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sábado, 26 de noviembre de 2022

AHORA, EL BREVE ESPACIO EN EL QUE ESTÁN

 El camino de las armas puede parecer al mismo tiempo el más difícil y fructífero, porque es semillero de héroes y mártires. En estas fechas, por diversos motivos, cubanos y gente cercana a ellos no ha dejado de vanagloriarse de lo logrado pese, se entiende, a que "los dogmas" y "la ortodoxia" (del Partido Socialista Popular -comunista) indicaban un cambio pacífico. Seguramente más de un comunista podía estarse equivocando antes de 1959, año del triunfo de la Revolución Cubana, al creer en una "alianza con la burguesía" cuando América Latina, por decirlo de alguna manera, estaba más atrasada que éso, no habiendo tales "burguesías".

     Al mismo tiempo, salvo en el caso de Nicaragua en 1979, y en una experiencia distinta de la cubana, no hubo triunfo de las armas en América Latina después de 1959. No lo hubo a pesar de que hasta ahora se recuerde con bien a quien promovió guerrillas un poco por doquier en la región, Manuel Piñeiro. Las visiones distanciadas existen, pero no por parte de los cubanos, que nunca supieron explicar a cabalidad tanto fracaso en las intentonas armadas, ni los muertos que provocaron, a la izquierda. En vez de un mínimo de crítica, lo que se distingue es el espíritu sesentaiochero y la costumbre de reiterar en el anticomunismo. Publicado en el portal de Alainet, el artículo "Fidel y el marxismo de la Revolución cubana: rebelión contra los dogmas", entronca muy en el estilo del 68 al concluir que Fidel dejó "como lección eterna de incalculable valor que para una revolución lo más sensato y recomendable , es decir, lo mejor, será siempre luchar por lo imposible".

     Ser héroe se convierte en fuero: no se puede pedir explicación del fracaso de tantos movimientos armados en América Latina. Tampoco se puede pedir explicación de que en algún momento alrededor de los '80 Fidel prometiera la llegada de un comunismo que no se produjo. Nadie le señaló al héroe su incansable quijotismo, al grado de retratar a la América Latina como un lugar de "volcanes en erupción" frente a la deuda externa que acabó pagándose varias veces. Tampoco se entienden las fallas reiteradas del "profeta" de los No Alineados que pronosticó lo que nunca llegó para el Tercer Mundo. Como lo muestra el artículo citado, de Marx y Lenin, Fidel no conocía demasiado. Es así que, hay que recordarlo, Fidel Castro terminó por decir que se hablaba de "socialismo" sin que nadie entendiera de qué se hablaba, según las propias palabras del héroe. Viene a cuento porque, pese a la voluntad mayoritaria de los cubanos, de socialismo no se habla casi entre intelectuales e incluso dirigentes políticos de la isla. De lo que se habla más es del levantamiento del bloqueo (que es un embargo), arma de dos filos. Y, claro está, de José Martí. Nunca se dice lo que dijo Martí de Marx al morir éste, acusándolo de propagar "el odio". Algunos autores poco tomados en cuenta para discutir han hecho notar las diferencias entre Marx y Martí, y lo que podría llamarse la manía del "suplemento de moral": alguna frase edificante del apóstol como sustituto regular del análisis. Vamos: pueden existir frases, pero no hay pensamiento de Fidel Castro porque era un hombre de acción -y de mucha palabra- poco dado a la teoría. Para ser más concretos, a diferencia de Stalin, que dejó así fuera de manera didáctica varios libros, Fidel no dejó más que discursos y frases hechas para la Historia. Ni siquiera algo como el "pequeño libro rojo" de Mao en China. Seguramente no sea fácil teorizar cuando en la práctica, junto a logros indudables, se tienen también errores que no se quiere abordar y no se hace más que reclamar adhesión incondicional. Lo que hace Cuba con Fidel y Martí llama la atención entre gente que, por antisoviética, anticomunista o las dos cosas, seguramente jura detestar el "culto a la personalidad".

     Pero aquí viene un viejo asunto que más de un intelectual cubano no puede dejar de sacar hasta hoy, que no ha pasado el anticomunismo. Decía de los comunistas de su tiempo el Che Guevara: "son capaces de crear cuadros que se dejen despedazar en la oscuridad de un calabozo, sin decir una palabra, pero no de formar cuadros que tomen por asalto un nido de ametralladora". Bueno, Stalin afirmaba: "es más fácil fusilar que poner a trabajar", y Raúl Castro se despidió del secretariado general del Partido Comunista de Cuba diciendo que, al parecer, la isla es "el único lugar del mundo donde la gente piensa que puede vivir sin trabajar". Llegará el momento de que los "rebeldes" tengan que rendir cuentas sin tener a la mano comunismo al que culpar. Porque son décadas de los mismos problemas que no se resuelven en Cuba y que se tapan con "ideología", cuando no es pura fraseología. La fama latinoamericana de la promesa que se queda en puras palabras es algo que ha logrado trascender a la región. Primero tomar un nido de ametralladora que trabajar, salvo que sean tiempos que se están yendo. Por cierto, ¿cómo ha podido haber tanto oportunista con la muerte de Pablo Milanés, "Pablito" para los de la isla y allegados, encontrándose al lado de los homenajes de The Washington Post y The New York Times, sin tapujos?¿O es que sigue escondido que algunos en la isla no piensan diferente de lo que Milanés decía abiertamente, al punto de declarar que el sistema cubano había fracasado? Es muy gracioso hacer el balance de los comunistas: falta todavía un poco para hacer el de los "nacional-populares", hoy en el extremo centro y en la frecuente deshonestidad (como el presidente venezolano Nicolás Maduro hablando de socialismo en su país), y haciendo lo que los "demócratas liberales", descalificar al menor desacuerdo, impidiendo todo debate. Queda el "poeta de lo cotidiano" (da click en el botón de reproducción).



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