Es un hecho que, durante el periodo de Humberto Moreira como gobernador, el grupo criminal Los Zetas llegó a adueñarse de buena parte del estado norteño de Coahuila. Se han indiciado connivencias con el aparato estatal local, pero no es todo. Humberto Moreira señaló la colusión de empresarios de la región carbonífera del estado con Los Zetas, pero es algo que no se investigó. La serie "Somos", de Netflix, también es simplista cuando aborda la terrible masacre de decenas de personas en Allende, al norte coahuilense, a manos de Los Zetas. Algunos reportajes dan cuenta de que hubo cierta tolerancia con el crimen organizado por ambición de dinero entre algunos lugareños.
Cuando ganó la gubernatura Rubén Moreira, hermano de Humberto, las cosas fueron cambiando, y a la vuelta de los años Coahuila se convirtió en uno de los tres estados más seguros de México. El tema ha sido tratado en un libro de R. Moreira con Rubén Aguilar, Jaque mate al crimen organizado. No se difundirá, al ser los Moreira personalidades importantes del Partido Revolucionario Institucional (PRI), aunque no está de más mencionar las medidas integrales que, más allá de crear más empleos formales, se tomaron para liquidar al crimen organizado:
-desde luego, se mejoraron sustancialmente los salarios de la policía, a la que se añadieron prestaciones sociales. Los policías que no pasaran los exámenes de confianza fueron expulsados. No fueron pocos, y en algunos lugares las fuerzas policíacas se redujeron a la mitad o menos, pero bien pagadas y, sobre todo, profesionalizadas.
-Se hizo campaña en los medios para llamar las cosas por su nombre. Los narcotraficantes no son "los pesados" o "los señores", sino delincuentes y criminales, que no debieran suscitar una mezcla de miedo y reverencia.
-Se cerraron fuentes de financiamiento de los narcotraficantes: casinos, peleas de gallos y carreras de caballos, pero también tables y spas. Se prohibió la venta de alcohol a partir de cierta hora. Estas medidas, en un principio, no fueron muy del agrado de la población, pero había que comprender que no es posible "entretenerse" para beneficio sabido del lavado de dinero.
-Se hicieron campañas contra la desintegración familiar: en apoyo de la mujer y contra la violencia doméstica, pero también de actividades culturales y deportivas para, junto con el empleo, darles alternativa a los jóvenes y evitarlos en el "halconeo".
Si bien se pidió apoyo federal y del ejército, se centró la lucha en la restructuración de las fuerzas estatales locales, con el pleno involucramiento del gobernador, una persona por lo demás con una amplísima trayectoria académica.
No todo fue, entonces, reacción de Mme la Sociedad Civil, sino que en realidad se hizo que el gobierno cumpliera con sus obligaciones, reconocimiento que a más de uno le cuesta dar. Rubén Moreira entabló el diálogo con las organizaciones de la sociedad civil, en ocasiones ríspido, pero también con voluntad de atender los Derechos Humanos. Queda un ejemplo positivo. No muy difundido, desde luego. La música de un coahuilense (da click en el botón de reproducción).
Si se observa cuidadosamente, los "demócratas liberales" se cuidan mucho de criticar a China, mientras buena parte de la izquierda está agarrada de este país como de un clavo ardiendo. China no incomoda demasiado porque no defiende mayores valores que digamos, en lo que es distinta de Rusia. China no enarbola el socialismo como alternativa y propicia en cambio toda suerte de cálculos de negocios. A lo sumo, Beijing, capital china, se limita a recitar lo que está de moda sobre la multipolaridad y un gran número de vaguedades. China saca tajada de Rusia, no a la inversa.
China tiene cerca de un tercio de su población económicamente activa, unos casi 300 millones de habitantes, en la condición de "trabajadores migrantes", en particular en sectores como la infraestructura, el transporte y la construcción. Dado su carácter "migrante", se trata de una población sin derechos, que suele trabajar por lo demás en lo que se conoce como "996": seis días a la semana, de nueve de la mañana a nueve de la noche. Si acaso, los gobernantes chinos recurren al jerárquico confucianismo en nombre de las "virtudes milenarias", lo que termina en un llamado a la obediencia o, para ser más precisos, a la sumisión. Estas condiciones de sobreexplotación no tienen nada que ver con socialismo.
Los multimillonarios tienen una gran influencia en el partido comunista local, y no son pocos. Parece que se ha omitido con éxito los vínculos de Hunter Biden, hijo de Joseph Biden, el actual presidente estadounidense, con multimillonarios chinos. Las grandes corporaciones estadounidenses están bien representadas en China. Por lo demás, la Academia China de Ciencias y varias universidades importantes del país asiático tienen fuertes vínculos con Estados Unidos. La universidad china de periodismo (Tsinghua) tiene un programa fundado por Bloomberg y varias instituciones de Wall Street. Es raro que lo expuesto salga a la luz.
Con divisiones internas, China tiene algo así como un capitalismo de Estado o capitalismo político que difícilmente confronta a Occidente. Sin ser un país imperialista, China exporta desde infinidad de mercancías hasta una forma desagradable de tratar a los trabajadores. Más de uno le apuesta a un "G-2" de liderazgo compartido en el mundo entre China y Estados Unidos, sin que incomode tener, por una parte, al "taller del mundo" y, por la otra, al centro consumista-rentista del planeta. Quienes creen ver en China algún "bastión del socialismo" están en un error, lo que no implica que deba estudiarse el tipo de sociedad que hay en el gigante asiático sin demasiadas especulaciones geopolíticas. A bailar (da click en el botón de reproducción).
El equipo dirigente ruso, salido de una antigua red del KGB (Comité para la Seguridad del Estado), en particular en la ciudad de San Petersburgo, tiene algunas creencias no muy ajenas al "neoliberalismo" al que no se critica, mientras se embiste contra el "Occidente liberal".
Cuando le preguntan al presidente ruso Vladimir Putin por qué no es posible volver al socialismo, suponiendo que sea un ideal, contesta que ese sistema termina siempre en un "callejón sin salida", porque tarde o temprano "gasta más de sus ingresos". Putin es abogado, no economista, pero habla como tecnócrata al referirse al pasado soviético. No es nada más asunto de no gastar más de lo que se ingresa: hay que saber cómo y en qué se gasta, y cómo y de qué se reciben ingresos. Para seguir a Rafael Correa, ex presidente del Ecuador y economista de profesión, el criterio del gasto público es ambiguo: el gran modelo "neoliberal" debiera ser Sudán del Sur, donde el gasto público es raquítico, y no Noruega, donde el gasto público es muy elevado.
