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martes, 17 de mayo de 2022

MUCHAS GRACIAS POR TODO

 Las luchas tercermundistas, fueran anticolonialistas o de las llamadas "de liberación nacional", se granjearon gran popularidad hasta los años '70 y, en buena medida, arrastraron a la Unión Soviética, que había perdido mucho de su aureola a partir del "deshielo" de 1956. Se suponía que el Gran Cambio estaba en el Sur. Esta creencia persiste entre quienes admiran hoy a ciegas a China, y suponen que es el enemigo a vencer de Estados Unidos. Resulta que la superpotencia estaría dando un pequeño rodeo por Rusia para atacar luego a China, sin que quede claro el por qué de tanta vuelta.

     La suerte corrida por algunos movimientos de los mencionados no ha sido muy debatida. En algún momento se criticó que Yasir Arafat se hubiera quedado tanto tiempo al frente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). Hoy ya no son tiempos de Al Fatah, sino de Hamás.

     En India, son tiempos de la extrema derecha que a nadie incomoda, mucho menos a Estados Unidos: la del primer ministro Narendra Modi, ultrapopular. Cabe hacer notar que fue con Rajiv Gandhi, nieto de Jawaharlal Nehru e hijo de Indira Gandhi, que en los años '80 India se fue acercando a Estados Unidos y aplicando una política de las llamadas "neoliberales", sin que el Partido del Congreso recuperara la popularidad que fue perdiendo. El fin de Rajiv Gandhi, como el de Indira Gandhi, fue trágico, pero al mismo tiempo algo no funcionó que se concibió el paso del tiempo como el de una sucesión dinástica, a tal grado que a la muerte de Rajiv Gandhi por poco y queda a la cabeza de India Sonia Gandhi. El Partido del Congreso no tuvo nada mejor que postular para las elecciones de 2019 a Rahul Gandhi, hijo de Rajiv. Ya había perdido antes, en 2014, frente a Modi, y por cierto que fue educado no nada más en el Reino Unido, sino que también en Estados Unidos (Harvard), donde vivió. El partido del Congreso se dió el lujo con Rahul Gandhi de tener los peores resultados de su historia, luego de haber representado la independencia de India y el No Alineamiento, entre otras cosas.

     Al Congreso Nacional Africano (CNA) en Sudáfrica no le ha ido mucho mejor. Sin levantar a un país donde campean la pobreza, el desempleo y la desigualdad, además de una de las peores violencias del mundo (Sudáfrica tiene a varias ciudades entre las más peligrosas del orbe, incluyendo a Durban, Mandela Bay, Ciudad del Cabo y Johannesburgo), el CNA está asociado por lo menos desde el presidente Jacob Zuma a la corrupción en grande. No queda nada del ideal fundador ni de la Carta de la Libertad de 1955. Lo que queda es la política llamada "neoliberal" y mandatarios como el actual Cyril Ramaphosa, el señor dueño de la franquicia sudafricana de McDonald's, 450 millones de dólares y 31 propiedades. No queda muy claro, cuando se considera a países como India o Sudáfrica, de qué "mundo multipolar" se está hablando: si el de las castas miserables o el de de corruptos en nombre de la lucha contra el apartheid.

   Puede parecer cosa de subdesarrollados, en América Latina, a condición de no tomar en cuenta lo penoso del descalabro del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador, sin una pizca de análisis o, en otro nivel, lo que le sucedió en México al Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuyo suicidio entre la corrupción, la cuasi-anexión a Estados Unidos y la tecnocracia es menos original de lo que pueda pensarse en el marco del antiguo Tercer Mundo. Hay algunos otros ejemplos lamentables, como el del Partido Revolucionario Democrático (PRD) panameño. Ninguno de los casos mencionados ha sobrevivido a la mezcla de ambición de poder y de dinero que hizo dejar de lado lo conquistado, aunque algo quede, para bien o para mal.

     Las explicaciones se las pidieron regularmente a los "estalinistas", "dogmáticos" , etcétera. También cabría pedirlas a los antiguos tercermundistas que prometieron superar a los comunistas, se convirtieron en símbolos sesentaiocheros y posteriores (lo hindú, Mandela, lo palestino, las grandes Fuerzas Populares de Liberación salvadoreñas, Zapata por aquí y por allá, etcétera). Hay más de uno en algún berenjenal, desde el cual no está demasiado autorizado para criticar, pongamos por caso, a la Federación Rusa (ni se diga a la Unión Soviética). No está de más recordar que muchos de los mencionados se orillaron al "centro" y versiones más o menos socialdemócratas tan pronto como pudieron. Y no fue para beneficio de "sus" países. Lo que no parece correr prisa es algún aprendizaje: ¿India con Modi y una Sudáfrica podrida en qué multipolaridad? Hay algo más: que después no se diga si salen los "demócratas liberales" con que cualquier cambio corre el riesgo de llevar al poder a unos aprovechados. No es exactamente la historia, pero...



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