La señora rehusó jugar el papel de Primera Dama. En estas condiciones, no queda claro a qué título viajó a Estados Unidos a celebrar el 5 de mayo con el presidente estadounidense, Joseph Biden, y su esposa. Nadie criticó la actuación de una señora que es intocable.
Al poco tiempo, el esposo de la señora, es decir, el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador, se fue de gira por parte de Centroamérica y el Caribe. En Honduras, fuera del protocolo, felicitó a la presidente hondureña Xiomara Castro por hacer una reforma eléctrica, sin que quede claro si no es una forma de meterse en asuntos estrictamente hondureños. López Obrador, para felicidad de la oposición mexicana, que lo recogió enseguida, se asomó a Cuba entre otras cosas para sugerir "una Revolución en la Revolución". En concreto, López Obrador dijo: "prefiero seguir manteniendo la esperanza de que la Revolución renazca en la Revolución. Que la Revolución sea capaz de renovarse para seguir el ejemplo de los mártires que lucharon por la libertad, la igualdad, la justicia, la soberanía". Ciertamente, agregó: "y tengo la convicción y la fe de que en Cuba se están haciendo las cosas con ese propósito, de que se haga la nueva Revolución en la Revolución, es la segunda gran enseñanza,, la segunda gran lección de Cuba para el mundo". No era algo sabido hasta que lo anunció el presidente mexicano. De paso, la pregunta es la misma: ¿no se entrometió en asuntos que competen únicamente a los cubanos?
Fuera de lo anterior, en Cuba el mandatario mexicano se la pasó contando la historia más bien irrelevante de Catarino Erasmo Garza Rodríguez, en presencia de la señora, de quien no se puede saber con qué criterio elige asistir a unas cosas y a otras no, salvo que sea el de una ambición propia (digamos que es pura especulación, y de carácter transexenal). López Obrador recibió el máximo galardón cubano, dada la capacidad de las autoridades cubanas para maniobrar al que se deje, porque nadie puede decir que el mexicano haya hecho algo relevante por las relaciones cubano mexicanas: la Orden José Martí, dedicada a hombres que han hecho "grandes hazañas por la Humanidad", según la presidencia de Cuba. El resto fue en parte el consabido lloriqueo sobre el bloqueo, con la oferta del mexicano de interceder para que sea levantado. Rusia es el país más sancionado del mundo -tiene encima miles de sanciones- y no se pasa el tiempo implorando a medio mundo o todo el mundo que se las quiten.
Previamente, en Belice, y sobre la base de puras proyecciones, López Obrador volvió sobre su idea -suponiendo que sea suya y no del señor canciller- de unir a todas las Américas a la manera de la Comunidad Económica Europea (CEE, esta vez no habló de Unión Europea). No tiene mayor sentido explayarse sobre este absurdo. Lo que llamó la atención es que el mandatario de México, a tono con sugerencias del empresario mexicano Carlos Slim, enfatizó en la necesidad de esta unidad para contrarrestar el ascenso chino y también el declive estadounidense, como si fuera una finalidad válida, y aparentemente con el fin de evitar una confrontación, se supone que entre Estados Unidos y China: “solo de esa manera, dijo López Obrador, en una America unida, integrada, hermanada podremos hacer frente a las turbulencias de la economía mundial y, lo más importante, al peligro geopolítico que representa para todo el mundo el declive económico de Estados Unidos frente a otras regiones, en especial en Asia y en particular al avance económico-comercial, que puede ser hasta hegemónico, de China”No queda claro que sea de la incumbencia de América Latina, ni que el asunto esté realmente a la orden del día, salvo en estereotipos. Las proyecciones no son tendencias y rara vez se cumplen, ni tiene mayor sentido proponerse cosas según lo que vaya a suceder en el año 2050. En todo caso, no queda claro por qué America Latina tendría que salvar a Estados Unidos de su declive, que no deja de ser relativo. Mucho menos queda claro por qué America Latina tendría que tragarse el cuento de “ la amenaza china”. El hecho es que López Obrador ha coleccionado los llamados a hacer propios los intereses de Estados Unidos.
Es dudoso que el presidente mexicano sepa de qué habla. Es mera hipótesis que ciertas creencias salgan de la cancillería, cuyo titular no ha escondido su ambición de ser el sucesor de López Obrador, y dista mucho de ser el blanco de la oposición, que ha escogido cebarse sobre la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. La señora, por su parte, empuja a recordar que en México la forma es fondo. Y tal vez en la actual política exterior también. Con los Van Van (da click en el boton de reproducción).