El segundo argumento a favor del capitalismo, del tipo del que empleara alguna vez el economista ruso Stanislav Shatalin, es el siguiente, y se ha dicho que convenció al "patrón" ideológico de Putin, Nikolai Patrushev, secretario del Consejo de Seguridad ruso. En el socialismo, el pastel se reparte igualitariamente, sólo que, como el pastel es pequeño, lo que le toca a cada uno no es mucho. En el capitalismo, en cambio, el pastel es muy grande: ciertamente, hay desigualdad, pero los dos tercios que tienen una porción del pastel, más allá de lo que se llevan los más ricos, tienen una porción mayor que la que tendrían bajo el socialismo, y queda ocuparse con cierta ayuda del tercio que se queda atrás, en la pobreza, pero que es minoritario. Putin lo considera así. Se trata de la creencia en una "derrama" de riqueza en una gran "clase media" de prácticamente dos tercios. En ésto hay una creencia que no tiene demasiado que ver con "la mafia" o estereotipos por el estilo. Para más señas, una organización como el Instituto Stolypin, del multimillonario Boris Titov, que habrá de asesorar a Cuba, cree en la gran propagación de la pequeña y la mediana empresa, pero también en la certeza y legalidad de la propiedad privada.
La cifra de pobres en Rusia no es muy alta (pobreza extrema), aunque una población de entre 40 y 60% del total vive flotando en unos "dos tercios" que son "de riesgo", es decir, no muy lejos del mínimo de subsistencia. Si es lo que algunos llaman "pobreza moderada", Rusia no es muy diferente de tantos otros lugares. Desde más de un punto de vista, Rusia no es un país pobre, sino una "potencia media" que, según Putin, debería estar entre las cinco más importantes del mundo en un plazo no muy lejano. Rusia está por lo demás muy desligada de Estados Unidos, a diferencia de China.
La Federación Rusa sigue teniendo un Estado grande, que en número de personas empleadas es el mayor del mundo, aunque al mismo tiempo los "dos tercios" tienen que correr detrás del dinero mientras se han deteriorado algunos servicios como los de educación y salud, que según Putin sí debieran mantenerse socializados. Un problema es la fuerte concentración de la riqueza, aunque hay que distinguir entre oligarcas y empresarios; el otro problema es el verticalismo y la inercia en el aparato de Estado. No es sencillo interpretar una añoranza bastante difundida por la época soviética: puede leerse como deseo de capitalismo con todos los servicios básicos cubiertos por el Estado y gratuitos, lo mejor de los dos mundos. Con todo, las sanciones a raíz del conflicto en Ucrania no han dividido a la población, como lo hubiera podido esperar Estados Unidos. Si alguien busca por lo demás al país más pobre de Europa, lo puede encontrar en Ucrania, que también lo hace mucho mejor que Rusia en corrupción, mafias y oligarcas. Gracias, entre otras cosas, a una fuerte integración con Occidente. En fin, aquí va la aristocracia rusa (da click en el botón de reproducción).
Cuba , Venezuela y Nicaragua son los tres "patitos feos" de América Latina. Si acaso, parte del progresismo le reconoce trayectoria a Cuba, pero Venezuela es el "espantajo" preferido y Nicaragua es un país castigado en el rincón por todos. En realidad, son tres realidades distintas, y la que va mejor es, desde más de un punto de vista, la nicaraguense. Venezuela abandonó el "socialismo del siglo XXI", y Cuba tiene un socialismo de Estado en fuertes dificultades.
Es curioso que estos países sean de los amigos preferidos de Rusia en América Latina. Resulta extraño porque la Federación Rusa no es socialista, a diferencia de Cuba y Nicaragua. Recientemente, sucedió algo un poco inaudito, y para regocijo de los "demócratas liberales". Rusia acordó con Cuba asesorarla en cuestiones de apertura al mercado. Hay que tomar en cuenta que la palabra "oligarquía" tal vez no diga mucho sobre la actualidad económica rusa, ya que se busca crear un empresariado nacional. Los oligarcas saqueadores, como Boris Berezovski o Mijaíl Jodorkovski, han sido castigados. Al mismo tiempo, en lo que parece ser un "capitalismo de Estado", los funcionarios públicos no están excluídos de formas de corrupción en connivencia con el sector privado, pero no se trata de una "mafia". Paradójicamente, como en Cuba, el funcionariado vela por un fuerte monopolio político en condiciones de acoso externo.
Es así que al líder cubano, Miguel Díaz-Canel, Rusia le puso en bandeja de plata la asesoría del Instituto ruso Stolypin. Piotr Stolypin, funcionario del zar, es muy bien visto actualmente en Rusia al haber sido, antes de la Revolución de Octubre, el propulsor de una "modernización capitalista" que pasó por un esbozo de reforma agraria. Stolypin (1906-1911 como alto funcionario) fue partidario de reformas económicas sin tocar en nada el conservadurismo zarista, que era autócrata, y, para más señas, ha sido considerado una personalidad de mucha relevancia por el fallecido escritor Alexander Solzhenitsyn., admirado por el actual gobierno ruso. Tal pareciera que la idea es crear un capitalismo nacional "de gran potencia".
El acuerdo con Cuba tuvo lugar a través de Boris Titov, líder del Partido del Crecimiento (!), comisionado ruso para los Derechos de los Empresarios (!). Se establecerá un Centro de Transformación Económica que preparará cambios en Cuba. Titov es uno de los principales asesores del presidente ruso, Vladimir Putin, quien tiene las nociones más contradictorias del pasado socialista y más de una creencia que agradaría a los llamados "neoliberales". A su vez, se veía venir: Díaz-Canel es un tecnócrata envuelto en frases (de Fidel y Martí), escogido para llevar a cabo reformas complicadas.
Es probable que una buena dosis de capitalismo no le haga mal a Cuba, pese al peligro de que una parte de la población, con tal de enriquecerse, esté dispuesta a liquidar el socialismo. Este no está renido con la propiedad personal y ciertas formas de propiedad privada. El desafío está, como lo indicara en su momento Raúl Castro, en el nido de "proestadounidenses" que encierran los marginales -los hay en Cuba-, los intelectuales (pese a estar envueltos también en frases de Fidel y Martí) y los llamados "cuentapropistas". Hay que recordar una vieja advertencia del canciller hecho a un lado, Felipe Pérez Roque: en Cuba difícilmente puede haber algo así como "burguesía nacional". Si la apuesta es arriesgada, cabe recordar que el socialismo de Estado debiera tener un carácter transitorio, para llegar a la propiedad social, pero no se puede "soltar el Estado" en condiciones de cerco. El reto está en permitir la iniciativa privada paliando sus efectos potencialmente contrarios a la igualdad básica. No es seguro que no se trate de la cuadratura del círculo en Cuba o en Venezuela, aunque no lo es en Nicaragua, que ha logrado una buena diversificación de la propiedad (y no es el feudo privado de la familia Chamorro, así Ortega y señora les parezcan a muchos unos advenedizos).
