El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, tiene definitivamente una mala relación con el mundo cultural. Recientemente, unas 650 personas, entre artistas, académicos, intelectuales, funcionarios de la cultura y otros, lo acusaron de estar atentando contra la libertad de expresión, e incluso de orillar a los firmantes a dejar el país, a partir ciertamente de la última majadería que expectoró Francisco Ignacio Taibo Mahojo, mejor conocido como Paco Ignacio Taibo II. Si hay 650 personas dispuestas a tomarse en serio a Taibo II y sus ladridos, es que algo anda tan mal en ellas como en quien permitió -López Obrador- que éste se colara de director del Fondo de Cultura Económica (FCE). Pero por lo visto, convenía agarrarse de dicha majadería o de cualquier pretexto. Al presidente de México se le puede decir "mesiánico", "autoritario", "rijoso", "odiador", "demencial", "dictador", "chavista", "comunista", "totalitario" y se le puede escribir un día sí y el otro también que está ni más ni menos que "fuera de la realidad", pero se supone que el "muy imbécil" debe aguantar sin chistar ni defenderse. No lo están adjetivando, dicen, lo están criticando, o tal vez describiendo, lo mismo que si le dijeran abiertamente "!pendejo!", lo que por lo demás le espetó el señor Héctor Aguilar Camín ("pendejo y petulante", fue en concreto la descripción del mandatario que hizo aquél señor en su uso de la libertad de expresión). Lo mejor es la refinada mala fe que ponen algunos. Quien prometiera ser un excelente escritor, Enrique Serna, ve en López Obrador a un "seráfico doberman" (sic), "primer narciso de la nación" y cree encima detectar a "huestes bolivarianas" -pobre imitación de la grosería maliciosa de un Guillermo Sheridan- que lo llevaron al gobierno. De la misma manera en que es inexplicable que hasta 650 personas se tomen serio la última memez de Taibo Mahojo, es poco entendible que López Obrador se ponga al tú por tú con quienes, a juzgar por lo descrito, no están exactamente en la crítica, mucho menos constructiva, sino considerando que están ante un reverendo idiota, además sin clase (de los 650, la mayoría sale de universidades privadas, salvo en ciencias, y tiene estudios de posgrado en universidades estadounidenses y no europeas, cuando tienen estudios). "Pendejo" es al menos lo que literalmente dijo quien lanzó la iniciativa firmada por los 650. Mientras Taibo Mahojo les ofrece el cerro de las Campanas y el exilio, en una clara patología con necesidad de trascender a como dé lugar, y de paso "se las mete doblada", los otros se dirigen curiosamente a "un pendejo" para ver si los escucha, como si los pendejos escucharan. Y todos reclaman altura en el debate inexistente.
No queda claro si gente como los 650 piensan estarse otros cuatro años al mismo ritmo y sin percatarse de que son una minoría (Aguilar Camín esperaba 6 mil firmas), por más que acaparen un puñado de medios de comunicación masiva -lo que llevan haciendo por demasiado tiempo, y ensalzándose descaradamente unos a otros- . La nota del día puede ser que la delincuencia bajó en la Ciudad de México de manera drástica y que está casi libre de cárteles o que el gobernador del estado de Tamaulipas se reunía en Los Cabos con el Chapo y Genaro García Luna, es lo de menos: hoy toca seguirle contra "el pendejito", al unísono. En lo que va del sexenio no ha habido en realidad ningún caso comparable a lo que ocurrió en el pasado con Carmen Aristegui, José Gutiérrez Vivó o incluso con Anabel Hernández, quien tenía encima no a Taibo Mahojo, sino a García Luna (los 650 no tienen el menor sentido de las proporciones de nada) y tuvo que salir de México. Pablo Hiriart, un seudoperiodista patológico que parece haber cambiado temporalmente un disco rayado por otro, aclaró que no fue presionado por nadie para cambiar de tema, ni hubo presión sobre el director de El Financiero. Hiriart ni siquiera tuvo que dejar su puesto en este diario. El asunto de la revista Nexos, que pudiera ser resultado de una pésima actitud de la secretaria de la Función Pública, Irma Sandoval, no impidió que la publicación se defendiera como le viniera en gana, sin censura ninguna, como consta en su portal. En realidad, nada les impide a quienes no quieren al "pendejito" que se desgañiten llegando al paroxismo de la tontería.
Pero el problema de fondo no son los "conservadores", sino un clima de deterioro moral, heredado de un largo pasado y que no hace sino aflorar con más fuerza, en el que los "liberales", en realidad "libertarios", escenifican otros tantos sainetes. Uno puede descubrir por ejemplo entre los tuits de Héctor Díaz Polanco (a quien Alfredo Jalife-Rahme trata inconstitucionalmente de "dominicano", como a otro de "guatemalteco", por más cadáveres que tenga en el clóset) lo siguiente sobre Taibo Mahojo, el ex gachupín que no es exiliado de nada: "por lo que hace a su productividad, es una bestia peluda: unos sesenta títulos, según mi última contabilidad..."Ahí está el problema: en ser o no capaz de preguntarse si alguien con 71 años (y con una barba asquerosa, ahora) puede haber escrito a ese ritmo algo de calidad. Pedro Salmerón agrega en su propia cuenta de twitter, entrándole al torteo: "Paco @taibo2 produce más él solo que varios centros de investigación histórica que conozco". Cierto, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), al pésimo ritmo que va, agarrando una moda tras otra, todavía no ha sido capaz de publicar la epopeya patria de Belascoarán Shayne. Por lo visto, de lo que se trata no es del significado o el sentido de lo que se dice, sino del guiño de ojo a la clique a la que se pertenece y en la que el manoseo o franco torteo mutuo lleva a creerse muy importante, tal vez porque "se siente rico" ser torteado por los compadritos. Encima sale Rafael Barajas a presumir una iniciativa ciudadana (de apariencia, al menos) firmada por miles de gentes para contestar a los 650 ("Por la libertad, contra los privatizadores de la palabra"). Atención: en el colmo del colmo, ambas cliques van con la libertad por delante, sin darse cuenta de que a falta de cualquier límite se puede perder el sentido de lo que se hace, hasta marearse. Mareados están algunos en el mundo cultural lópezobradorista y casi beodos quienes se plantean en víctimas de una represión que no llega, ni a palos. Se reconocen todos en lo mismo: la creencia de que no son "uno como cualquier otro", sino elegidos para la gloria, que tienen "lo que hay que tener", a diferencia del pendejito con su "nobleza" y su "amor al prójimo"( típica creencia: es "pendejito" quien es honrado...!qué bien está asimilado el antiguo régimen!). Por centenares o miles de firmas que reúnan, no parecen percatarse de que, contra lo que ha pretendido Taibo Mahojo, no le han "volado las neuronas" a nadie en ninguna ranchería, donde no se debe ni saber de su existencia. En este lodazal, sería al menos de esperar que no arrastren a todo el mundo cultural en su megalomanía. Pocas cosas son tan penosas como el manejo de la cultura sin criterio propio y con costumbres clientelares. Y conste que ambas cliques se dicen democráticas y comparten los mismos puntos de vista sobre las mujeres, los LGBTTTIQ+, los derechos de los animales, el odio a Trump y la idolatría a los Demócratas... (da click en el botón de reproducción, aunque no sepas ni para cual clique es...y !Salú, Felipe!)