Cuando los nazis invadieron la Unión Soviética, los soviéticos se quedaron sorprendidos con el hecho de que la soldadesca alemana solía portar amuletos y cosas por el estilo, considerando que el nacionalsocialismo no era ajeno al esoterismo.
Algunos nazis eran aficionados a usar tatuajes y a tatuar, en particular a prisioneros en los campos de concentración Los nazis que se tatuaban -con las iniciales de su grupo sanguíneo, primero en letras góticas y luego latinas, por si era necesario para transfusiones- eran los miembros de las SS (Schutzstaffel), temible formación paramilitar -inicialmente escoltas de Hitler-. Al final de la guerra, para que no los reconocieran como integrantes de este grupo, los SS hacían hasta lo imposible por borrarse los tatuajes.
Si en la actualidad el tatuaje es bastante común y se asocia menos al bajo mundo, lo cierto es que es un signo de reconocimiento entre neonazis. Los rusos han logrado pescar así a los neonazis entre los prisioneros de guerra ucranianos: como ocurrió en Mariúpol, en el gigantesco centro fabril de Azovstal, aquéllos fueron detectados por estar tatuados, a diferencia de otros militares ucranianos. Los tatuajes no son nada divertidos, sino macabros, como puede verse aquí abajo. En otros países, no es raro que lleven también tatuajes quienes se proclaman neonazis. Dicho de otro modo, llevar un tatuaje no es equivalente de ser neonazi, pero debiera llamar la atención que ser neonazi signifique muchas veces llevar algún tatuaje. No está exenta una forma de creencia premoderna, en el sentido de que el tatuaje confiere algún tipo de fuerza especial, aunque no forzosamente sobrenatural. Los neonazis ucranianos han llegado a tatuarse incluso retratos de Hitler. Los tatuajes encontrados no dejan ninguna duda sobre la filiación, pese al empeño occidental en negarlo. Lo reconoció incluso el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, quien al referirse a los neonazis de su país dijo: "son lo que son". Esto, a pesar de que Zelenski es judío, pero también tomando en cuenta que algunas formaciones neonazis de Ucrania fueron patrocinadas por oligarcas judíos, como el recientemente puesto en remojo Ihor Holomoiski.
Hay un detalle que cabe señalar: en el sovietismo, a diferencia del nazismo, nunca hubo drogas legales, ni gran permisividad con la homosexualidad (más bien estaba penada por la ley y era vista como fenómeno "fascista") o con el lesbianismo, ni exaltación de la "madre naturaleza" y de los animales, ni travestis, ni tatuajes, ni esoterismo, ni admiración por culturas antiguas, fueran el helenismo o el hinduísmo, todo al mismo tiempo que la glorificación de la familia más tradicional. Lo de aquí abajo es el tipo de ejemplos de "gran resistencia" que ha llegado a encontrarse en el Donbás, para pensarlo un poco antes de darse piquetitos artísticos en la piel.