El Instituto Stolypin es de lo más "neoliberal", y hasta el momento es difícil evaluar si Rusia puede ser un país capitalista "de gran potencia", cuando gran parte de la gente se la pasa mal, aunque no como en Cuba, donde los hábitos de trabajo no son los mismos. Algunos empresarios rusos, como el del aluminio, Oleg Deripaska, han estado incursionando en otros países socialistas, como Vietnam, que demostró durante la crisis sanitaria de la Covid-19 una muy buena disciplina, al mismo tiempo que hay una importante apertura al mercado.
Si hay quienes dicen que "otro mundo es posible", países ex socialistas o todavía socialistas parecen pensar que "otro capitalismo es posible", si es de Estado, o lo que algunos analistas llaman "capitalismo político". Tal vez sea cuestión de no pasarse de la dosis, y no parece fácil, según lo muestra a su manera Rusia. Si Nicaragua, Vietnam o China tienen algo más de logros, debe considerarse que no tienen encima una presión tan fuerte como otros, aunque la haya en Nicaragua: las condiciones para "aflojar el Estado" son mejores, si no se olvida que debe arribarse a la mayor diversificación posible de la propiedad y una fuerte base de propiedad no estatal, sino social, como la que tiene Nicaragua. Otra cosa es pasar "en bruto" del "todo Estado" al "todo privado": fueron los años '90 en Rusia y la bancarrota garantizada, por lo que Cuba no puede hacer algo parecido. Se trata más bien de conseguir un mejor desarrollo, pero sin la meta de "alcanzar" a Occidente, y aquí apenas hay algo escrito. Que Titov haga una que otra prueba en el trópico (aunque con música dominicana: da click en el botón de reproducción).
Consiste en el madruguete, la fabricación de culpables, el linchamiento y la búsqueda de chivos expiatorios, todo lo anterior a modo de "Justicia".
El máximo jefe de la universidad pública acaba de lograr lo imposible. Cualquiera, o casi, habrá visto una de esas películas estadounidenses que ocurren en buena medida en tribunales, puesto que a los estadounidenses les encantan; o habrá tenido la ocasión de pasar por un proceso legal, por ejemplo en un divorcio o en un pleito por una vivienda. Normalmente, como lo tuvo que recordar el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, a la universidad pública, se debe tomar en cuenta el Derecho Procesal, que indica las etapas de un proceso legal: debe haber una parte acusadora, que tiene que aportar pruebas; una parte acusada, con derecho a defenderse, notificaciones, etcétera hasta llegar al fallo y la sentencia.
En un evento apoteósico, el máximo jefe de la universidad pública decidió apegarse a Derecho: de manera bravía, emitió el fallo y la sentencia y dijo que se tendrá el debido proceso. En otras palabras, invirtió todo el proceso: declaró una culpabilidad, pasándose por el arco del triunfo la presunción de inocencia, y ahora el "debido proceso" tal vez consista en que la persona condenada tenga derecho a demostrar su inocencia. Con el apoyo del "académico" Guillermo Humberto Sheridan Prieto, quien está en el origen de esta manera de proceder es alguien conocido como Lord Montajes, el periodista Carlos Loret de Mola, que tiene varios en su haber..
Antes mismo del proceso y sin ningún derecho a defensa, la universidad pública le rescindió el contrato de trabajo a quien osó decir la verdad de las cosas: la actual ministra Yasmín Esquivel comenzó su tesis antes, la directora la hizo circular en lo que Esquivel se titulaba (no podía hacerlo con rapidez al deber entre otras cosas el servicio social), y un vivales de nombre Edgar Báez la plagió, titulándose primero. No se trata aquí de un relato ni de una narrativa, sino de una secuencia de hechos que no parece descabellada. Puede perfectamente ocurrir. Debe haber tiempo, sin presiones, para que se puedan esclarecer los hechos y su secuencia. En estas circunstancias, no debiera haber condena, pero los medios de comunicación masiva ya la anticiparon y pusieron así a la universidad pública ante hechos consumados que no rechazó.
Que la rescisión de contrato a Martha Rodríguez, directora de las tesis, haya sido precipitada no quita que debió poner atención al hecho de que estaba titulando dos tesis iguales, !como mínimo!, pero debió esperarse a los alegatos de un proceso que no tuvo lugar.
De una manera general, luego del delito y el madruguete, del linchamiento "que a intereses convenga" y de la opción por un chivo expiatorio, suele conseguirse que el delincuente salga del agua sin mojarse. En efecto, el máximo jefe de la universidad pública dio en todo momento por culpable a la linchada, Esquivel; el problema con Rodríguez es que no fue ella la que cometió el plagio; hay un documento notariado y alguien en la oscuridad, sin mayor pronunciamiento, que es Edgar Báez.
Este tipo de cosas ocurren a cada rato en la administración de Justicia en México y, para decirlo con ironía, en el estado de Puebla. Como sea, la universidad pública quiere evitar un desprestigio que se le está fabricando para extorsionarla desde los medios de comunicación masiva dominantes. Es un auténtico problema: si no cede a la extorsión, se dirá en una opinión pública fabricada que la universidad pública está desprestigiada. Tal pareciera que se ha optado por lo que la universidad pública sabe hacer: no la academia, sino la maniobra politiquera en la que, en un año de sucesión en la misma universidad, es probable que se "dosifique" la tensión de la cuerda con el gobierno para tratar de mantener todo un coto de poder.
La universidad pública y los grandes medios no siempre se han interesado mayormente por cuestiones de plagio y similares, o en su momento Guillermo Humberto Sheridan Prieto -candidato ,como Edgar Báez, a salir de agua sin mojarse- hubiera podido rastrear mejor a personalidades como Jorge Volpi o Ignacio Solares, ambas en problemas que fueron "debidamente" ocultados. La utilización de la apariencia de algo mientras se hace otra cosa es un engaño: está probado que Báez mintió en el tema de la carta notariada y que, desde el momento en que el "porro" Sheridan no rectifica, participa del engaño con fines muy distintos -es lo propio de su grosería maliciosa- a los que aparenta. María Idalia Gómez, editora en jefe de Eje Central, tiene pruebas que hacen caer a Sheridan, Báez y Loretito, pero el "pulso" es otro. El amor a la mexicana está adulterado: viene con “tabaco y ron” (?). (Da click en el botón de reproducción).
El mandatario ruso Vladimir Putin dió hace poco su tradicional mensaje de año nuevo a los rusos. Puso todo el énfasis en los sucesos de Ucrania y en el llamado al patriotismo, como no podía ser de otra manera.
