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martes, 13 de octubre de 2020

FRANCISCO: EL PAPA POPULISTA

 En 1983, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) llevó a cabo en una parte de Europa Occidental los ejercicios militares Able Archer 1983 (Arquero Capaz), simulando una escalada en el conflicto con la Unión Soviética que culminaba en lanzamientos nucleares coordinados. Los ejercicios coincidían con la llegada a Europa Occidental de los misiles estadounidenses Pershing II. El clima creado en el comienzo de la administración estadounidense de Ronald Reagan era tan insoportable contra el supuesto "Imperio del Mal" que los soviéticos no descartaron que se les estuviera preparando un primer golpe nuclear, como ya había ocurrido por lo demás en el pasado. Los soviéticos pusieron en estado de alerta a sus fuerzas nucleares en la República Democrática Alemana (RDA) y Polonia. Ese mismo año, un vuelo comercial de la compañía sudcoreana KAL (Korean Air Lines) fue abatido por los soviéticos sobre la isla de Sajalín. En el área estaban aparatos militares estadounidenses en espionaje para recabar datos sobre el lanzamiento de un misil soviético, y el hecho es que el avión de KAL se encontraba dentro del espacio aéreo soviético. En 2015, gracias a documentos desclasificados japoneses, se supo que los soviéticos habían derribado el vuelo de KAL por error, y no intencionalmente, contra lo que adujo la Casa Blanca, que buscó por lo demás asegurarse la caja negra del avión antes de que lo consiguieran marineros soviéticos. Siempre en 1983, el teniente coronel Stanislav Petrov, de las Tropas de Defensa Aérea Soviéticas, y tres semanas después de lo ocurrido con el avión de KAL, recibió el informe erróneo de que se había lanzado un ataque nuclear desde Estados Unidos. Los satélites soviéticos habían funcionado mal , pero Petrov se percató de que era una falsa alarma, puesto que indicaba el lanzamiento de un solo misil, lo que debía ser un absurdo, por lo que no informó nada a sus superiores y se evitó así algún "contraataque" soviético. Petrov sabía que el sistema satélite soviético OKO podía equivocarse. Aunque las computadoras indicaron el lanzamiento de otros cuatro misiles, Petrov se dijo que nadie comienza una guerra nuclear con tan sólo cinco misiles. Era la época en que Yuri Andropov estaba a la cabeza de la Unión Soviética. Y tenía la valentía de decir: "no conocemos la sociedad en la que vivimos".

     Al poco tiempo se convirtió en líder soviético Mijaíl Gorbachov, lanzando la idea de que todos íbamos en el mismo barco, como Humanidad, y que había que hacer hasta lo imposible por lograr el desarme entre las súperpotencias militares. Lo imposible se logró: el bloque soviético se desarmó unilateralmente, pero hubo un corto periodo de tiempo en que se pudo creer en un destino común para todos los habitantes de una Tierra que podía desaparecer en caso de conflagración nuclear. Dado este riesgo, era preferible la paz casi a cualquier precio (sacrificar el socialismo, fue el caso). Hubiera caído bien una frase como la siguiente: "o nos salvamos todos o nadie se salva". Occidente escogió salvarse solo hundiendo al sovietismo y acto seguido, pasando por encima de todas las palabras dadas, llevó una gigantesca OTAN a las puertas de la Federación Rusa y preparó con un sistema de escudo antimisiles un primer golpe nuclear mortal contra los rusos. De las entrañas del sovietismo, con sus contradicciones, surgió un dirigente, Vladimir Putin, actual presidente ruso, que a la vuelta de los años, entendiendo la nueva amenaza, colocó a Rusia como primer potencia militar del mundo, por encima de Estados Unidos. Ni este país ni sus "socios y aliados", de Occidente como de Asia (Japón, Sudcorea), dejaron por un minuto de considerar a los rusos seres inferiores, y en todo caso lejos de ser "excepcionales" o "indispensables". Lo que pudo haber de Humanidad se perdió, suponiendo que algunos la hayan entendido así entre Estados Unidos y sus "socios y aliados"

      Como lo dijera el ex jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Rusas, Leonid Ivashov, ahora se sabe que es preferible tener siempre a Estados Unidos en la mira, apuntándoles. En lo que fue el periodo de la perestroika, la Unión Soviética se comportó con humanidad ante quienes trataron a la larga de actuar como guarros y sacar ventaja para todo tipo de negocios y hasta empresas genocidas. No queda claro por qué tendrían ahora que salvarse todos juntos: si se observa los portales rusos, podrá verse que no se pasan el tiempo tomando partido en la campaña electoral estadounidense como si en ello se decidiera el futuro personal, el de Rusia o incluso el futuro de la Humanidad. Ya no se ha hablado del escudo antimisiles aunque sea porque una parte de los militares estadounidenses puede haber entendido que no conviene arriesgarse a una aventura con ganancias finitas y el peligro de pérdidas infinitas (parafraseando a Hans Jonas en El principio de responsabilidad), ahora que Rusia tiene el arma hipersónica. Al parecer, el del costo/beneficio es el único lenguaje que se entiende en buena parte de Occidente y entre sus "socios y aliados". El lenguaje del "prójimo" o de "la Humanidad" no se entiende, y en el mejor de los casos se hace pasar por general ("global", en el lenguaje estadounidense para no comprometerse en realidad con la universalidad) el interés particular de dominación, fenómeno típicamente ideológico.

