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domingo, 7 de febrero de 2021

MÁS AMIGAS, PARA VARIAR...

 Ambos, Fito y Benito, le hicieron ante todo al gran capital el grandísimo favor de deshacerse de la oposición comunista y un poco más allá. El nazi-fascismo no dejó de ser apoyado justamente por dicho gran capital: ya ha habido ocasión de hablar de las británicas Dunlop, Price Waterhouse y Unilever o de las francesas Coco Channel, L'Oréal y Renault, aunque no cabe olvidar en Alemania a Puma o Adidas.

     Estados Unidos no se quedó atrás. Abuelito Bush, Prescott Bush, estuvo haciendo negocios con los nazis alemanes hasta 1942, ya entrada la segunda Guerra Mundial. Aquél estaba conectado con la gran corporación alemana Thyssen (el "jefe" Thyssen entró al partido nazi en 1931), a través de la Union Banking Corporation. Don Prescott estuvo ligado a una empresa alemana que empleaba trabajo forzado, la Consolidated Silesian Steel Company.

     A ver, sin ir tan lejos. Al nazismo no le faltaba la chispa de la vida. Coca-Cola tenía una planta embotelladora en la ciudad alemana de Essen, le vendió 4 millones y medio de refrescos a la Alemania nazi nada más en 1939, comenzando la guerra mundial, y fue una de las principales empresas patrocinadoras de los juegos olímpicos de Berlín en 1936. A partir de 1940, Coca-Cola pudo llegar a los países que ya había ocupado Alemania.

      El caso de General Motors es bastante conocido, puesto que le permitió a Alemania la fabricación de los Opel desde 1931. El presidente de la empresa en los años '30, William Knudsen, era un gran admirador del Fuhrer. Knudsen tuvo encuentros con jerarcas nazis como Hermann Goering. Cuando desembarcaron en el Día D en Normandía, los estadounidenses se toparon con un ejército alemán rodando con General Motors. Por lo demás, es también muy conocido que Henry Ford era un fan de Hitler. En 1939, Ford tenía récords de beneficios en la Alemania nazi. En 1938, Hitler condecoró a Ford con la Orden del Aguila Alemana, de Primera Clase.

      ¿E IBM (International Business Machines)? Pues también, otra amiga. Su jefe en esa época, Thomas J. Watson, era otro fan de Fito. A partir de 1933 se incrementaron los negocios de IBM en Alemania, mediante la subsidiaria Dehomag. Ya que estamos con las amigas del jefe, ¿qué tal ITT (International Telegraph and Telephone)? Su fundador, Sosthenes Behn, se encontró con Hitler desde 1933 y se pusieron a los negocios, que involucraron a otro jerarca nazi, Heinrich Himmler.

      Lo que investigaciones recientes han podido establecer (los archivos se abren tarde o temprano)  es que Alemania pudo rearmarse en buena medida gracias a fabricantes estadounidenses de armamento e industriales como Pratt & Whitney, Douglas y Bendix Aviation, que le vendían patentes al país centroeuropeo.. En 1942, cuando Estados Unidos ya había entrado en guerra contra Japón, cerca del 33 % de los camiones del ejército alemán era producido en fábricas de Ford. Entre 1942 y 1944, la fábrica de Ford en la ciudad alemania de Colonia (Kohln) construyó una buena cantidad de vehículos artillados para los nazis. Muchos fueron utilizados en el frente del Este contra la Unión Soviética. El presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt sale un poco comprometido del asunto, y se sabe por lo demás que Estados Unidos no venció la Gran Depresión sino gracias a la guerra: parte de la administración Roosevelt tenía que ver con el hombre de negocios Edward Stettinius, vicepresidente de General Motors y luego director de la US Steel. En 1936, Roosevelt sabía por correspondencia con el embajador estadounidense en Alemania, William Dodd, que centenares de compañías estadounidenses tenían negocios en Alemania.  Volvamos sobre las automotrices: en 1939, cuando comenzaba la guerra Mundial, General Motors y Ford controlaban el 70 % del mercado de automóviles alemán. Albert Speer, ministro nazi de Armamento, declaró en su momento que sin General Motors la Alemania nazi no habría podido atacar Polonia en una operación relámpago. A principios de los 40, empezada la guerra, los alemanes fabricaban armas en fábricas que solían ser de capital estadounidense (unas 60 fábricas).