Ocurre que, desde el principio de sus mandatos, sólo interrumpidos por uno de Dmitri Medvedev, Putin ha puesto el acento en temas relacionados con el exterior y, por lo general, con eventos bélicos, llegando a ser el hecho de mayor importancia la anexión de Crimea en 2014. En cambio, pese a reformas constitucionales, es poco lo que se dice y se sabe sobre la situación interna de la Federación Rusa. No se está ante algún aislamiento a partir del cual Rusia, con sus gigantescos recursos y cualidades (los rusos son excelentes trabajadores, de una manera general), busque crear un ejemplo interno qué proyectar sobre el exterior.
Putin apeló a la defensa de los "valores familiares tradicionales". Cuando los enumera, hasta cierto punto no tienen mucho en común con el capitalismo, que a lo sumo se regodea en un "ser feliz" estático y de goce, pero desconoce por completo toda forma de generosidad y, más aún, de desprendimiento. Los valores tradicionales rusos propuestos por Putin, que por lo visto busca ahorrarse toda ideología, son una mezcla de religión y, curiosamente, de sovietismo. En este sentido, chocan con lo que tiende a imperar en la propia sociedad rusa: la creencia en valores capitalistas, en sectores no desdeñables de la sociedad, no exenta de ciertos síntomas de descomposición, pero no al grado de Occidente. El problema está entonces en que el camino capitalista escogido por Rusia difícilmente puede ser la base para mantener "valores tradicionales" en parte de origen feudal, y en parte propios del sovietismo. La destrucción de ambas fuentes no es nueva: se remonta al último período de la Unión Soviética, con la entrada en la era de masas y la creciente urbanización, acompañada de espíritu clasemediero. Así las cosas, pero pese al "renacimiento de gran potencia", algo de importancia frente al insoslayable acoso exterior, la Federación Rusa es en parte una caricatura o una degradación del pasado soviético, que la mayor parte de la población añora. Es lo que permanece en "los valores tradicionales" (solidaridad y desprendimiento) frente a lo que es el capitalismo: la competencia de todos contra todos y la indiferencia al prójimo, como no sea que haya algún beneficio que sacarle.
Bien vistas las cosas, Rusia está sentada entre dos sillas, y tratando de salirse de cierta ficción haciendo "culturalismo", lo que está de moda (en este caso, se hacen pasar valores universales por particulares). Más allá de lo señalado, las "tradiciones" podrían buscarse en otra parte: son las de un aparato burocrático inamovible, que Stalin llamaba "maldita casta", que se asegura de que el país euroasiático se mantenga en la inercia y en la incapacidad de terminar de consolidarse como potencia: se traba así toda iniciativa desde abajo y se prolonga el verticalismo y la apatía de la población, además del oportunismo en el aparato mencionado. No hay ruptura de fondo con la herencia del pasado, y es difícil pensar que, por "valores tradicionales", Putin esté entendiendo lo que eran: la servidumbre, la ignorancia de una mayoría inmensa de la población sumida en el analfabetismo, la ineptitud y las ínfulas aristocráticas y los omnipresentes funcionarios, los chinovniki. Desafortunadamente, la incesante presión exterior y la alianza con un puñado de oligarcas han servido hasta cierto punto de pretexto para no encarar la situación interna, que no es de lo mejor, pese a que Rusia no se vaya a fracturar como lo espera Occidente. ¿A quién le es fácil ser feliz en Rusia con sus taras?
Al principio, un probable error de entendimiento de la lealtad por parte del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador: la ministra Yasmín Esquivel, que era candidata a la presidencia de la Suprema Corte de Justicia, hizo su carrera a la sombra de Marcelo Ebrard, actual canciller, y de quien fuera delegado en Azcapotzalco, en la capital mexicana, David Jiménez, para aterrizar como embajador en Honduras sin la menor experiencia diplomática. Pasó primero la afinidad política antes que el profesionalismo.
La oposición mostró que, sin necesidad de ser "bellaca" (palabra que no se emplea en México) ni marrullera, lleva en el alma la herencia colonial propia de buena parte de América Latina: la utilización del engaño, que da la apariencia de algo para hacer o calcular otra cosa distinta.
El asunto comenzó con la detección de un plagio por parte de Guillermo Humberto Sheridan Prieto, "académico" de la universidad pública pero también miembro de un grupo político: ventilado el problema en el programa estrella de Carlos Loret de Mola, Esquivel, titulada en 1987, resultaba acusada de plagiar la tesis de Edgar Báez, titulado en 1986. Es una "evidencia": lo es, en todo caso, lo suficiente para orquestar un linchamiento mediático contra la ministra y para que se denieguen todas las pruebas en contrario. Alguien replica: Guillermo Sheridan lleva años de años en la universidad pública sin dar clases en ella, prácticamente sin dirigir tesis y viviendo de comisiones y sabáticos. Para el lópezobradorismo "sanguijuela del cadáver de Paz" (Octavio Paz), Sheridan no es malo para engañar: contesta públicamente poniendo su obra por delante, se escuda en la academia y omite responder sobre clases, tesis y comisiones. La universidad pública desconoce el caso.
Turnado a una instancia universitaria específica, ésta concluye que Esquivel plagió. No se investiga nada, ni se toman en cuenta varias pruebas aportadas por Esquivel en el sentido de que ella empezó la tesis en 1985, y fue plagiada por Báez. Toda prueba contraria a la resolución de la opinión pública es denegada. La universidad pública no explica en ningún momento por qué en su repositorio la tesis de Esquivel fue cargada antes, ni se pronuncia sobre el documento de prueba de que Esquivel comenzó el escrito en 1985. Los linchadores no reparan en un detalle: mientras el título de la tesis de Esquivel es el correcto ("inoperancia de los sindicatos en los trabajadores de confianza"), el de Báez no lo es ("sindicatos de los trabajadores de confianza", que simplemente no pueden existir). La directora de ambas tesis, Martha Rodríguez, es quien debe estar en la mira: hay cuatro tesis similares a las de Esquivel y Báez, y ocho plagiadas, pero Rodríguez no es lo que interesa. Sheridan la omite. La directora de tesis ha declarado lo suficiente ante la ley, así sea una instancia equivocada: fue ella, la directora, quien le dió a Báez el escrito de Esquivel. Las pruebas ante notario -únicamente el periódico español El País reproduce íntegramente lo escrito por Báez sobre el plagio, y no desmentido- son denegadas hasta por el propio notario, que aduce no poder hablar "por secreto profesional" de algo que Báez sí firmó. Es sencillo: desde que Sheridan se ha presentado en LatinUs con Loret de Mola, la presunción de inocencia se desvanece, y la universidad pública no indaga nada en serio, omitiendo por lo demás que no es ajena al proceso de la Suprema Corte: el candidato Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena (termina por llegar Norma Piña) es miembro del Consejo Directivo de Fundación UNAM desde 2016, como lo fuera su abuelo Antonio Ortiz Mena. De todas las pruebas aportadas aquí, ninguna es tomada en cuenta por la "opinión pública" -moldeada por los medios de comunicación masiva-, ni por instancias universitarias: todas son denegadas, es decir que se omite decir si son ciertas o falsas. En estas circunstancias, más de un medio cree que es el que hace la ley.
