El presidente estadounidense Joseph Biden y su homólogo chino Xi Jinping aprovecharon la reunión Cumbre del G20 en Balí, Indonesia, para reunirse y acordar seguir llevando la fiesta en santa paz. Biden aprovechó para mandar el mensaje de que Estados Unidos "seguirá comprometido en todo el planeta". Nada nuevo.
Al mismo tiempo, debe saberse que se han ido conociendo mejor algunos de los planes de Occidente contra Rusia. Lo nuevo es que, a la sombra de la Central de Inteligencia Americana (CIA), algunos consideran que podría intentarse la "descolonización" de la Federación Rusa, fragmentándola a partir de la creencia de que los rusos se han impuesto para someter a la miríada de nacionalidades que viven en el inmenso territorio euroasiático. Si antes el halcón Demócrata Zbigniew Brzezinski pugnaba por sacar a Ucrania de la órbita rusa (lo que está en gran medida logrado) y dividir a Rusia en tres partes, ahora la emoción es mucho mayor y no falta quien quiera la completa implosión de la Federación, como lo muestran algunos mapas.
Aquí arriba están dos propuestas. Las comparten líderes occidentales que le han dicho abiertamente al mandatario ruso Vladimir Putin que no hay razón para que exista un país tan grande en el planeta. Al parecer, sería mejor que Rusia hiciera "implosión" con varias esperanzas, a partir del debilitamiento económico y militar: un cambio de régimen, para volver a lo más parecido a los años '90, y la conversión completa de la Federación en una estación de gasolina occidental. Alguna vez el líder bolchevique Lenin quiso prohibir la diplomacia secreta con la idea de que arrastraba a los pueblos a catástrofes que no habían escogido. Lo que se sabe es que el cerco contra Rusia no es inocuo y, si la "implosión" se produjera -lo que es muy improbable-, los sueños de Hitler se quedarían muy cortitos, él que nada más quería llegar al Caúcaso y a lo sumo a los Urales. Pese a que los mapas del desmembramiento de Rusia están y algunos guiones previos también -de Irak a Yugoslavia-, la atención se concentra en Putin y sus supuestas "locuras" e "irracionalidades", seguramente con la creencia de más de uno, no sin raigambre sesentaiochera, de que efectivamente el presidente ruso no es "racional" ("es que uno no puede oponerse al sistema", etcétera). A esto se suma una imagen primitiva de Rusia, expresada por más de un presidente Demócrata estadounidense.