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miércoles, 3 de mayo de 2023

CUANDO TE DAN UN CONSEJO

 De la cifra hubo rumores, e incluso desde muy cerca de la presidencia se dijo que era superior a la de la Estafa Maestra. El señor John Ackerman tuvo la ocasión de hacer la revelación, pero optó por callar. Se trata del monto de dinero público que, a través de un consejo para la ciencia, terminó en manos privadas (incluyendo las de muchas transnacionales) sin que los empresarios tuvieran que devolver, innovar o siquiera dar cuentas de absolutamente nada. Se les regaló el dinero: si hicieron ciencia o tecnología, nadie lo sabe. En diferentes escalas, tráficos por el estilo hubo bastantes, suficientes para una "burocracia dorada" (de unas 85 personas en la universidad pública) y una casta de científicos para quienes la "honrada medianía" juarista es el equivalente de "no saber hacerla". Sus nombres se repiten una y otra vez, y hablan incluso en nombre de una comunidad científica que no existe, porque está fracturada.

      Ahora que el gobierno mexicano aprobó al vapor una ley de ciencia, saltaron los de siempre, sin faltar el que criticara a la "ciencia de Estado", y en este sentido "ideologizada". Saltaron los periodistas como Julián Andrade Jardí, con sus apellidos como licencia para no averiguar de qué se habla, para decir que la directora del consejo de ciencia estaba haciendo "marxismo" (!), y también "ideologizada". No se trata más que de descalificaciones: si es estatal es malo, si es marxismo, aunque no lo sea, es ideología.

     Tan no es "marxismo" que, en algunos aspectos, la nueva ley de ciencia no pudo pasarse de un lenguaje empresarial: no hizo un plan ni un programa, sino que estableció una "agenda", como decidió promover el "emprendedurismo" de los jóvenes; ahora los materiales a leer para establecer una "agenda" se llaman "insumos". El gobierno mexicano actual no está reñido con el capitalismo, salvo en la cabeza de Claudio X. González y una parte de la patronal vieja.

     La ciencia mexicana reciente -mucha innovación tecnológica no hay, pese a la existencia de talentos- se rige por criterios clientelares. No premia el trabajo, pero tampoco privilegia los negocios, salvo excepciones, sino que recompensa la capacidad de "hacer política". Desafortunadamente para la directora del consejo de ciencia, arrancó con una recompensa como investigador inmerecida para el fiscal general de la república, y con un nombramiento igual de desatinado en un Centro Público de Investigación.

     El problema con la nueva "agenda" es que no garantiza que se premie el trabajo en lugar de la pertenencia a redes clientelares y la distribución de beneficios que suponen. Si la agenda será "temática", como lo sugiere la ley, además de "horizontal" y "transversal", se arriesgará a que caigan como abejas a la colmena los mismos temas machacones de la moda y la Agenda 2030 de Naciones Unidas, para empezar: se recompensarán temas de género, de medio ambiente y cambio climático, de pueblos originarios, de afromexicanos (todo ésto se encuentra en la "agenda") y "equiparables", en nombre del lavado de cerebro que Boaventura de Sousa Santos logró en el consejo de ciencia, y puede que en una directora que no viene de ciencias sociales y Humanidades, pero que se embarca en la "pluralidad de saberes" y la "equidad epistémica". Si en materia de salud México debía ser Dinamarca, tal vez en educación superior logre lo que Nueva Zelanda: tener en los planes de estudio saberes maoríes, siendo éstos la tribu principal del lugar. No es más que la otra cara del agringamiento, considerando que en Estados Unidos la pelea entre Demócratas y Republicanos es fuerte ´por los planes de estudio. El otro aspecto es algo penoso: al parecer austero, el consejo de la ciencia en México no ve demasiado mal tener a gente medio popular sin idea de su trabajo, por más "ganas" que le eche al asunto (ahora educar al pueblo es coartarlo en su libertad).

     No hay garantía, en suma, pese a cierta demagogia y aspectos positivos, de que la ciencia mexicana no siga siendo como lo es el deporte: repleto de aficionados echando porras, con delegaciones increíbles de funcionarios incompetentes, los deportistas que aman lo que hacen -con vocación- tienen que pasar las de caín para sostener sus actividades mientras les cae encima un montón de parásitos y vividores. Sólo ocasionalmente pasa alguna persona con la idea de que las cosas pudieran ser de otra manera que clientelar y para lo que se llama "sacar raja". La ley no se da cuenta de que la muy buena idea de promover la ciencia básica y de frontera está reñida con las agendas "temáticas", por ejemplo. Como sea, los problemas más graves del país no están sugeridos como prioritarios, para no coartar la libertad de nadie, y la "agenda temática", en plena demagogia, no busca más que lograr que una parte de los científicos se sienta con la posibilidad de hacerse de poderes en nombre de tales o cuales "saberes". La práctica es vieja, las generaciones algo más nuevas. (foto: María del Rosario Espinoza, taekwondoína mexicana).



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