En la universidad pública muchas cosas son posibles: miembros de la Junta de Gobierno que no saben escribir un párrafo, por ejemplo, o directores de institutos que plagiaron su tesis, habiéndolo hecho hasta un antiguo director de la misma entidad que "dictaminó" el caso de Esquivel/Báez. Se paga en ocasiones entre el alumnado para que se hagan trabajos o incluso tesis que no aparecerán como plagios, pero que no son de autoría propia. Y la verdadera calidad académica es más bien excepcional: no es difícil demostrar cómo más de uno tiene un curriculum vitae tan cuantioso que impide la calidad, incluyendo los "44 libros publicados" por Sheridan. Se puede premiar como investigador a quien no lo es: por ejemplo, a la cabeza de "los Woldies", José Woldenberg. Todo está en saber engañar y, para ello, en ser ducho para adulterar los hechos y silenciar las pruebas. Todo el aparato de Justicia mexicano funciona sobre la base de "evidencias" que se saltan las pruebas a la torera, teniendo el inocente que probar que lo es.
En su mayoría, con muy pocas excepciones, a López Obrador se le han sembrado casos cuidando de no ir más allá de las apariencias, puesto que son las que sirven para engañar, trátese de un patrimonio (Bartlett o Sandoval), de una casona en Houston (López Beltrán), de dinero recibido (Pío López Obrador) o temas por el estilo (lo de Delfina Gómez es menos loable). Lo ocurrido no es ajeno a lo que sucede en otros lares de América Latina. Es de pensar que "los derechos y las libertades" consisten en la posibilidad de denegar cualquier prueba en contrario de la apariencia escogida para engañar.
La oposición mexicana, en especial la mediática, muy poderosa, está atenta al menor indicio de corrupción en el gobierno del actual presidente Andrés Manuel López Obrador. Y existe gente para creer que es "lo peor", aunque, hasta el momento, cabe mencionar por ejemplo -sin que se trate de justificación- que ningún gobernador del Movimiento de Regeneración Nacional (MoReNa) ha sido agarrado en alguna trapacería mayúscula.
No parece haber en el actual gobierno de México algún tipo de acuerdo similar al que hizo el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna (2006-2012), con los cárteles de la droga de Sinaloa, principalmente, y con el de los hermanos Beltrán Leyva, uno de los cuales, no está de más mencionarlo, vivió en la Ciudad de México en la alcaldía Benito Juárez. García Luna, quien está acusado además de robarse cientos de millones de dólares (!) del erario, resulta menos atractivo que Pío López Obrador o que los negocios de Manuel Bartlett Díaz, encargado de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), de los que no ha salido ninguna prueba de que sean ilícitos. No es que el actual gobierno mexicano sea impoluto, pero los medios debieran quedar invitados a detectar a alguien que se haya embolsado tranquilamente 600 millones de dólares, o que esté involucrado en líos como el de Oceanografía, de tiempos del presidente Vicente Fox, quien inauguró la marcha del país a ritmo de banda sinaloense (lo que resulta ya cansado al cabo de 22 años).
Lo que no es tan complicado de probar es que la oposición tiene una gran afición por los negocios turbios. Después de San Pedro Garza García, en el área metropolitana de Monterrey, la alcaldía Benito Juárez, en la Ciudad de México, ha pasado por ser la segunda con mejor nivel de vida en México. Es una alcaldía gobernada desde hace tiempo por el partido Acción Nacional (PAN), de derecha, el mismo de Fox (2000-2006) y del presidente Felipe Calderón (2006-2012). Resulta que los tres últimos delegados y alcaldes de Benito Juárez, Jorge Romero, Christian von Roehrich y Santiago Taboada están metidos en el caso del "Cártel Inmobiliario": suculentos negocios que desembocaron en más de mil edificaciones irregulares tan sólo entre 2017 y 2021. Las declaraciones patrimoniales de Taboada, actual alcalde, no cuadran, y von Roehrich está prófugo.
Por cierto, esta persona hizo campaña para tontos, por decirlo de manera suave: como "Christian von", siendo que, si el apellido es alemán, "von" quiere decir "de" (como título de nobleza), por lo que hizo campaña como "Christian de". Hasta hace poco, el señor "de" era coordinador del grupo parlamentario del PAN y de la Junta de Coordinación Política del Congreso de la Ciudad de México. De Romero se conocen desde antes los actos de corrupción. Es coordinador del grupo parlamentario del PAN en el Congreso.
En la delegación -hoy alcaldía- Benito Juárez no faltó quien se quisiera escudar en un bando de López Obrador para explicar la proliferación inmobiliaria, pero resulta que las pruebas apuntan a los tres panistas. Las cuentas de von Roehrich tampoco están en orden. Si se quiere decir que es "persecusión política", entonces se debe admitir que MoReNa diga lo mismo cuando el blanco es alguien del gabinete o la cercanía del actual presidente. El problema es que nadie se atreve a decir lo mismo de García Luna porque el juicio se lleva a cabo en Estados Unidos. De la misma manera, nadie se atreve a reclamarle a Estados Unidos que capture aunque sea a uno de los dealers o de los capos que distribuye la droga en la potencia. No cae nunca ni uno, ni grande ni pequeño. En la tercera ciudad de México, Monterrey y su zona conurbada, e incluso en el conjunto del estado (Nuevo León), el crimen organizado podría haber logrado connivencias muy altas en la gubernatura (MC).
Aquí empieza lo que parece gracioso: que una parte de la sociedad mexicana confíe su suerte y, lo que es más, su seguridad -como sucede en la alcaldía Benito Juárez -a delincuentes, creyendo que López Obrador les va a robar.
Con el Partido Revolucionario Institucional (PRI) o Movimiento Ciudadano (MC) es un poco diferente, aunque el PRI ya se ha lucido con gobernadores ladrones de antología, desde César Duarte (Chihuahua) hasta Javier Duarte (Veracruz), pasando por el tamaulipeco Tomás Yarrington. Algunos gobernadores del PAN han pisado la cárcel, como el sonorense Guillermo Padrés Elías. En cuanto al gobernador de Jalisco (MC), Enrique Alfaro, tiene nexos con el crimen organizado.
