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miércoles, 23 de noviembre de 2022

A LA QUE FALTA

No es tan difícil entender la repercusión internacional por el reciente fallecimiento del cantante cubano Pablo Milanés, de la Nueva Trova. Ante todo, la izquierda no se aleja de las costumbres de otros, que declaran a sus amigos y preferidos "indispensables", así que Eugenia León, cantante mexicana, decidió que Milanés es un "imprescindible".
      Milanés se había alejado de la Revolución Cubana, a la que criticaba con argumentos más bien simplones, entre otras cosas despotricando contra "la ortodoxia" y la "generación histórica". No es que no se deba criticar, pero el también trovador Silvio Rodríguez, por ejemplo, suele ser menos trivial: recientemente pidió que a los jóvenes se les bombardee menos de "tanta ideología", asunto éste en el que el oficialismo cubano es insoportable, repitiendo a diestra y siniestra lo mismo. "Cuando oigo hablar de cultura, saco a Martí y a Fidel", podría ser el lema.
      Milanés dijo haber estado en "campos de concentración" (las UMAPS, Unidades Militarizadas de Ayuda a la Producción), pero no lo eran, sino que se trataba de campos de trabajo forzado: no es agradable, pero no es lo mismo. Lo que siempre fue ocultado es por qué Milanés fue a parar allí, porque no se trataba de selección al azar. ¿Por qué nunca se dice todo?
     En gustos se rompen géneros y hubo, hasta cierto punto, varios Pablo Milanés, desde el comprometido de "Yo pisaré las calles nuevamente" hasta el que supo recrear con gran gusto la música cubana tradicional en Filin y álbumes hermosos como los de Años. Había en ésto raigambre popular.
     Al mismo tiempo, en los años '80, Milanés acompañó con su música el reflujo de la izquierda y el retiro a "la vida cotidiana", de lo más clasemediero y desde luego que opuesto, diríase posmodernamente, a los "grandes relatos". Ahí sí, el señor se volvió grande, opacando al resto de la Nueva Trova, incluido Silvio Rodríguez. Ya no había que ocuparse de transformar el mundo, sino del hecho de que "todavía quedan restos de humedad/sus olores llenan ya mi soledad". No era necesario ser de izquierda para "El breve espacio en que no estás", ni para "Yolanda", así que hasta Margarita Zavala le pudo dedicar a Felipe Calderón, el ex presidente mexicano de derecha (Acción Nacional), unas palabras de Milanés, de la canción "Amor". Milanés terminó siendo, así, básicamente patrimonio de las clases medias latinoamericanas y sus lugares comunes sentimentales, hasta con el grupo Maná (Querido Pablo). Nunca se ha hecho un álbum intitulado Querido Silvio, porque era seguir con el "gran relato", por ejemplo en "El necio". Si acaso quepa lamentarse de que Silvio Rodríguez haya decidido llevar la fiesta en paz con su hijo disidente en Estados Unidos, Silvito El Libre, pero no mucho más. Por quedarse en la isla, Silvio Rodríguez ha dejado en claro que no es "Silvio El Preso". Ni está tan preso, ni Silvito es tan libre.
     Milanés debutó después de todo con el soporte de la Revolución, pero no le fue leal, y no es "miserable" recordarlo. Lo que sí lo es consiste en encumbrar a Milanés no nada más por ser "víctima" de una Revolución y criticarla, sino por encarnar, a fin de cuentas, una "libertad de escoger" muy "neoliberal", sesentera y clasemediera. "No ha sido fácil", cantó alguna vez Milanés. Pero no está de más preguntarse de nuevo por qué no hubo nunca un Querido Silvio. No era la Revolución Cubana, que lo enalteció, lo que atraía en Milanés, si es que es posible discrepar, en vez de ponerse a comulgar en la supuesta evidencia de un "imprescindible", otra imposición, y por ende de ideología (da click en el botón de reproducción, de la serie cubana "Algo más que soñar").


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