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jueves, 3 de septiembre de 2020

CUBA: UN HOMBRE DE ALTO CALADO

 El señor Abel Prieto, casi un boomer (es apenas un poco más joven), fue ministro de Cultura cubano, luego asesor de Raúl Castro y hoy es presidente de Casa de las Américas, una institución cultural cubana. Seguirlo en twitter es una buena oportunidad para ponerse a llorar.

     Ante todo, los herederos de la Cuba que se hizo revolucionaria y socialista a los pocos años del XXavo Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), que denunció el llamado "culto a la personalidad", no pueden dar un paso sin repetir alguna frase de "Fidel" (Castro, se entiende), así diga nimiedades, del estilo "!América Latina es nuestra familia!". !Qué conmovedor! Cuando hace falta retórica, también se puede sacar frases de José Martí, o repetir lo que sea de éste hasta algo peor que la saciedad, la obscenidad del manoseo más calenturiento. Fuera de lo anterior, la retórica de Prieto desconoce la de muchos otros latinoamericanos, que en esta cuestión nunca lo han hecho mal. Quedarse callado está muy mal visto en América Latina, por lo que el peruano Manuel González Prada fue de los pocos en pedir un premio al laconismo. Al parecer, no se sabe muy bien en el goce cómo tratar con una ausencia, una pérdida o un echar en falta. Así que Prieto no puede perder lo que hoy se llama "visibilidad".

     Segunda costumbre, algo muy bien aprendido: halagar a los "grandes", vivos o muertos, aprovechando natalicios, centenarios, aniversarios luctuosos o lo que sea que permita seguir en el interminable ritual sacramental. ¿Cuántos años de prepotencia cumpliría hoy un Eduardo Galeano, con su cara de violador? Pues se lo cita como al amigo más íntimo de la cantina, donde ciertamente se llora, pero también hasta el goce. Después de todo, la creencia es que la cultura la hacen unos pocos "genios", y no que se trata de una creación colectiva. Desde este punto de vista, no se hace más que imitar a los "demócratas liberales", con muy gruesas dificultades para ir más allá de Octavio Paz o de la altanería de Mario Vargas Llosa. Cuba no se ha dado cuenta al parecer de que es en gran parte así que fue perdiendo amigos durante muchos años. Los lisonjeó hasta que desde su pedestal se le fueran encima.

     Retórica y elogio de los supuestos "genios" forman parte de cierto provincianismo, pero se le ha agregado algo de actualidad. En su cuenta de twitter, en la cual no aparece prácticamente nunca nada popular ni trabajador, porque todo está copado por la megalomanía y la mitomanía, Prieto se comporta como un fanático de las elecciones presidenciales estadounidenses, como si fueran las cubanas (¿lo puede hacer un funcionario?), o peor, como si él fuera estadounidense: obviamente, para contribuir a linchar al actual presidente Donald Trump y en un descarado -pero muy descarado- favoritismo por el Demócrata Joe Biden. Es a tal grado que poco le falta a Prieto para pedir alguna forma de anexión, aunque acuse a otros de "anexionistas" por falta de "cubanía": puede retuitear tranquilamente discursos del ex presidente Barack Obama, como quien refiere a su gurú. No hay ninguna diferencia entre la forma de cantar de Prieto y la de hacerlo, también en el más completo vasallaje, de un seudoperiodista y mercenario como el jovenazo mexicano Carlos Loret de Mola. Sobre Trump, entonan la misma letra con la misma música, como les sucede en otros temas a los "demócratas liberales" y a la "izquierda Berkeley", que no están ambos en términos amistosos con su propio cerebro.

     Más allá de lo enumerado, de sobra significativo sobre los baby boomers o similares, Prieto ni siquiera es capaz, a diferencia de lo que se estilaba antes, de citar los logros de la Revolución Cubana, más allá de haberle hecho a John Lennon un horrible monumento en ni sé qué banca de La Habana, capital cubana. Conste, el señor Prieto ha llegado a ser crítico de ciertas nefastas influencias extranjeras y antisociales en la cultura cubana (tal vez por este motivo lo llamó Raúl Castro), pero por lo visto no le incumben a él personalmente y de puesto en puesto ya perdió por completo los pies de los pedales. No, el señor no mira para abajo (¿no se vaya a estrellar?), y diríase que ni siquiera para adelante (¿no vaya a toparse con pared?): tiene la vista puesta hacia arriba, muy arriba. Fidel, Galeano, Bombama et puis moi.

      El jefe de Estado cubano, Miguel Díaz-Canel, aunque tecnócrata y no exento de modas y modismos, es un poco mejor, cuando cita a Fidel (Castro, se entiende otra vez): " no se puede lograr absolutamente nada si no es con la participación de las masas, es decir, con la participación del pueblo". Vaya confusión (pueblo=masas). Como sea, lo anterior supone poner atención a lo que sucede abajo, y en Casa de las Américas no es ni ha sido casi nunca así, salvo en tiempos en los cuales se publicaba y difundía literatura que describía las condiciones de vida y de lucha populares en América Latina y el Caribe (algo que no hacían otros países del subcontinente), más allá de "los grandes" con quienes se quedaron Prieto y otros enfermos de poder. Así están los tiempos.



LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

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