Si no se le quieren creer las cifras a la jefatura del gobierno de la Ciudad de México, es más difícil negar las estadísticas federales que reproducen incluso revistas de negocios como Expansión: si tres de cada diez homicidios culposos se cometen en estados gobernados por MoReNa, quiere decir que la oposición se lleva el grueso de la inseguridad, en particular en estados como el de México (PRI), Guanajuato (PAN), que realmente se luce; Jalisco (MC) y Chihuahua (PAN). Las excepciones de MoReNa son Michoacán y Baja California. Las seis entidades concentran 27 de las 50 ciudades más violentas de México.
No es una tendencia exclusiva de México, ya que tiene lugar en otros países de América Latina: la derecha es incapaz de gobernar, y si parece hacerlo, pronto se convierte en paraíso de la inseguridad, por más que la izquierda tienda a relegar el problema. Hay una excepción: Coahuila, en el norte de México, con gubernatura priísta, que limpió al estado del crimen y que debió llamar la atención del académico Sergio Aguayo, lo que no sucedió (Coahuila encontró con Rubén Moreira un muy buen "modelo" de acción contra la delincuencia, y hoy tiene a dos de las ciudades más seguras de México: Saltillo y Piedras Negras).
Si la oposición quiere creerse protegida por mafiosa, allá ella: ni siquiera ha hablado de algunos otros escándalos fuertes del sexenio (Lozoya, Robles), y no queda claro si tiene algo positivo que proponer (dejando de lado casos como el coahuilense), o si se trata nada más de lamentar que "Mexiquito" no sea Estados Unidos o Canadá. No es que López Obrador merezca incienso: es nada más cuestión de tomar las pruebas en su conjunto y ponderarlas, a condición de admitirlas y no simplemente denegarlas. De buenos jueces no se trata. ¿Qué tal algo perrón (da click en el botón de reproducción)?
En buena medida, más de un organismo internacional y más de un gobierno que le hace caso están operando en el vacío, a partir de la "modelización matemática", que es convertida en "predicción sobre el futuro", pero que no es capaz de detectar tendencias de la realidad en juego, ya que ésto supone una capacidad de conceptualización que no está a la orden del día. Lo que espera dicha "modelización" es, para decirlo como un viejo anuncio publicitario mexicano, que cada ser humano se convierta en estadística.
Ocurre así, por ejemplo, con el cambio climático: rara vez se admite que no es atribuible a una sola causa, que pudiera no ser la más importante, y que no hay acuerdo científico sobre el tema.
De hecho, en mucho de la crisis sanitaria de la Covid-19 tampoco hay la "evidencia" que se presume. Neil Ferguson es un "científico británico" dedicado a la modelización matemática. En 2002, con sus "métodos", Ferguson predijo que 50 mil personas morirían del mal de las "vacas locas", pero el total de fallecimientos llegó a 117 seres humanos. Ferguson fue condecorado con la Orden del Imperio Británico luego de haber aumentado el pronóstico de muertes a 150 mil personas -nunca ocurrió- y llevado al sacrificio de 11 millones de cabezas de ganado.
Cuando surgió la gripe aviar, Ferguson volvió a las andadas y predijo 150 millones de muertes, gracias a su computación, sólo que los fallecimientos llegaron a 282 personas. En el año 2009, las predicciones de Ferguson fueron utilizadas por el gobierno británico para prevenir la gripe porcina, que estaba destinada a causar 65 mil muertes. Tuvieron lugar 457 decesos. Ferguson se convirtió en alto funcionario del Imperial College británico y en un gran "experto global" en enfermedades infecciosas, pese a sus fallas reiteradas basadas en la "modelización".
Para el año 2019, Ferguson se estaba dedicando a su "modelización" en la Organización Mundial de la Salud (OMS). Predijo al poco tiempo 500 mil muertes por Covid-19 en Gran Bretaña y dos millones en Estados Unidos. Desde luego, se equivocó, y por mucho. Por cierto, se negó a revelar el código que estaba usando para sus "modelizaciones". Ferguson logró una generosa donación de Bill Gates para el Imperial College. En los dos casos anglosajones, las muertes fueron por lo menos de la mitad.
Estas "modelizaciones" se han sintetizado en las llamadas "técnicas Monte Carlo", puesto que se consideran útiles...en los casinos. Son las mismas que se utilizan para "predecir el clima" y el "calentamiento global". El "análisis" Monte Carlo ha sido denunciado como un fraude por distintos científicos.
La misma "modelización" se utiliza en economía. La mala fama de los economistas para predecir es tan proverbial como la de los meteorólogos, o más. No hubo economistas que vieran venir la Gran Recesión de 2008, y, a decir verdad, no los hay actualmente que puedan predecir con certeza lo que ocurrirá en los años venideros. Es normal: hay distintas tendencias en juego, y también contratendencias, por lo que mucho dependerá de decisiones humanas acertadas o desacertadas, pero ni con "modelizaciones" existen las bolas de cristal. Tampoco sirven de mucho las "predicciones" sobre el gran futuro mulyipolar que suelen hacer los "expertos" rusos cercanos al mandatario Vladimir Putin o a dizque expertos en "inteligencia conceptual" como Daniel Estulin, que se dedica a fallar en sus pronósticos.
Antes no era así, a falta de cibernética, de crecimiento poblacional -aunque éste ya se ha estabilizado luego de que el planeta llegara a los ocho mil millones de habitantes- y de la manía, inaugurada en los años '70 por el Club de Roma, de mantener a la gente atenta a tal o cual apocalipsis. No está de más recordar que a raíz del inicio del conflicto militar en Ucrania se predijeron terribles hambrunas, por ejemplo, que no han tenido lugar.
En general, los ejercicios enumerados no pasan de ser éso: ejercicios. El problema, como lo demuestra el caso de Ferguson o la manera en que se quiere encarar el cambio climático, es que las "modelizaciones de casino" (o de Bolsa) se convierten en instrumentos para guiar más de una política gubernamental, pero, además, para llevar a la gente a la parálisis por miedo y a la adaptación a lo que sea. Se olvida que la tecnología es a la vez un remedio y un veneno. No hay que ser muy ducho para percatarse de cómo se envenena hoy a la gente creando un sempiterno clima de inseguridad que sirve para distintos fines: para paralizar a partir del miedo, desde luego, pero también para entretener la atención de tal modo que ésta no se vuelque sobre la imposibilidad del sistema capitalista para resolver grandes problemas sociales. Lo curioso está en cómo se venden dos ideas al mismo tiempo: la de un apocalipsis tras otro y, al mismo tiempo, la de la necesidad creciente de control y más control, que es aceptado para "salvarse". No está mal, para quien guste comprarse el paquete completo, aunque se trate de un uso erróneo de las capacidades tecnológicas, al someter a segmentos enteros de la población. !Buen viaje! (da click en el botón de reproducción).