     En estas circunstancias, no vamos todos en el mismo barco, pese a los intentos tipo Al Gore o Greta Thunberg de convencer de lo contrario en nombre del siguiente catastrofismo de moda. No pueden ir así, juntos y con el mismo destino, el Hombre recto y el guarro. Sólo el Papa Francisco, de quien el estudioso argentino Juan José Sebreli ha dicho que es un populista de derecha (lo cierto es que el Papa, Jorge Mario Bergoglio, creció en el peronismo y con cierta cercanía a la Guardia de Hierro, imitación local de una guardia fascista rumana), puede salir a estas alturas, con la Encíclica Fratelli tutti, a sugerir textualmente que "nos salvamos todos o no se salva nadie", lo que suena a chantaje (igualmente populista): no queda claro por qué tendrían que salvarse o hundirse juntos el Hombre recto y el guarro, o para decirlo de otro modo, el Hombre recto y el cerdo e inhumano. La Encíclica en cuestión puede mencionar la Shoah e Hiroshima y Nagasaki sin decir nada de lo que representó para los soviéticos el nazismo, ni del aporte de los primeros al hundimiento del segundo. Como buen populista de derecha, el Papa puede ponerse a la comunidad barrial o al pueblo originario -los lazos comunitarios y culturales- por encima de un individualismo que no se entiende en lo más mínimo (al confundírselo con el egoísmo), criticar al neoliberalismo o al consumismo sin decir nada del capitalismo, como si se estuviera ante el último texto de Ignacio Ramonet o la edición en español de Le monde diplomatique, y rematar con el amor y un enredado perdón sin olvido, como si le correspondiera al Hombre y no a Dios perdonar. No falta ninguno de los lugares comunes destinados a escamotear el problema de las clases sociales en un mundo donde muchos no se definen más que por ellas o por el estatus, muy al estilo de la competencia estadounidense. En algunos asuntos, como el reiterado de los migrantes, el Papa no está muy distante, aunque con otro lenguaje, de una visión como la de los grandes magnates del planeta. ¿Son hermanos el migrante y el tratante?

     Para hablar de alianzas, hay que definir entre quiénes, y no hablar por "todos", como si cupieran porque seguimos en algo así como el Arca de Noé. Querer hacer "(..) renacer entre todos un deseo mundial de hermandad" y "construir sueños" (sic) suena bonito y tal vez venda, sobre todo para alguien que, según Sebreli, se las ingenia para quedar bien con todos. La verdad, ni el ducho presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, quien se ha declarado seguidor del Papa Francisco y no del comunismo, se pone a perorar por "todos los mexicanos": antes bien distingue entre corruptos y honrados. Bergoglio insiste en que estamos "todos en la misma barca". ¿El honrado y el corrupto?¿Se salvan o se hunden juntos también?¿Por qué motivo el honrado debería salvarse con el corrupto, o hundirse con él? Dicho sea de paso para López Obrador, Fratelli tutti retoma una idea cierta de Laudato sí: ayudar a los pobres con dinero sólo puede ser una solución provisoria para resolver urgencias, y no remplaza el acceso a una vida digna a través del trabajo (162), suponiendo que en la actualidad no tienda a remplazarse trabajo por "ocupación" entre estratos enteros de la población, lo que les impide, parafraseando al Papa, "vivir como pueblo" y alcanzar también el "crecimiento personal". 

     Como sea, se puede intentar pensar en clases sociales o seguir en la cantinela populista que exige para "todos", aunque explicándole al guarro que es un guarro, porque hay que "amar a todos, sin excepción". En realidad, "quien sufre la injusticia tiene que defender con fuerza sus derechos y los de su familia precisamente porque debe preservar la dignidad que se le ha dado, una dignidad que Dios ama. Si un delincuente -prosigue la reciente Encíclica- me ha hecho daño a mi o a un ser querido, nadie me prohibe que exija justicia y que me preocupe para que esa persona -o cualquier otra- no vuelva a dañarme ni haga el mismo daño a otros" (241). Es de lo poco que queda del pasado que Bergoglio no entiende por qué se va perdiendo. Dicho sea para terminar, el portal Vaticano oficial (vatican.va) que reproduce la Encíclica piensa en inglés (repite varias veces "en orden a", in order to), reivindica en inglés (vivan el pacifismo y los derechos civiles: Gandhi, Desmond Tutu y Martin Luther King) y tal vez no olvide que el candidato Demócrata estadounidense, Joseph Biden, es católico. Es recomendable, a manera de antídoto, tener acceso al libro de Susana Méndez Gago, La bondad de los malos sentimientos, para darse cuenta hasta qué punto algunos llevan agua a su molino como si fuera "el de todos" para paralizar, neutralizar o cooptar. Ese tiempo se acabó para quienes sufrieron en carne propia la adulteración del sentido de universalidad. Si alguna vez la hubo, no hay actualmente una Humanidad que reivindicar, aunque sea porque a sus defensores los dejaron solos, como lo explicara en su momento en La izquierda ausente el estudioso comunista italiano Domenico Losurdo. La palabra Humanidad no aparece en Fratelli tutti, por cierto, como no aparece la palabra emancipación. En vez de amar al guarro, al corrupto o al delincuente: ¿no sería mejor emanciparse de ellos? Un populista nunca lo propondrá, por horror al conflicto y por ahogarlo todo en "amor". Siempre se puede preferir la putrefacción con olor a santidad. Cambiemos un momento de disco religioso (si te lo aguantas, da click en el botón de reproducción y olvídate del jesuitismo):




FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...