Lo que está sucediendo con parte no desdeñable del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador es bochornoso. Es sin duda gracias a la lucha popular encabezada por esta organización que el país centroamericano alcanzó la democracia. Pero no es sólo asunto de que el FMLN no haya sabido qué hacer en los años en que tuvo la presidencia. Ahora resulta que varios líderes efemelenistas muestran la más grave de las desorientaciones, lo que lleva a hacerse preguntas sobre el pasado y lo realmente anhelado. Ante la presidencia de Nayib Bukele, los dirigentes efemelenistas Lorena Peña, Medardo González y Norma Guevara autorizaron reuniones de veteranos de guerra con la embajada de Estados Unidos. Al parecer, algunos no recuerdan el papel estadounidense durante el conflicto armado interno salvadoreño en los años '80. Por si fuera poco, se ha reconocido injerencia "en parte" de Estados Unidos en tenues protestas recientes contra Bukele. Domingo Santacruz, exdiplomático del FMLN durante el gobierno de Mauricio Funes, explicó que el gobierno de Estados Unidos financía a los "reformistas" del Frente. Este financiamiento incluye a organizaciones no gubernamentales (ONGs) en las cuales trabajan ex miembros del Frente. Parte de la denuncia la hizo el ex diputado efemelenista Jorge Schafick Hándal Vega Silva, hijo del histórico líder comunista y del Frente, Schafick Handal.
La injerencia estadounidense contra Bukele ha sido descarada. Jean Manes,, encargada de negocios de Estados Unidos en El Salvador, hasta hace poco, le pidió a Bukele liberar a Ernesto Muyshondt, político de la ultraderechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), acusado de trato con pandillas; no tocar al ex presidente (de ARENA) Alfredo Cristiani ni a Douglas Meléndez, ex Fiscal General acusado de corrupción, y la no reelección del Fiscal actual, Rodolfo Delgado. Además, Manes le pidió al mandatario salvadoreño detener los arrestos de personas implicadas en casos de sobresueldos, algo que implica a gente del FMLN. Esta organización, ya convertida en partido político, no tuvo inconveniente en dejar intactos los sobresueldos de tiempos de ARENA ni la gran partida presupuestal discrecional del gobierno. Vistas las cosas desde lejos, pareciera que gran parte del FMLN no tenía visión suficiente para desprenderse de prácticas clientelistas típicas de la oligarquía.
Bukele tiene una gran popularidad. No se ha limitado a proyectos importantes de infraestructura pública, ni a salvar de manera eficaz la epidemia de la Covid 19, ni a bajar muy significativamente la violencia homicida de las pandillas, teniendo al 2021 como el año más seguro de que se tenga registro. De ser el país más inseguro del mundo, El Salvador ya no aparece ni entre los 20 más inseguros. Detrás de Uruguay, El Salvador es el país de América Latina que mejor ha gestionado la crisis sanitaria. El presupuesto para salud y educación ha ido aumentando de manera significativa, y cabe mencionar medidas como la que prohíbe la privatización de agua, considerada un Derecho Humano. Mientras el FMLN no termina de dividirse, ARENA vota contra la construcción de una Biblioteca Nacional. Bukele no ha descuidado la inversión en cultura.
Hasta el término del año 2021, Bukele no cayó en el triunfalismo, ni se durmió en sus laureles. Ha dado resultados y no es afín a la costumbre tan latinoamericana de remplazarlos por palabras, creyendo encima que las palabras tienen algún poder mágico para producir resultados. Bajo la presidencia de Salvador Sánchez Cerén, el FMLN ni siquiera fue capaz de darles algo más que migajas a los habitantes de El Mozote, alguna vez lugar de una terrible masacre perpetrada por el ejército salvadoreño. Con Bukele ha sido distinto. No está claro el porqué del silencio cómplice de la izquierda progresista ante el derrumbe del FMLN y la injerencia estadounidense contra el actual gobierno salvadoreño, que por lo demás ha tenido el excelente gusto de no poner por delante pseudobanderas como las del derecho al aborto, la de la comunidad LGBTTTIQ+ y otras concesiones a la clase media proestadounidense, que no alcanza a ver más allá de la punta...de su nariz, digamos. Es el Frente el que postuló a una mujer trans (esta organización tiene una Secretaría Nacional de Diversidad Sexual y Género) y son ex de ARENA que candidatearon a un diputado gay. Bukele no persigue, simplemente tiene otras prioridades: por ejemplo, levantar centenares de escuelas para las cuales el FMLN no hizo nada, dejándolas al abandono. Primero seguridad, tema muy mal abordado por el progresismo; infraestructura pública, educación y salud, en serio. Por cierto que en El Salvador no se renunció a la figura de Primera Dama, por lo que se atiende a la niñez y al arte, mientras que en otro país la esposa del presidente no se ocupa más que de ambiciones propias y de disparates culturales. Bukele ni siquiera llama al amor a cada instante como si estuviera regenteando la sección de tarjetas de regalos de alguna tienda departamental. Sincero y sin pretensión, mejor (da click en el botón de reproducción).