamos unos 20 años con la misma marca, puesto que Milosevic cayó en el año 2000.
El pretexto fue el supuesto "fraude" en las últimas elecciones en Belarús, que Lukashenko ganó con 80 % de los votos. El "analista" y "experto en inteligencia conceptual" Daniel Estulin sostuvo que el 90 % de la población de Belarús, de poco menos de 10 millones de habitantes, "odia a Lukashenko". No se explica en estas condiciones por qué fue a votar casi el 80 % del padrón electoral. A estas horas, Lukashenko no se ha caído y Tijonovskaya se fue corriendo a la vecina Lituania. Ha faltado la "valiente voz" de la Premio Nobel de "Literatura" (con perdón...), Svetlana Alexievich, para explicar que el 80 % de los bielorrusos son una partida de alienados que ni siquiera se percatan de ello. Tijonovskaya, con 10 % de los votos, llamó junto a otras ovejas de Londres (capital británica), Varsovia (polaca) y Praga (checa) a la renuncia del ganador de la justa electoral. Hace poco, Alexievich decía que la política oficial de Belarús ante la epidemia de Covid 19 era "una situación tipo Chernobyl" (a la fecha del 12 de agosto eran poco más de 590 muertos).
Lo que es menos gracioso es que en vísperas de las elecciones hayan sido detenidos en Belarús 33 ciudadanos rusos que eran en realidad mercenarios, tal vez destinados a desestabilizar la situación local (o al menos a chantajear, incluso vendiendo protección), y parte, viene uno a enterarse, del grupo Wagner, un ejército privado de cientos de hombres al servicio de un oligarca, Evgueni Prigozhin, cercano al mandatario ruso, Vladimir Putin, o al menos al Kremlin. El grupo Wagner, que ha peleado en el Donbás ucraniano, Sudán, la República Centroafricana, Libia y Siria, por lo menos, tiene como lema "Nuestro negocio es la muerte, y el negocio marcha bien". Aquí abajo está su poco agradable insignia. Y en la foto de más abajo, la clase de hipster que sale a las calles de Minsk, capital de Belarús, a pedir la cabeza de Lukashenko. El problema con los ciudadanos rusos detenidos, no "secuestrados", se resolvió a través de las más altas esferas y apenas ganó, Lukashenko ratificó que nadie puede destruir la amistad con Rusia. Lo cierto es que Putin no siempre se rodea de la mejor gente. Belarús parece haber evitado varias provocaciones.