En la mayoría de los países de América Latina hay un uso torcido de la ley, al grado que es difícil hablar de estado de Derecho.
El presidente ecuatoriano, Guillermo Lasso, de derecha, acaba de disolver la Asamblea, para una "muerte cruzada", por la cual tiene que haber una próxima convocatoria a elecciones para completar el periodo 2021-2025. Las interpretaciones van y vienen. De acuerdo con los partidarios del ex presidente Rafael Correa, la medida de Lasso es inconstitucional, porque sólo se puede disolver el poder legislativo en caso de "grave conmoción social interna", lo que no sería el caso. En cambio, para Lasso, pareciera que tal "conmoción" sí existe, puesto que el mandatario, que cree que se trata de un "intento de desestabilización de la democracia", estaba a punto ser enfrentar un juicio político. Se lo ahorró, está dispuesto a seguir con decretos antipopulares y está tan a la baja que su tiempo parece haber terminado (cuenta con entre 10 y 20 % de aprobación, según las fuentes). Lo que despunta en el horizonte es el regreso del correísmo.
Poco se ha mencionado, pero el ex presidente Lenín Moreno tiene encima el riesgo de prisión preventiva, por asuntos de corrupción, de la misma manera en que Lasso se encontró acusado de malversación de fondos. Por lo visto, la derecha no puede gobernar correctamente en América Latina. Es al grado que el Ecuador, actualmente uno de los países más violentos de América Latina, podría acabar, al ritmo que lleva, entre los más violentos del mundo, entre otras cosas por disputas entre dos cárteles mexicanos, uno de los cuales es ahora perseguido, en la sempiterna historia de las preferencias dictadas desde Estados Unidos (en este caso, por el cártel de Sinaloa, para amarga protesta del Cártel Jalisco Nueva Generación).
Fuerzas armadas y policía se pronunciaron, lo que podían haber evitado, aunque lo hicieron de manera chusca, considerando constitucionales tanto el juicio político como la "muerte cruzada" decidida por Lasso. Para tener una idea, aquí sí cierta, la fiscal general del Estado, Diana Salazar (mujer y negra) tuvo el gusto de plagiar su tesis de grado. Las cosas se hacen ahora al estilo estadounidense: con fraudes y eternos pleitos legales contra ilegalidades reales o supuestas.
En más de un país de América Latina, como acaba de mostrarlo el bastante feliz encuentro entre el presidente colombiano, Gustavo Petro, y el estadounidense, Joseph Biden, o como lo mostró la intentona de destronar al partido Colorado en Paraguay, Estados Unidos apuesta por fuerzas de centro-izquierda, por motivos políticos, para apaciguar el descontento con remiendos, pero también económicos, para asegurarse de clientes e inversiones, lo que Biden logró con las energías renovables en Colombia, puesto que Petro es "verde". Lo que no queda claro es la capacidad de la derecha no para gobernar, lo que no hace, sino para sacar ventaja u obtener beneficio de las pifias de la izquierda, como en Chile.
Es en el contexto descrito, y en medio de las interminables barrabasadas de algunas organizaciones indígenas, que no queda claro lo que, de darse, representaría la vuelta del correísmo al Ecuador, si es que, por los problemas en la sierra y en la Amazonía, se decanta por el "centro": es algo que se está traduciendo por el voto conservador y a la derecha de una parte del electorado, que no es muy adepta a los desmanes "libertarios" de "demócratas liberales" y centro-izquierdistas, que ya pueden ubicarse en el "extremo centro". Hace rato que las votaciones en el Ecuador no muestran ninguna "avalancha" pro-Correa, salvo en la costa. Así que cabe prestar atención a la manera en que Lasso, la izquierda no correísta (que ya tiene algunos bastiones), los social-cristianos y los indígenas de Pachakutik se estarán moviendo próximamente. de un ecuatoriano famoso (da click en el botón de reproducción).