Al parecer, hay sectores del poder en Estados Unidos y de una manera general en Occidente que no han renunciado a seguirle creando problemas a la Federación Rusa, para debilitarla al máximo ante los chantajes, tal vez con la esperanza de que un buen día el agredido dé el paso en falso esperado y luego, ante una escalada, "no se atreva" ni a levantarle la mano al supuesto "jefe".
Por lo pronto, el mandatario ruso, Vladimir Putin, no dió el paso en falso en la crisis posterior a las recientes elecciones en Belarús. Las cosas siguieron su curso, buena parte del liderazgo de la oposición al gobierno bielorruso de Alexander Lukashenko fue desmantelada, las manifestaciones cedieron y Occidente no insistió demasiado, pese a estar en el origen de la provocación. Ahora se sabe, por ejemplo, que el Fondo Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy, NED) financiaba unos 34 proyectos en Belarús para ayudar a organizaciones no gubernamentales (ONGs) del lugar. El NED ha logrado con otras organizaciones "revoluciones de colores" en distintas partes del mundo, pero en Belarús el entrenamiento para la oposición no parece haber logrado su cometido. Rusia no se comportó como el "hermano mayor" ni impuso nada, pese a las relaciones cercanas con Belarús. No se trataba de caer en una trampa y por acercarse a Occidente o por equivocarse no puede considerarse al mandatario bielorruso"traidor" ni "imbécil", etcétera, salvo en la cabeza del "experto en inteligencia conceptual" Daniel Estulin, .
Entre Armenia y Azerbaidján, la provocación viene de atrás, aunque a la distancia Putin consiguió calmar las cosas (con un alto al fuego....que finalmente anunció Estados Unidos) por los enfrentamientos que se habían reanudado en el enclave armenio del Alto Karabaj (Nagorno Karabakh). Azerbaidján atacó, con respaldo turco y de mercenarios islamistas, pero la Armenia agredida...no es por ahora fiel aliada de Rusia, sino que desde una "revolución de colores" en 2018 (llamada "revolución de terciopelo", como una equivalente checoslovaca de hace muchos años), financiada desde Occidente por la Open Society del siniestro magnate estadounidense de origen húngaro George Soros, activa desde 1997 en ese país, llegó al gobierno el muy pro-estadounidense primer ministro Nikol Pashinián. Dicha "revolución " siguió el típico guión de otras "de colores". Por Pashinián, gente de Soros ocupa lugares en el gabinete armenio en puestos de seguridad y defensa. Pese a la duradera amistad ruso-armenia, Putin no iba a correr a defender a un gobierno muy pro-estadounidense. Por su parte, el presidente de Azerbaidján (donde a finales de los '90 fue jefe de estación de la Central de Inteligencia Americana-CIA, Gina Haspel, actual directora de este organismo e involucrada en crearle problemas al mandatario de Estados Unidos, Donald Trump), Ilham Alíev, le pidió a Putin que no se metiera.La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) se las ingenió para respaldar la posición turca...y al presidente armenio, Armén Sarkissián. Al parecer, a alguien se le fue un tiro entre los "socios y aliados" y Rusia no puede hacer mucho. Además, no le corresponde, y por lo general se ayuda al amigo, no al que se vuelve "socio y aliado" del enemigo. Pashinián buscó hasta hace poco acercar Armenia a la OTAN y ahora aceptó la posibilidad de "fuerzas de paz" rusas en la región, algo que no fue del agrado de Azerbaidján.
En Kirguistán, en el Asia Central ex soviética, se dió entretanto el tercer derrocamiento callejero del gobierno desde 2005, por lo que se convocó a nuevas elecciones presidenciales. La Open Society de Soros tiene una universidad en Bishkek, capital de Kirguistán, donde ha estado jugando también un papel muy activo la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).
Cosa curiosa, Belarús, Armenia y Kirguistán integran, junto a Kazajstán y la Federación Rusa, la Unión Económica Euroasiática (UEE), que al ser creada fue llamada por la Demócrata estadounidense Hillary Clinton "un intento por recrear la Unión Soviética", lo que no es, y como si Rusia no tuviera el derecho de asociarse con nadie porque sería "una amenaza" (lo que acaba de pintarle un informe de la RAND Corporation al ejército estadounidense). No parece que los conflictos mencionados se estén desbordando demasiado, aunque tal vez haya en Occidente quien siga considerando que la sola existencia de Rusia es "una amenaza", pese a que (Putin insistió en ello) no intervino en Belarús ni ha entrado a defender a los armenios. ¿La prudencia le parece a Estados Unidos una debilidad? Seguramente sea en Washington, capital estadounidense, con el "Estado profundo", y no en Moscú, capital rusa, donde haya que preguntar exactamente a qué juegan en la periferia de la Federación Rusa (si hasta Lukashenko presumía sus intercambios con el secretario de Estado de Estados Unidos, Michael Mike Pompeo). Ni Lukashenko, ni Pashinián, ni Alíev ni los gobiernos de Kirguistán parecen tener una idea clara de cómo se entromete Estados Unidos en lo que no debe.
(en la foto, un saludo de una mujer bombero armenia, por qué no).