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lunes, 28 de noviembre de 2022

AQUÍ SE VALE DE TODO

 El tirano mexicano Porfirio Díaz (era más propiamente un tirano que un dictador) utilizó el pretexto de "injurias contra el presidente" para encarcelar en su momento al opositor Francisco I. Madero. Esto lo recordaba hace poco la señora de López Obrador, actual mandatario de México. Señora intocable, por cierto, para la oposición.

     López Obrador lo dijo en su más reciente celebración, otra vez como activista y no considerando mayormente su investidura, y es cierto: México es un "país de libertades" y entre ellas está garantizada la de "disentir". Vamos, hay libertad de casi cualquier cosa, hasta para la transgresión. Tan es así que la señora declaró a través de un tuit que "las ofensas al presidente son parte de la tolerancia y la pluralidad gubernamental".

     En la actualidad son tales las libertades que se puede decir cualquier cosa sin siquiera responder por lo dicho, que está hecho para "impactar" y no para ser respaldado por hechos o para asumir consecuencias. Es uno de los grandísimos logros de los medios de comunicación masiva. Una ofensa es algo fuerte: tiene una connotación de insulto, injuria, daño y, lo que es más, humillación. Pero ahora "perdonamos a quienes nos ofenden", en un país donde la gente con dinero y poder no duda de nuevo en humillar al que es considerado inferior, lo que antes se manejaba con cierto cuidado para "no despertar al México bronco". Gracias a que éste despertó hace rato, al parecer se vale ofender y se debe tolerar, aunque la señora habló por su espíritu sesentaiochero y no por su esposo, quien alguna vez en el sexenio salió a defenderla de una de las raras ofensas de las que fue objeto. Por lo demás, en la ofensa se descalifica, lo que cierra la puerta a cualquier debate. En suma: la señora escritora e investigadora desconoce el significado de lo que dice, puesto que implica que al ofender se cancele el debate que en principio es propio de una democracia, al menos que no sea más que una "conversación pública", es de esperar que no al estilo del programa radial "La corneta". Lo que quiso hacer la señora es darse aires de gran demócrata, sin importar el contenido de lo dicho. La cosa es impresionar, crear impresión.

     Y es que impresionar es lo que predomina cuando mandan los medios de comunicación masiva. No se escapa López Obrador: el AIFA (Aeropuerto Internacional Felipe Angeles) es "el mejor aeropuerto del mundo" , el Tren Maya es "el tren más largo del mundo" y el programa "Sembrando Vida" es el proyecto contra la desforestación "más grande del mundo". Cosa del "humanismo mexicano" -que no se tratará de entender-, ahora se habla como gringo: todo es "mega", "súper" y friki, un asunto "monstruo", de la misma manera en que la oposición y sus medios tratan de demostrar que México está "peor que nunca" y ante una corrupción si no igual, entonces "peor que antes": López Obrador es un mega-súper-friki-autoritario, un sediento "monstruo de poder", adornado como "seráfico doberman" o como "sicofante". El contenido es lo de menos: hay que "impresionar". Algunos hablan de tal manera que parecen ya no poder salir de la fuerte impresión que tienen de sí mismos: Carlos Loret de Mola sin reparar en que casi da chillidos, o Jorge Ramos arrastrado por su ritmo de AK-47 verbal, al grado que las palabras se enciman unas con otras hasta irse tropezando; Fernando del Rincón es el típico que cree que en los ojos claros está inscrita una licencia para la prepotencia y hablar desde el Olimpo. !Qué impresionante! Se vale difamar, calumniar, etcétera, sin responder por nada: al fin y al cabo, como lo quiere la señora, se está en la tolerancia. Hace tiempo, el marido entendía cierta diferencia: tolerar puede ser válido si está incluido el respeto, pero ya se olvidó que "la forma es fondo", y se envidia al gringo en su aspecto desvergonzado. Defenderse de un sinverguenza es "ser autoritario".

     Como de lo que va es de estilo de Estado Libre Asociado, a la desverguenza se suma algo más bien asimilado del exterior: la "negligencia benigna", parte curiosa del nuevo estilo del "humanismo mexicano" en algunas dependencias. "Di lo que quieras, no puedes hacer nada", así que, en serio, sigue discurriendo, más en una sociedad que, así esté americanizada, sigue creyendo en el carácter mágico de la verborrea. "Di lo que quieras, los medios de comunicación están conmigo", así que "!no pasarás !"; o dí lo que quieras, "el pueblo está conmigo y !no pasarás!". Tolerarte es verte la cara. No es la actitud presidencial, que es frontal y respeta si reconoce en el otro a un interlocutor, así sea en conflicto. Es algo muy distinto de afirmar que se permite ofender, es decir, que se tolera la transgresión del mínimo respeto debido (Loretito es el rey de la transgresión). Todo montado sobre añejo (da click en el botón de reproducción). !Me ofenden porque me envidian!



FANÁTICAMENTE MODERADOS

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