Dos cosas son muy llamativas desde el comienzo de la epidemia del SARS-Cov-2. Una, que desde el principio se haya negado la posibilidad de cualquier tratamiento, como sucede hasta ahora (salvo con la dexametasona), para abirle el camino a la vacuna como única solución. Y otra, que se haya dicho, desde el comienzo también, que no habría vuelta al mundo de antes y que se entraría en cambio en una "nueva normalidad", sobre la que curiosamente se pusieron a discutir, dándola por sentada, numerosos intelectuales.
Es en este contexto que el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés) dió a conocer sus planes para el "Gran Reinicio" (Great Reset) del capitalismo, pretextando el SARS-Cov-2, aunque se sabe por múltiples estudios que la economía estaba en aprietos desde antes de este 2020. No se trata de ninguna "conspiración", puesto que el mismo líder de dicho Foro, Klaus Schwab, declaró que la epidemia era una ocasión para introducir cambios en el modo de funcionar del capitalismo. No se trata tampoco nada más de lo dicho explícitamente por Schwab: está el documento "Resetting the Future of Work Agenda-in a Post-Covid World", algo así como un "Libro Blanco" publicado en octubre de 2020 y fácilmente consultable con ese título.
A grandes rasgos, este "reseteo" se propone que en un futuro no muy lejano el 84 % de los procesos de trabajo sean digitales y/o virtuales y con video conferencias. No está de más recordar que en la actualidad muchas economías están muy terciarizadas (con predominio de los servicios, que es el sector terciario), lo que podría facilitar el plan mencionado. Un 83 % de la fuerza de trabajo trabajaría así de manera remota, sin interacción con otra gente, es decir, sin mayor contacto humano y por ende con distanciación social permanente. Un 50 % de las tareas laborales debería ser automatizado y debería haber trasvases de fuerza de trabajo de trabajos no digitalizados a digitalizados, aprovechando la computación, la inteligencia artificial y el uso de algoritmos, entre otras tecnologías de la llamada Cuarta Revolución Industrial. Muchas estructuras organizacionales actuales deberían ser declaradas obsoletas y hasta un 30 % de la fuerza de trabajo debería ser "reubicado". Un 28 % de la fuerza de trabajo debería quedar "temporalmente" fuera del mercado. En caso de volver a tener trabajo, ya no sería el mismo. De lo que se trata, a grandes rasgos, es de que las grandes empresas que pueden permitírselo sorteen la crisis económica a costa de otras en un intento por levantar una tasa de ganancia que, en tendencia, lleva ya a la baja varias décadas, un medio siglo, pese a repuntes esporádicos.
Schwab ha dicho muy explícitamente que está preocupado por el riesgo actual de "estallidos sociales". Los planes del Foro prevén "medidas inclusivas" ya descritas anteriormente, en particular el paso de un "capitalismo de accionistas" al de un "capitalismo de partes interesadas" (stakeholder capitalism). Uno de los proyectos es textualmente el siguiente: una renta básica que "aumentaría el incentivo para aceptar cualquier trabajo disponible" (sic). La idea es que esta renta pueda proporcionar "la demanda de bienes y servicios básicos que la economía necesitará". Por lo visto, una parte de los capitalistas quiere evitar que la recesión actual se convierta en Depresión aplicando este "gran reseteo" que no deja de ser contradictorio, puesto que aislaría a gran parte de los trabajadores y les restaría la posibilidad de tener un oficio real, reduciéndolos a "habilidades", cuando no los dejaría en la calle, y al mismo tiempo fomentaría un mínimo de consumo que tampoco respondería a un oficio real.
Una cosa son este tipo de planes y otra que se puedan llevar a cabo, al menos de manera generalizada. Como sea, hay indicios de que ya hay gente lista (a lo que sea, hay que decir, en nombre de la "globalización ineluctable como el sol y la lluvia" o del grandioso "desarrollo de las fuerzas productivas"): en particular, a que lo que por lo pronto parece coyuntural, por la epidemia, se vuelva crónico, como ocurrió con las medidas en los aeropuertos del mundo después del 11/S, aún cuando ya no hay "amenaza terrorista" real. Por lo pronto, hay que ver cuál es el alcance real de la crisis económica más allá de proyecciones que no dejan de ser éso, proyecciones y no tendencias. Debe llamar la atención que el actual secretario general de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, se haya plegado ya por completo a la creencia en el "Gran Reinicio" (la ONU y el Foro tienen firmado un acuerdo de asociación estratégica, entre otras cosas para acelerar la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030) y que el WEF sea socio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al grado de que su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, haya hecho un llamamiento a atender las sugerencias del Foro sobre la Covid 19. En otros términos, la ONU y la OMS dan un acceso "preferente y deferente" al mundo de las grandes empresas y sus intereses a expensas de los Estados y del interés público. No es el único problema: también está el de que estos grupos empresariales y muchos tontos quieran a cada rato "reiniciar" o "resetear" (debería decirse: "reincidir en"...) el sistema capitalista creyendo que se pueden saltar sus leyes. No hablan así de lo que realmente se trata, es decir, de hacer negocio hasta con su madre, sino prácticamente de volverse cada día más humanos y sensibles a las necesidades de todos. Así venderán su vacuna y así comenzarán otros a promover el "gran reseteo incluyente" como hace poco estaban en el "ganar-ganar" y cosas por el estilo.