Es difícil excusar al ex presidente peruano Pedro Castillo por haber caído en una trampa. Al mismo tiempo, lo dicho no es una licencia para excusar otras cosas, es decir que los errores que pueda cometer la izquierda -como le ocurriera al mandatario Evo Morales en Bolivia- no son licencia ni autorización para no ver lo que ocurre en el terreno de los "demócratas liberales".
Hace rato que Keiko Fujimori, la hija del ex presidente del Perú, Alberto Fujimori, y por cierto que en la mira de la Justicia, se propuso con los suyos (Fuerza Popular) "gobernar desde el Congreso". No es nada más que en el Congreso peruano no falten los congresistas con cuentas pendientes con la Justicia; es también que cambian de bancada con mucha facilidad (lo han hecho 37 de los actuales "legisladores"). El problema no termina aquí: hace no mucho, antes de la caída de Castillo, fue electo presidente del Congreso un militar en retiro, no muy buen síntoma, y que se propuso tirar al mismo Castillo a como diera lugar: José Wlliams, de Alianza País, de derecha, aliado del fujimorismo e involucrado en los años '80 en actos contrarios a los Derechos Humanos, como la masacre de 69 personas -incluyendo mujeres, ancianos y niños- en Accomarca (cabe señalar que el ex presidente Alberto Fujimori está preso por 25 años por violaciones a los Derechos Humanos, lo que, hay que aclararlo, no significa que no debiera ser reprimido el terrorismo de Sendero Luminoso). Williams es parte del Foro de Madrid, plataforma ultraderechista auspiciada por el partido español VOX, pero resulta que el Congreso peruano es algo impoluto que no merece crítica alguna de los "demócratas liberales", pero tampoco del "progresismo" de izquierda (por ejemplo, del totalmente tibio Grupo de Puebla).
Apenas ocupado el lugar de Castillo, la presidente Dina Boluarte hizo nombramientos de "gorilas", aunque uno cayó en estos días. Fue el caso del nuevo jefe de inteligencia (ya destituído, por dedicarse a hacer reportes falsos), el coronel retirado Juan Carlos Liendo O'Connor, quien trabajó en la Dirección Política y de Planes Estratégicos del Comando Sur de Estados Unidos. El nuevo ministro de Defensa, general Jorge Chávez Cresta (en retiro), es graduado de la Guardia Nacional de Virginia Occidental, también en Estados Unidos, y del Centro William Perry, de Washington, capital estadounidense, habiendo trabajado como enlace con el ejército estadounidense. El primer ministro, Alberto Otárola, fue viceministro de Defensa con el presidente Alejandro Toledo, prófugo de la Justicia peruana.
Quien había sido nombrado ministro de Defensa por Castillo, Gustavo Bobbio, corrió a recibir instrucciones de la embajada estadounidense: se trataba de garantizar que las fuerzas armadas no respaldaran a Castillo, de lo que se encargó Bobbio, en algo que parece haber sido coordinado por el agregado militar de la embajada estadounidense en Lima, capital peruana. Había sido también un militar quien le solicitó "amablemente" al presidente Evo Morales que dejara el cargo.
Si se trata de ser democráticos hasta el tuétano, no estaría de más ver el contenido concreto de lo ocurrido en el Perú, y dejarse de "pesos y contrapesos" que parecieran consistir en que los tres poderes del Estado se entorpezcan de tal modo entre sí que se caiga en la parálisis total, mientras un puñado de vividores saca provecho. La Constitución fujimorista -con la que no quiso jurar el presidente Ollanta Humala- le jugó una mala pasada a un Castillo que creyó tener respaldo militar para terminar con la imposibilidad de gobernar. Ni siquiera es asunto de "gobernar para todos": no se ganan elecciones ni se tiene respaldo popular para terminar no haciendo nada porque el Judicial y el Legislativo lo traban todo. Pero ahora, desde Andahuaylas (da click en el botón de reproducción).
La primera temporada (2018) en Amazon Prime de la serie "Un extraño enemigo" consiguió que salieran del agua sin mojarse el regente de la Ciudad de México en 1968, Alfonso Corona del Rosal, y el jefe del Estado Mayor presidencial de ese entonces, Luis Gutiérrez Oropeza. La segunda temporada, de 2022, logra más impunidad: esta vez, para Alfonso Martínez Domínguez, regente de la capital mexicana en 1971, cuando ocurrieron los hechos sangrientos del "Jueves de Corpus" (10 de junio). Para lograrlo, hay que omitir que desde más de una década atrás Corona del Rosal y Martínez Domínguez habían hecho carrera juntos en la extrema derecha del Partido Revolucionario Institucional (PRI) -oficialista- creando grupos de choque. Martínez Domínguez culpó al presidente Luis Echeverría de lo ocurrido el 10 de junio, pero el regente tuvo testimonios incómodos en su contra, entre otros del Partido Acción Nacional, por ejemplo a través del libro Operación 10 de junio, de Gerardo Medina Valdés. Martínez Domínguez tuvo la ocasión de ratificar su "denuncia" ante la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, pero no lo hizo, ni siquiera a petición expresa del fiscal. Los "halcones", el grupo de choque que actuó en 1971, había sido financiado por Martínez Domínguez a través de la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP) del oficialismo, y de la regencia del Distrito Federal, a cargo de Corona del Rosal. Hay declaraciones de "halcones" arrepentidos que incriminan a Martínez Domínguez.
Se cuenta que, obligado a renunciar, Martínez Domínguez le lanzó en la cara a Echeverría un sonoro "chingue usted a su madre", lo que no es de descartar, puesto que el mismo futuro regente decía del mandatario electo en 1970: "!es muy pendejo!". Es plausible que el díazordacismo quisiera seguir poniendo las reglas del juego e imponiéndoselas a un Echeverría que no se dejó, ni fue del agrado de los estadounidenses, del empresariado, de la extrema izquierda y hasta ahora de los "demócratas liberales".
La segunda temporada de "Un extraño enemigo" no está dedicada empero a Echeverría, sino de nueva cuenta a Fernando Gutiérrez Barrios, el "súperpolicía del sistema". Es decir: PRI=represión. En el límite, se sugiere en la serie que la política, y la policía, se reducen al chantaje. No deja de ser una visión un poco al estilo estadounidense, en el cual todo se logra "sacando trapitos al sol" o amenazando con hacerlo: va una agencia policíaca a la residencia en Mar a Lago del ex presidente Donald Trump a recuperar documentos "muy importantes" y se olvida por completo de lo encontrado en una computadora de Hunter Biden, hijo del actual presidente de Estados Unidos, Joseph Biden. !Ah, pero es el país de los "pesos y contrapesos" y del "poder judicial independiente"!
