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martes, 11 de octubre de 2022

PROVOCACIÓN

 A partir de los años '70 y hasta los '80, la Humanidad tuvo conciencia de ser tal, con rasgos en común, compartidos, habida cuenta del riesgo de verse aniquilada de la faz de la Tierra por el empate nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética -la paridad estratégica- y lo que se conoció como MAD por sus siglas en inglés (Destrucción Mutua Asegurada). Es un riesgo que aún existe, pero minimizado.

      La derrota soviética y victoria estadounidense hizo desaparecer esa idea de Humanidad en común qué cuidar, en especial porque imbuyó a los vencedores de un sentido ya no de igualdad, sino de superioridad. Se extinguió así esa idea de "lo común" y se llegó a lo que hay ahora: la creencia desde la superioridad de que no hay nada humano en común con los rusos, de tal modo que éstos y el mandatario Vladimir Putin son retratados como si no fueran humanos, es decir, como si no fueran "racionales", entendiendo por racionalidad el cálculo de conveniencia, que es lo que queda en Estados Unidos y sus "socios y aliados". Rusia, a su vez, se ha atrincherado en su propio particularismo, el de "los valores tradicionales", aunque le quedan dejos de sovietismo.

     Es un poco inaudito ver lo que han estado haciendo en estos tiempos los medios de comunicación masiva occidentales: creando posibles "escenarios" de guerra nuclear, en el entendido -falso- de que Putin amenazó con usar el arma atómica. Lo primero que llama la atención es que Occidente, al menos en esos medios, desconoce la superioridad militar rusa gracias a las armas hipersónicas. Al parecer, desconoce también que Putin va invicto: Chechenia, Osetia del Sur, Crimea y se agregarán el Donbás y la Novorossiya, a lo que debe sumarse Siria, donde Rusia fue decisiva para derrotar al terrorismo islámico.

      Todos estos "escenarios nucleares" están construidos con sensacionalismo, porque al parecer para algunos la posibilidad del uso del arma nuclear "vende": nada con más rating que mostrar un hongo atómico en alguna parte del mundo para la sempiterna reacción occidental de indignación moral y gran tranquilidad por no verse afectado. Lo que quiere decir lo anterior es que se calcula la posibilidad de un uso limitado del arma nuclear, y se le quiere endilgar a Rusia, por lo que Putin es objeto de todas las provocaciones habidas y por haber. El "interés" de tal uso sería tal vez el de instalar más armas nucleares en las fronteras rusas (ya las hay tácticas en Europa Occidental) para llegar a un nuevo punto de chantaje (¿otra vez buscando la "decapitación"?), calculando que por su lejanía del "teatro de operaciones" Estados Unidos saldrá como siempre indemne. Estados Unidos está haciendo lo que en la Primera y en la Segunda Guerra Mundiales: empujando a que otros se líen a golpes para mantener la superioridad. El hecho es que Rusia no se apresura a caer en provocaciones, aunque tiene una telecracia enferma. 

     Lo único que dicta la doctrina militar rusa vigente es el uso de cualquier arma, se entiende que la nuclear incluida, en caso de ataque a su integridad territorial o en su contra con armas de destrucción masiva. No queda claro hasta dónde quiere Estados Unidos llevar las provocaciones, pero lo cierto es que la misma dirigencia estadounidense sabe que no quiere arriesgarse a que Rusia, demostrando la superioridad que tiene, decida tener por objetivo o blanco al territorio estadounidense. Es así que, mientras los medios de comunicación masiva y sus "expertos" crean todos los escenarios posibles, los militares estadounidenses se encargan de decirlo, cuando uno sabe leer una nota periodística: afirman no tener ningún indicio de que la Federación Rusa esté preparando algún golpe nuclear.

     Lo lastimoso es que haya desaparecido la idea universal de una Humanidad en común, en pie de igualdad, qué preservar, para ser remplazada en Occidente por la creencia en que entre occidentales se trata de gente "excepcional", "indispensable" y cosas por el estilo, entiéndase que "intocable" y por ende "invulnerable". Es lo que está en juego, aunque muchos no se den cuenta. Para Rusia, lo que cuenta es terminar de aprender que con el diablo no se come ni con cuchara grande: el imperialismo existe y daña. No vaya a ser que sea por "el mal lado" que tenga que recuperarse la idea de que todos somos iguales, formalmente al menos, y que no se puede apostar impunemente a la destrucción de otro. ¿No era el presidente estadounidense Ronald Reagan quien decía "aún no han visto nada"? Tal vez sea el momento de recordarlo. Y no olvidar que las provocaciones siguen (da click en el botón de reproducción).



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