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jueves, 27 de octubre de 2022

ECUADOR EN DESGRACIA

 Aunque estaba algo latente, el problema del narcotráfico en el Ecuador no había estallado bajo la presidencia de Rafael Correa. Ocurre que a la salida de éste, a las autoridades ecuatorianas no les pasó nada mejor por la cabeza que desmantelar órganos de seguridad que funcionaban y tenían conocimientos en la persecución del crimen, según lo admite un reciente reportaje de la revista mexicana Proceso. Con el descuido (en el mejor de los casos) y el correr de los años, del "gobierno" de Lenín Moreno al actual de Guillermo Lasso, obsesionados contra Correa, el litoral ecuatoriano se volvió el envite de dos cárteles mexicanos de la droga: el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación, que subcontratan a grupos locales, los "Choneros" y los "Tiguerones".

      Correa tenía control pese a que sacó del Ecuador a la base militar estadounidense de Manta. Moreno dejó hacer y Lasso quiere militarizar, pero no es suficiente: falta tomarse el asunto realmente en serio. Lo que están haciendo los cárteles es sacar la droga del sur de Colombia por el litoral ecuatoriano, vía Esmeraldas, hacia el norte; Manabí, hacia el centro, con pistas clandestinas de aterrizaje; y Guayas, hacia el sur, aprovechando el escaso control portuario de la ciudad de Guayaquil. Dada la rivalidad entre grupos del crimen organizado, la violencia se ha incrementado, notoriamente en Esmeraldas (de población negra), con una tasa de homicidios actual del triple de la media nacional, y con las bandas de criminales que extienden sus actividades a las extorsiones a comercios, obligando a muchos a cerrar. Los enfrentamientos entre bandas se han extendido a las cárceles, dejando centenares de muertos (13 masacres con 402 muertes entre febrero de 2021 y octubre de 2022). Al parecer, quienes no hacen más que agredir a los progresismos latinoamericanos, así deban verse con reserva, no parecen darse cuenta de que la derecha se ha vuelto incapaz de gobernar, ni siquiera por obedecer algunas órdenes de Estados Unidos (favorecer ostensiblemente a un cártel frente a los demás, como en México). Ni siquiera disminuye la producción de droga en Colombia y Perú: aumentan los decomisos porque se produce más. Nada tienen que ver guerrillas en el asunto, pese a las genuflexiones que quiera hacer la dirección de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

     A quienes no les espera la "puertorriqueñización", puede esperarles una "haitianización" que a últimas fechas se ha querido paliar de nuevo con el amago de envío de tropas internacionales, después de que medio mundo lucrara con la desgracia de Haití, incluyendo a la Fundación Clinton, el actor Sean Penn, las fuerzas internacionales con fuerte apoyo de Lula y otros paliativos.

     No se puede condenar la actual situación ecuatoriana sin contrastarla con los tiempos mejores de Correa. Al mismo tiempo, sin mano dura a la manera del presidente Nayib Bukele en El Salvador no hay modo de terminar con el flagelo de la inseguridad, así no les guste a los estadounidenses que quieren otra cosa: una asociación cuasi-monopólica con un cártel para hacer de la droga un negocio como cualquier otro, y llevarse una buena tajada para beneficio propio, así el país en vías de subdesarrollo ponga los muertos y la descomposición social para gestionar el "caos controlado". A estas alturas, ya debería haber quedado claro que problemas tan graves como los de Haití o el Ecuador no existen en Cuba o Nicaragua, pese a que no se trate de aplaudir a estos últimos por lo que sea. El hecho es que, vistas las cosas desde distintos ángulos, el Ecuador está convertido en otro "Estado fallido", así que no queda más que el pobre consuelo de un mundo que se fue (da click en el botón de reproducción).



FANÁTICAMENTE MODERADOS

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