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jueves, 4 de mayo de 2023

SÍ, NO LO TIENE NI OBAMA

 Algún problema  parece haber con el piso, que no está muy parejo. No han faltado quienes se han echado a perder criticando diariamente, y hasta varias veces por día, al gobierno de Andrés Manuel López Obrador en México. Tampoco es que haya que defenderlo a capa y espada. Como lo hizo notar en su momento la periodista María Idalia Gómez, de Eje Central, si acaso lo hace el gobierno no es el único que polariza (en este espacio valoramos la independencia de criterio y ocurre que destaquemos cosas o personas positivas, como hace poco sobre tres periodistas mexicanas, ninguna partidaria de la autodenominada Cuarta Transformación: no nos dedicamos a golpear).

      Tan es así que, en la obsesión de los autodenominados "demócratas liberales", algunos asuntos simplemente se callan, como el hecho de que el Partido Acción Nacional (PAN), de derecha, no haya sabido gran cosa de gobernar entre el año 2000, cuando llegó Vicente Fox, y el 2012, de salida de Felipe Calderón, ninguno de los cuales, a diferencia de ex mandatarios del Partido Revolucionario Institucional (PRI), parece haber entendido que el sistema, por encima de preferencias partidarias, tiene reglas que le dan estabilidad: una de ellas, la de callarse terminada la presidencia de turno (a final de cuentas, incluso alguien como el ex mandatario Ernesto Zedillo se inclinó por la discreción). Desafortunadamente para un partido de derecha al que no le faltaron buenos elementos (desde Bernardo Bátiz y el coahuilense Jesús González Schmal hasta el ex gobernador de Chihuahua, Javier Corral), los gobiernos de Acción Nacional se vieron marcados por la corrupción galopante, del escándalo Oceanografía de los hijos de Martha Sahagún durante el sexenio de Fox al del súperpolicía Genaro García Luna con Calderón).

      No queda muy bien claro con qué cara se presenta el PAN ante los electores. Lo que destaca, en estos días, es otro escándalo de corrupción, llamado del "Cártel Inmobiliario", en la alcaldía Benito Juárez de la Ciudad de México, y que involucra a tres alcaldes blanquiazules: Jorge Romero, Christian von Roehrich (tras las rejas) y el actual, Santiago Taboada. Algunos de ellos alegan "persecusión política", pero lo que permitieron salta a la vista: más de mil construcciones ilegales, en particular con pisos de más, en la alcaldía, a cambio de sobornos y departamentos en lugares como City Towers. Sin ser de clase alta, pero sí de clase media acomodada, la alcaldía estaba junto con San Pedro Garza García (Nuevo León) como el lugar con la mejor calidad de vida de México, sobre todo por los servicios ofrecidos y una ubicación privilegiada. Nunca fue un secreto que la alcaldía era panista a morir, incluso entre habitantes menos beneficiados como los del multifamiliar Miguel Alemán.

     La mentalidad de muchos de los habitantes de la Benito Juárez fue siempre entrarle a la corrupción porque "así se arreglan las cosas en México", es decir, por creer que el país entero es de gente corrupta, una forma de darse licencia para hacer otro tanto. Los departamentos para Jorge Romero eran cosa sabida. Las construcciones irregulares pulularon al grado que no faltó quien se preguntara si la alcaldía no estaba lavando dinero en grande. Hubo tiempos de negocios turbios, de refugio para narcotraficantes (como uno de los hermanos Beltrán Leyva) y, desde los '80, de locales extraños para el trasiego de drogas, a veces no muy escondido. El caso es que se creó desde hace mucho un clima en el que a los tres indiciados, parte del grupo los Ocean, debe haberles parecido que no hacían nada fuera de lo "normal" y que, por lo mismo, podían quedar impunes. Tuvieron tiempo de darle una buena desfigurada a la alcaldía, encantada de que "circulaba dinero". 

     En 2012, existió la oportunidad de que la entonces delegación Benito Juárez cambiara de manos, pero Jorge Romero seguramente no ignore cómo ganó: robándole la elección, con argucias legales, a Leticia Varela, en una diferencia de 500 votos. El asunto consistió en bloquearle la impugnación a Varela (Partido de la Revolución Democrática). Varela ofreció más adelante pruebas de la corrupción de Romero, pero fueron bloqueadas. La candidata no tenía nada que ver con el Movimiento de Regeneración Nacional (MoReNa), hoy oficialista. Lo increíble es que Taboada, hasta hace poco, haya figurado como favorito de la oposición en la Ciudad de México, sin que los opositores (incluyendo a Movimiento Ciudadano, para lo que basta con ver lo que ocurre en Jalisco y en Nuevo León) se den cuenta de que carecen de proyecto que no sea el de delinquir. Ya llegaron por lo demás a Yucatán, después de haber convertido Guanajuato y Tamaulipas en infiernos. A diferencia del PRI, los del PAN nunca se preocuparon mayormente de hablar de la nación, al no ser herederos de un proyecto nacional-popular. Lo dicho no quiere decir que no exista gente honesta, como entre otros justamente Varela, alguien muy profesionalizado en el conocimiento de la administración pública.

     En su momento, Jorge Romero, quien era muy cercano a Mariana Gómez del Campo, no tuvo empacho en delinquir contra su propio partido para imponer a su facción, por ejemplo con falsificaciones del padrón electoral interno, lo que fracturó al PAN capitalino.

     Hace rato que más de un partido político se volvió ante todo, y a falta de disciplina y militancia, un medio de movilidad social ascendente. Fue lo que fracturó al PRI, aunque este partido curiosamente mantiene hasta hoy algunas estructuras internas sólidas de formación política (es el único caso, porque MoReNa no puede). No está claro si no pasará algo similar con el oficialismo, cuya clientela no está entre los pobres, sino en la clase media baja. A sabiendas de que no puede ir muy lejos, la oposición ha decidido golpear a la jefe de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, esperando que el sucesor sea el canciller Marcelo Ebrard y que rompa con el lópezobradorismo, garantizando en lo posible la permanencia de los negocios y el enfeudamiento a Estados Unidos. 

     El PRI garantizó poco más de medio siglo de estabilidad en México, aunque ya con dificultades entre los años '80 y los 90 (contando a partir de 1946). El PAN ha mostrado que la derecha está ocupada sobre todo en actividades ilícitas, como en el resto de América Latina. El futuro de México puede tener menos continuidad de lo que se piensa. 30 años o un poco más de desmantelamiento del interés y el espacio públicos no pasan en vano: falta el "factor humano", más allá de ciertas especificidades de López Obrador, y no puede saberse si aparecerá para darle a México algún rumbo. En este momento no hay quien lo tenga, y, por lo que hace a la derecha, no vió más que por sí misma, durante 12 años, algo que no hacía ni el PRI.




LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

 La Internacional Progresista (IP) del político Demócrata estadounidense Bernie Sanders se ha tragado a buena parte del progresismo latinoam...