"La maña" es el nombre que gente de México le dió alguna vez al crimen organizado. Aquí no se trata de crímenes, pero sí de mañas. "Bulos de indulgencias", como decía el poeta Octavio Paz, es lo que se gana con la maña. Ya se ha dicho, los seguidores de Paz no están exentos, como no lo estaba el mismo Paz.
La izquierda hace lo mismo, con el mismo ánimo de "trascendencia" mal entendida: para cubrirse de gloria, hacerse de clientelas, pasarla bien, ahorrarse cualquier crítica -ya no se diga contradicción- e irse al cielo para tener fieles eternos. Puede tomarse el caso de un "ideólogo" de la autodenominada Cuarta Transformación mexicana, Enrique Dussel, filósofo, no exento de cargos ni de vínculos con universidades estadounidenses. De acuerdo con su Wikipedia, que seguramente tiene revisión "oficial", Dussel es autor de "más de 50 libros", lo que, aunado a otros logros (400 artículos, sin que se precise de qué tipo), lo convierten en "uno de los más prestigiosos pensadores filosóficos americanos del siglo XX". El problema está en que los 50 libros simplemente no existen: en Wikipedia están enlistados 41, en algunos casos con llamativas repeticiones, y sin que falte una antología, algo distinto de libro de autor. Cuando se aborda la minuciosa página Web del autor, los libros pueden contarse varias veces, si se incluyen las traducciones. El típico método de la maña es contar un solo libro varias veces, según el número de traducciones: un libro en español traducido al inglés y al coreano da así por resultado la supuesta autoría de tres libros, aunque no es exactamente el truco de Wikipedia con Dussel, considerado en una reciente antología universitaria como "el Hegel de Coyoacán", sin corrección alguna por parte del pensador. Si fuera un ser humano, Dussel podría ser visto en sus virtudes y defectos, y quedaría al tiempo decidir su sitio en la historia de la filosofía, latinoamericana, mundial o lo que se quiera. No parece que a Dussel le incomode la lisonja ni la construcción del "personaje".
Recientemente falleció, también cubierto de gloria, el sociólogo e historiador mexicano Pablo González Casanova. El Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) , en su "Adiós a Pablo González Casanova", escribió que éste "fue autor de más de una veintena de libros editados por CLACSO", aunque no hay mención más que de tres con opción a descarga en el sitio Web de la organización. Luis Hernández Navarro, en otra despedida, "un gigante llamado Pablo González Casanova", lo señala como autor de 24 libros. El problema está en que en Wikipedia hay 12, que, para quien la conozca, corresponden aproximadamente a la obra del también ex ocupante de numerosos cargos. No queda claro cómo hicieron las cuentas CLACSO y Luis Hernández Navarro, para llegar a 20 o 24, cuando pueden llegar aproximadamente a 13, 14 o 15. En medio de estas mañas, la universidad lo declara "hombre que influyó determinantemente en la vida democrática de nuestra nación", y su antiguo centro de trabajo destaca "su vasta obra académica fundamental para el desarrollo de las ciencias sociales en México y el mundo" (!). No queda claro si la gente que se dedica a estas mañitas también es, desde luego, tan crítica del culto a la personalidad como lo era Paz (!), o si siente la irresistible necesidad estadounidense de convertirlo todo en Mac, Súper, Mega, Freak o Combo. Dussel es un monstruo de las ciencias sociales, y González Casanova lo era, aunque se cuela el provincianismo de nombrar a uno el "Hegel de Coyoacán".
No es que en las Américas se tenga un especial sentido de la medida, del laconismo o de los límites. No es nada especial contra los ejemplos mencionados. Es nada más que el tiempo decide (como decide de lo humano y lo inhumano), y los Hombres no pueden tomarse por dioses. Se sabe, por lo demás, pero se dirá de manera "lateralizada" (en rumores y por la espalda, también para rebajarlo todo), según la expresión que usaba Luis Donaldo Colosio Murrieta. Y sin que importe lo más mínimo la persona, aunque del segundo quepa esperar que no terminen de perderse los Colegios de Ciencias y Humanidades (con click en el botón de reproducción).
PD: los tabasqueños tienen fama de no ser zalameros ni ganagracias, así que tal vez el presidente López Obrador, o su personaje, crean que es normal declarar a Elena Poniatowska "la mejor escritora de nuestros días" y una "santa laica". No es tan seguro, ni tan ajeno al amiguismo.