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miércoles, 29 de diciembre de 2021

¿JOSEPH BIDEN SABE DETENERSE A TIEMPO?

 Los cerca de 10 mil soldados que estaban estacionados en el sur de Rusia, cerca de Ucrania, fueron retirados. No parece que hayan estado en el lugar para una "invasión inminente" contra Ucrania, sino por otro motivo. En efecto, de lo que no se habló en los medios de comunicación masiva occidentales es de la presencia en Ucrania de unos 10 mil especialistas militares, entre ellos ni más ni menos que cuatro mil estadounidenses, además de mercenarios y armas químicas en la región del Donbás. El presidente ruso, Vladimir Putin, sin duda exagera cuando habla de que se está produciendo en este lugar un "genocidio". pero lo cierto es que Ucrania no ha cumplido con su parte de los Acuerdos de Minsk para la pacificación del Donbás, donde se encuentran las "repúblicas populares" de Donetsk y Lugánsk. Hace rato que ya se hubiera debido reconocer dentro de Ucrania la autonomía de estos territorios, pero Kíev, capital ucraniana, se ha negado a cualquier estatuto especial para el Este del país. Tampoco incomoda demasiado en Occidente que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tenga desplegada una tropa de 40 mil soldados en las fronteras occidentales de Rusia. La OTAN se coloca a las puertas de Rusia, habla de incluir a Ucrania -viejo sueño Demócrata expresado desde los años '90 por el gran halcón Zbigniew Brzezinski- y los ucranianos se saltan a la torera los Acuerdos de Minsk, creando un clima de provocación -lo que explicaría la presencia de los 10 mil soldados en el sur de Rusia-, pero como quiera que sea Occidente no para de hablar de "la amenaza rusa". Si los rusos piden, como acaban de hacerlo, garantías de que los occidentales van a pararle y sobre todo no colocar armas ofensivas a las puertas de Moscú, capital rusa, los medios de comunicación masiva occidentales ven en la solicitud "una amenaza de Putin".

     En rigor, la mejor manera de garantizar que su vecino no lo amenace ni lo ponga en peligro es romperle la cara, tirarlo al suelo, quebrarle las costillas y mandarlo al hospital. De esta manera, usted se sentirá sin duda más tranquilo. La lógica es impecable, y poco importa que su vecino haya tenido o no la intención de hacerle a usted algo, lo que sea. Es lo de menos: los intereses de usted están primero, como debe de ser. En esta misma medida, usted puede, lógicamente también, sospechar de cualquier gesto amistoso de su vecino en el ascensor: ¿qué tal si lo hace por astuto y para bajarle la guardia con tal de golpearlo mejor? Insistamos: para bien de usted y de su familia, lo mejor sería que el vecino esté una buena temporada en el hospital. Impecable. La familia también se lo creerá. Es más: si los demás condóminos pueden también compartir esta forma de ver las cosas, se los puede llamar a aislar al vecino, por sospechoso, aunque no haya hecho nada, o en todo caso nada de consideración contra nadie. ¿Tal vez sea oportuno sacar definitivamente al vecino y quedarse con su departamento? La seguridad sería así absoluta.

