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sábado, 1 de abril de 2023

A LA RUSA

 Nikolai Pátrushev es un hombre muy poderoso en Rusia, cercano al presidente Vladimir Putin y secretario general del Consejo Nacional de Seguridad. Palabras más, palabras menos, esta personalidad declaró recientemente que Rusia puede volar Estados Unidos si la existencia del Estado ruso se encuentra amenazada.

     Hay un tema que tal vez sea difícil de entender: la Constitución rusa prohíbe que las autoridades asuman cualquier postura considerada "ideológica", por lo que es entendible que no quede más que ceñirse oficialmente a la "defensa del mundo ruso". Lo que no queda claro es el contenido, puesto que no es sencillo definirlo sin caer en la "ideología". Para Pátrushev, lo que distingue a Rusia es "un equilibrio razonable de valores espirituales y morales y desarrollo socioeconómico", lo que es bastante vago, aunque se entiende que gran parte de Occidente no se preocupa demasiado de valores espirituales y morales, al menos entre los gobernantes. Rusia se plantea así como moralmente superior frente a un Occidente decadente, en una visión que ya existía en el siglo XIX. "Rusia -ha dicho Pátrushev- molesta a un grupo de gobernantes mundiales porque tiene ricos recursos, un gran territorio, un pueblo inteligente y autosuficiente que ama a su país, sus tradiciones y su historia". Si se trata de la Federación Rusa, aún no queda clara su historia dentro de lo que fuera la Unión Soviética, y no hay con frecuencia más que una laguna de varias décadas, algo de nostalgia de "gran potencia" (para lo que cabe Stalin, mucho más que Lenin) y la muy ideológica costumbre de escupir sobre todo lo que sea socialismo. Lo que queda, habida cuenta de las restricciones constitucionales, es la alabanza de "valores tradicionales" de los que habría que saber si son exclusivos del "mundo ruso". Hasta cierto punto, hay un dejo de oposición del "espíritu" al "materialismo", reacción algo comprensible habida cuenta de lo que fueron los últimos tiempos de la Unión Soviética.

     Como no hay "ideología", las autoridades rusas no han definido lo que están construyendo, si lo hay, más allá del "desarrollo" de Pátrushev, un ex agente de seguridad a quien se le convenció que con el capitalismo es posible la "sociedad de dos tercios": en el socialismo alcanzaría para todos, pero muy poquito para cada uno, mientras que en el capitalismo 2/3 esta proporción tendría muchísimo más, aunque habría que ocuparse de ayudar a un tercio restante desfavorecido, vulnerable o como se quiera llamar. No lo dicen las autoridades, mucho menos a voz en cuello, pero Rusia es un país capitalista, queda por saber si de Estado, es decir, lo que para algunos era la Unión Soviética. Otros consideran que Rusia tiene, más simplemente, un capitalismo "político", al igual que China. 

     Parte del problema con este tipo de capitalismo está en que es corrupto, por más que Putin haya mantenido a ciertos oligarcas a raya, por cierto que por motivos de seguridad. Otros simplemente no encuentran más que dos maneras de hacer riqueza: la renta de hidrocarburos y otras riquezas minerales, y el muy poco halagador negocio de "sobreprecios" en los contratos con el Estado, pese a que algunas inspiraciones de tiempos zaristas veían con malos ojos la costumbre de hacerse de negocios desde arriba, es decir, desde el Estado. No es liberal, ni de libre competencia, ni desde abajo, aunque a diferencia de los 90 no es mafioso. Para decirlo con valores tradicionales, espiritual y moralmente: no se roba, sino que se obtienen "rentas", o "se gana al entrar" (nombre espiritual de la sobrefacturación de un proyecto con financiación estatal para luego comprar barato en el extranjero y entregar un producto de baja calidad). En perspectiva, la corrupción no disminuye, sino que los sobornos aumentan, pese a que hay dependencias encargadas de luchar contra la corrupción. No es un secreto que el gobierno de Putin no hace demasiado en esta materia, pese a que el mandatario ruso ha ofrecido "escupir como a moscas que revolotean cerca de la boca" a los oligarcas antipatrióticos. Tal vez una situación externa de menor presión permitiría hacer reformas en profundidad en el terreno mencionado, pero mientras tanto, escupir sobre décadas de pasado es una manera de mantenerse en dos cosas: la promesa de 2/3 y los privilegios para unos cuantos. Claro que el robo no tiene mayor ideología.  Así va el sano equilibrio ruso entre el gobierno y la gente, lo que no implica aprobar la creencia de que es nada más algo "a la rusa". Son maneras distintas de hacer negocios, considerando que en "Occidente" se está lejos de lo impoluto. (en la foto: Pátrushev).



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