      ¿Y para aceitar la maquinaria?Desde diciembre de 1933, la petrolera estadounidense Standard Oil Company (Nueva Jersey) le ayudó a la Alemania hitleriana a producir gas. La empresa química DuPont tuvo fuertes vínculos con los nazis y en particular con IG Farben, directamente involucrada en los campos de concentración  (fabricó el gas Zyklon B).

     Hitler llegó al poder con la ayuda del gran capital alemán, también: el hombre de negocios Gustav Krupp, influyó para el ascenso del Fuhrer al igual que el magnate Fritz Thyssen. Este conocía a Hitler desde 1923. Pues bueno, Thyssen resultó ser el amigo de nuestro abuelito, Prescott Bush, el banquero, el papá de George H.W. Bush (a quien Prescott introdujo en la industria petrolera) y abuelo de George W. Bush, por cierto que contrario a Donald Trump y partidario del presidente estadounidense Joseph Biden.

      No queda claro quién vió con malos ojos el ascenso de Hitler en las democracias "liberales" occidentales. De todos modos, como todo el mundo sabe, aunque sea porque ya estamos en la total confusión de lo frívolo y lo serio, Stalin tuvo la culpa de todo y más, y en este blog hubo mano directa de Vladimir Putin. Puede que lo dicho no sean más que fake news y que no sea cierto que el gran capital y las democracias "liberales" impulsaron y quisieron manejar al nazi-fascismo. Digamos que no se ha hecho más que hablar de otras amigas más del Fuhrer Fito. No parece que el gran capital, el importante de la actualidad, haya estado con el mandatario Donald Trump, ni que este haya llevado a cabo una decidida política belicista, ni que haya perseguido a opositores (como lo hicieron Hitler y el italiano Benito Mussolini contra los comunistas desde antes de llegar al poder, en un gesto que el gran capital entendió muy bien), ni nada. No vale tampoco para el presidente brasileño Jair Bolsonaro (bajo cuyo gobierno salió libre Luiz Inácio Lula da Silva) o para el filipino Rodrigo Duterte. 

     Empleadas por los grandes medios de comunicación masiva y repercutidas en el mundo intelectual, las palabras en un sistema como el capitalismo remiten a un significado preciso: el rating, para lo que necesitan ofrecernos algún espectáculo y movernos ciertas emociones, como el miedo, por ejemplo. Se puede sospechar que hay algo de protofascista en alguien como Biden si tiene de su lado a todito el gran capital, entre otras cosas, pero el gran capital lo que hizo con el nazi-fascismo fue utilizar sociedades "inferiores" a la capitalista como golpeadoras (la unificación alemana y la italiana fueron muy tardías), así que aún hay otras cosas por delucidar. Lo que en su momento quiso hacer el gran capital con el nazi-fascismo fue invertir en él, porque, por lo que se ve, le pareció desde varios puntos de vista un buen negocio, aunque a la larga no fuera así.. Para lo demás, fuera del negocio lo que produce a estas alturas el capitalismo con su palabrería es puro sinsentido. Dicho de otro modo, un sentido -único- muy avezado del negocio se acompaña cada vez más de dichos que "tienen valor sin valor de uso", es decir, que más allá del negocio mismo no significan mayor cosa. Es blablablar. Y conste que hasta se ve simpático:




LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

 La Internacional Progresista (IP) del político Demócrata estadounidense Bernie Sanders se ha tragado a buena parte del progresismo latinoam...