      Es poco probable que Occidente esté buscándole las pulgas a Rusia "por ser Rusia" o por tener ésta sus propios valores, "tradicionales"; los talibanes afganos también los tienen y se pacta regalarles el poder, por cierto que a costa de una desestabilización sobre la que Rusia ha vuelto a expresar preocupación, reforzando a toda prisa sus lazos con Tayikistán. El capitalismo, más si está en crisis, necesita abrirse mercados, expandirse, y no se explica que Rusia no haga como China. Dejando de lado el asunto espinoso de Crimea, se cree que Rusia debería morder el anzuelo de entrar en las rivalidades interimperialistas, o convertirse en una periferia liquidada: sea como sea, competir. Es por lo mismo que más de un líder occidental considera que habría que tragarse a la Federación Rusa con sus gigantescas riquezas. No es seguro que los rusos comprendan plenamente esta situación capitalista. Cuando trata de expandirse, el capitalismo no duda en recurrir a la gran guerra, pero le está vetada desde 2018, porque Rusia lleva la delantera en la carrera armamentista gracias a las armas hipersónicas. Tal vez se espere sobre todo algún pretexto para seguir haciendo caer sobre los rusos un diluvio de sanciones, a ver si la Federación implosiona como la Unión Soviética, ofreciendo una "salida" en medio de los enredados problemas financieros y productivos del gran capital. Stalin decía que el problema de Hitler es que no sabía detenerse a tiempo. No queda claro si Estados Unidos y los Demócratas, además de Republicanos "duros", son capaces de detenerse, o si piensan armar un pleito para liarse a golpes hasta el último ucraniano. ¿Hay quien crea que la OTAN se ha ampliado porque "no entendió el fin de la Guerra Fría" -otro error de los rusos-, o es para proteger los mercados que se van tragando la Unión Europea y Estados Unidos, de un modo que ni Hitler hubiera soñado? Hitler no quería dominar el mundo entero: quería diezmar a los eslavos rusos, sin que jamás nadie lo haya acusado de genocidio; quedarse con el granero de Europa, Ucrania, y el petróleo del Caúcaso. En pleno Caúcaso y después de dos provocaciones fallidas en Chechenia, la OTAN quiere engullirse a Georgia.

     El estado de la dizque "opinión pública" occidental es una calamidad. Ni la izquierda es capaz de un mínimo de solidaridad con Rusia. En rigor, en Occidente no se consigue discernir el bien y el mal y ni siquiera parece escandalizar mayormente que se lleve décadas tratando de dañar a Rusia. Se considera algo natural, y además, que no conlleva consecuencias. Pese a la delantera rusa en materia armamentista, a Occidente al parecer todavía no se le aparecen con claridad los costos de lo que hace, puesto que todo se mide en análisis costo/beneficio. Es probable que este costo, única verdad a la que pueden llegar los occidentales, se les aparezca en algún momento.

     A los rusos les asiste la razón: son las víctimas, no los verdugos, salvo que no se sepa ver un mapa (no es seguro que se sepa) o que se piense que es un error tener un país justo en el lugar donde están las tropas de la OTAN. Al mismo tiempo, quedan algunos aprendizajes por hacer. Como lo ha sugerido el cineasta ruso Nikita Mijalkov, no es muy sensato buscar quedar bien con alguien que no lo quiere a uno. Tampoco es una garantía de paz abjurar del pasado -el mismo Mijalkov ha denunciado aberraciones como el Centro Yeltsin de la ciudad de Ekaterimburgo- y ponerse a escupir sobre él a todo lo que da, como sin con ello Occidente fuera a apaciguarse. Es tomado por síntoma de debilidad.Homenajear al presidente Boris Yeltsin, al último líder soviético, Mijaíl Gorbachov, o al escritor Alexander Solzhenitsyn, un mentiroso consumado, o tachar a Lenin de "espía alemán" (algo insinuado hace poco por Putin) no es más que ceder ante la "técnica del salami" occidental. Es de esta técnica de que se trata en lo ideológico, pero también en lo geopolítico, en lo político y en lo económico para debilitar al máximo a la Federación Rusa.

     Seguramente las cosas deban seguir un curso tal que cada quien tenga que hacer el aprendizaje respectivo, y para el caso puede pasar tiempo. La diferencia está en el apego ruso a la paz, por contraste, como lo hiciera notar también recientemente Mijalkov en un programa televisivo, "Besagon TV", con gente en Occidente que se cree totalmente invulnerable y que ha caído en una pasmosa indiferencia, como si por lo demás fuera cierto que la "amenaza" estaba en los rojos y en la Unión Soviética. El capitalismo puede ser una amenaza para sí mismo, pero tampoco parece entendible. Queda por saber si el presidente estadounidense Joseph Biden y su "Estado profundo" saben detenerse a tiempo, aunque sea por cálculo costo/beneficio, puesto que Rusia sin suda subirá el precio a pagar, restando posibilidades de ganancia. Por cierto: ¿todavía es posible diferenciar a alguien que piensa lo que dice de alguien que no? En el segundo video, alguien termina exasperado de que lo estén aplaudiendo de manera francamente tonta. En el primero, alguien más busca muy excitado la tontería de la audiencia.  Da click en los botones de reproducción.







 


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