"Un extraño enemigo 2" omite el grueso de la represión contra el activismo guerrillero al comienzo del sexenio de José López Portillo (1976-1982) y el hecho de que la descomposición de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), por tanto tiempo a cargo de Gutiérrez Barrios, se produce bajo el mismo López Portillo, entre las jefaturas de Javier García Paniagua y sobre todo de Miguel Nazar Haro, para terminar con el derrumbe con José Antonio Zorrilla. La serie se olvida de recordar que el narcotraficante cubano y agente de la Central de Inteligencia Americana (CIA), Alberto Sicilia Falcón, fue capturado en México en 1975 en cercanía de Irma Serrano, "La Tigresa", para más señas amante de Díaz Ordaz. Por lo visto, no es del círculo allegado a Echeverría que salió la descomposición del régimen priísta, que se precipita con López Portillo. Este no atrae los reflectores, como tampoco el mandatario a cuya sombra se hizo el pacto entre el oficialismo y el narcotráfico, Miguel De la Madrid (1982-1988). Es un sexenio marcado por el asesinato del periodista Manuel Buendía y del agente antinarcóticos estadounidense Enrique Camarena. El seductor de la patria sabrá manipular a Gutiérrez Barrios para asegurarse en 1993 de dejarlo fuera de cualquier posibilidad presidencial, como lo hará a su vez Ernesto Zedillo. Gutiérrez Barrios salió de la secretaría de Gobernación en 1993: un año después arrancó en serio el destape del "México Bronco", puesto que si se puede matar a un candidato presidencial se puede ultimar a cualquiera.
Sin tomar en consideración lo investigado sobre 1968, 1971 y el sexenio de Luis Echeverría, con la gran actuación de Daniel Giménez Cacho la serie "Un extraño enemigo" persiste en equivocarse de represor, pese a que muestra incluso como el 10 de junio de 1971 se repite el modus operandi -con francotiradores- de manual estadounidense y agencia consabida.
Por cierto, los presidentes rara vez están bien rodeados. Puede decirse porque el actual mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, llegó a declarar en 2017 sobre Gutiérrez Barrios: "don Fernando era un hombre serio, confiable, de palabra, cumplía acuerdos". En fin, que para los "demócratas liberales" y la ultraizquierda toda figura de autoridad es represora, por lo que hay que seguirle con la actual, al decir de los "abajofirmantes" del sexenio. que en mucho no hacen sino proyectarse: si la política no es más que chantaje, tiene que resultar que la oposición no sea muy distinta, lo que fue también el caso de más de un líder estudiantil del 68. Nada que ver con el espíritu que guiaba a Gutiérrez Barrios, pese a que sin duda tenía a sus órdenes gente poco amable: para el "súperpolicía del sistema", la política debía ser, entre otras cosas, el arte de garantizar a todas las partes una salida digna. Decía Gutiérrez Barrios: "cuando quieras que las cosas se hagan hazlas tú y no esperes; cuando se forman comités, las cosas se quedan en el café".
La serie "Un extraño enemigo", en el fondo, está para demanda, con el agravante de transmitir a las jóvenes generaciones una idea monolítica y no contradictoria de lo que fue el PRI, en el que había un ala derecha nunca incriminada que fue una de las principales culpables de la represión. Ahora va una parte del lópezobradorismo por la felicidad (da click en el botón de reproducción).
El año 2023, no es un secreto, no se anuncia muy bien que digamos, pero hay labias imperturbables.
Ostensiblemente mareado por su señora, quien asistió sin que quede claro a qué título a la asunción del presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador dió un mensaje de Año Nuevo que revela el fabuloso aguante de los mexicanos a las circunstancias adversas. En otros términos, no cabe esperar muchos logros, sino que prosiga una resistencia milenaria a las dificultades, motivo suficiente para ser de lo más optimista. Si, como dice la maestra Delfina Gómez, vamos "requetebien", es porque somos herederos de grandes culturas y civilizaciones espléndidas, que ya habían alcanzado la cumbre mil años antes de la llegada de los españoles. De los olmecas para acá !cuánta fortaleza hay en nuestro pueblo! Se puede salir de cualquier adversidad. No habrá quien le explique a López Obrador que está usando la "filosofía José Alfredo" en "El hijo del pueblo": "descendiente de Cuauhtémoc, mexicano por fortuna...". Si hay adversidades, la resistencia continúa.
Mientras se hace excepcionalismo cultural al andar, sin entender lo que hace de México una excepción en América Latina, en una Cuba que dista mucho de estar en su mejor momento, los cubanos la tendrán difícil, como lo admitió el líder Miguel Díaz-Canel, en su propio mensaje de Año Nuevo. Mientras hacen largas filas para obtener algo de alimento y no lucen demasiado bien, los habitantes de la isla pueden nutrirse no nada más de esperanza, sino de una gran tradición de lucha, que los invita a seguir aguantando, "sin miedos y sin dudas" (así de impulsivos) y, en el colmo de lo fantástico, a "vencer imposibles". "Venga la esperanza", sugiere el mandatario cubano, como si se tratara de un programa de Paty Chapoy. Si no hay habichuelas, pueden nutrirse de frases martianas para seguir resistiendo de todo: el bloqueo, claro está, pero también la ineptitud y la desidia.
El progresismo latinoamericano no está realmente en su mejor momento. La popularidad del presidente argentino Alberto Fernández, campeón de las palabras, está por los suelos. La del héroe de los "demócratas liberales", Gabriel Boric, no está muy bien que digamos, aunque no tan baja como la de Fernández El Retórico. Y que llega entonces Lula para renovar la esperanza. Pese al ruido de los medios de comunicación masiva, sean "demócratas liberales" o de izquierda, Lula no es, en realidad, tan popular como López Obrador, que a diferencia del brasileño todavía tiene rasgos de frontalidad. Ya en plena visión Demócrata, Lula confunde en su asunción al pueblo con la suma de las minorías, haciéndose alabar por negros, discapacitados e indígenas. No es todo, puesto que comparte el gusto latino por la falta de laconismo: "no hay dos Brasil, dice Lula, somos un único pueblo. Compartimos una misma virtud: no desistimos nunca. Siempre es el tiempo de repartir y la primavera ha llegado". Otro pueblo que aguanta un piano. No es de descartar que Lula cumpla algunos de sus propósitos, en materia de lucha contra el hambre y la miseria, pero no contra la pobreza. Pero también es un hecho que promete "demasiado amor" ("el amor venció al odio", dijo, muy querendón). Ni siquiera fraternidad. Digamos que a más de un país latinoamericano le espera un año difícil, pero lleno de esperanza, de amor y de costumbres y tradiciones que permiten aguantar de todo, incluso que la izquierda gestione la crisis porque la derecha no es muy capaz de hacerlo, ni es seguro que le interese. Alegría, alegría (da click en el botón de reproducción).