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martes, 24 de octubre de 2023

DIVISIÓN DEL SUR

 A fuerza de dividir el mundo entre ricos y pobres, y no entre explotadores y explotados, se puede llegar a profundizar la división, como lo muestran muchas elecciones presidenciales en América Latina, aunque en algunos países se circula en sentido contrario.

     En las elecciones que llevaron de vuelta a la presidencia a Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, el país se partió en dos: un norte pobre, en particular en el noreste, y un centro sur más acomodado, que se fue con Jair Bolsonaro, a diferencia de la otra región que se volcó por Lula. En las elecciones colombianas, el actual mandatario, Gustavo Petro, ganó en las regiones más pobres (costa Caribe, costa Pacífico, parte de la más remota Amazonía), como ya había sucedido contra Iván Duque, mientras que Rodolfo Hernández se llevó las regiones más acomodadas. En las últimas elecciones peruanas, la derechista Keiko Fujimori se llevó Lima y parte de la costa, abrumadoramente, por contraste con la victoria contundente de Pedro Castillo en el resto del país, en particular en todo el callejón serrano. Es apenas de manera reciente que en Bolivia se ha logrado en algo -con alianzas del gobierno de Luis Arce- atemperar las diferencias, cercanas a la confrontación abierta, entre altiplano y "media luna", en particular con protagonismo cruceño.

     Otros dos países también han tendido a polarizarse: el Ecuador, de manera muy llamativa, entre la costa y la sierra/Amazonía. La diferencia está en que la costa incluye la ciudad más rica, Guayaquil, que como el resto de la costa viró a la izquierda, en algunos casos de manera abrumadora (como en Manabí). En cambio, los pueblos originarios, salvo excepciones (en pocos cantones y en parte en Imbabura), votan a la derecha si se les ofrece otro señorito como Daniel Noboa , para quebrar el país rematándolo: indios pobres o pobres indios, como se quiera, enfilan detrás del patrón empujados por sus caciques. La otra excepción es Argentina: Sergio Massa, candidato "radicalmente moderado" del peronismo, un fenómeno "moderadamente radical", ganó gracias a la provincia de Buenos Aires, que concentra casi el 40 % de la población, gente algo culta -en lo que queda- y buena parte de la producción, con el "ángel" de Axel Kicillof, de quien no cabe saber si es "radicalmente moderado" o "moderadamente radical". Como Massa puede perder la segunda vuelta, tendrá que moderarse aún más, para ubicarse en el "extremo centro" y tratar de captar votos del macrismo o de indecisos, aunque el primero se pronunció por Javier Milei. En Argentina, pues, los pobres votan como indios y los más acomodados como gente "de razón", hasta donde la haya en el aglutinante peronismo.

      Las diferencias regionales siguen pesando en México: el norte vota a la derecha (Acción Nacional, como en Chihuahua), al centro (como Coahuila, un éxito del Partido Revolucionario Institucional) y a algo así como el "derecho a la alegría" y la obligación de "jalar" (Samuel García en Nuevo León, con Movimiento Ciudadano, (MC) sin que al parecer la capital haya notado que las dos segundas ciudades de México, Guadalajara y Monterrey, están "de naranja" con MC, que puede deparar alguna sorpresa que dé cuenta del estado real de México, si el ex canciller Marcelo Ebrard lo desea, ya que lo demás es, en parte, seductores de la patria contra antiseductores de la patria...a costa de la patria). El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, pisa el acelerador y mete reversa al mismo tiempo: ratifica el TMEC (Tratado México Estados Unidos Canadá) y deja hacer al nearshoring, que concentran la actividad económica en pocos puntos, y "reequilibra" para la unidad norte y sur-sureste, ayudando al segundo, el más beneficiado de ayudas sociales (en entidades como Guerrero o Chiapas) y proyectos como la refinería de Dos Bocas, el Corredor Interoceánico y el Tren Maya, sin desdeñar un alud de inversión extranjera. El arte pareciera el priísta de "hacerle a todo" para satisfacer intereses contradictorios: los de la soberanía y los del remate frenético de México al exterior, al grado que Claudia Sheinbaum ya tiene cierto olor a "gobernadora" puertorriqueña. No es cuestión de ofender: es que la maquila, las remesas y el turismo, además de ser muy de México, tienen un largo historial en Borinquen, la tierra del edén, aunque menos mitómana. En fin: más se abre un país al exterior, y más tiende a desintegrarse si carece de base económica endógena. Más de uno va para el Estado fallido, a fuerza no no creer en lo propio y no creer más que en lo ajeno, sintiéndolo propio. La mano estadounidense no es secreto. Tampoco que el adorado Petro también cree que instalarse en una contradicción sin resolverla es "la política": declara extrañamente que los migrantes en México están en "campos de concentración" y que la solución no es el desarrollo endógeno, sino que Estados Unidos suelte de su bolsillo para invertir en el Sur en energías renovables, cosa de tener sudamericanos eólicos y solares. Lo que sigue no es seguro. Ni para la Argentina (da click en el botón de reproducción).



EL BALBOA QUIERE DÓLAR

 No queda claro por qué algunos se lanzan a anunciar triunfos imposibles: como era de prever, la candidata popular Maribel Gordón obtuvo en ...