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domingo, 15 de octubre de 2023

TODO, TODITO INDIO

 A juzgar por los resultados electorales, que le dan por un tiempo (hasta 2025) la presidencia del Ecuador a Daniel Noboa, empresario derechista de 35 años, no hay modo de sacar de la polarización al país sudamericano (48 % para Luisa González, de la Revolución Ciudadana). Puede pensarse que algunos factores influyeron en poco más de 10 % de indecisos: las gracejadas de Noboa por Tik Tok o el intento por colgarle un muerto (Fernando Villavicencio) al ex mandatario Rafael Correa, pero hay más.

     Como en 2021, las votaciones están polarizadas entre costa (abrumadoramente por la Revolución Ciudadana) y sierra, toda, todita por Noboa. Este no tiene idea de nada, salvo de negocios, y su vicepresidenta, Verónica Abad, es partidaria de privatizarlo todo. En conjunto (considerando la "grandiosa" idea de atraer inversión extranjera), no hay en esta oligarquía del banano otra idea que no sea asociarse con el extranjero y suicidarse como clase dirigente, si alguna vez realmente lo fue, y no delegó más bien en otros. Se trata así de la "antipatria", sin el menor sentido del Estado nacional. No hay más país que los negocios de papá y la promesa de "empleo" lanzada en helicóptero, o algo así.

     Lo que es más penoso es observar el resultado electoral por provincias. Hay una de la costa (El Oro, bananera) de casi empate, pero a favor de Noboa, y las del norte de la Amazonía a favor de González, tal vez por el delicado problema de una frontera porosa con Colombia. En la sierra, todo, todito Noboa, hay casi empate en el Azuay, luego del fracaso de Yaku Pérez (pseudoindígena en una provincia de antigua migración a Estados Unidos y de refugio para estadounidenses retirados, en Cuenca), y en Imbabura (con indígenas más bien prósperos). A diferencia de la "capital económica", Guayaquil (Revolución Ciudadana), la capital andina, Quito, se pronunció en un 60 % por Noboa. Lo más llamativo es el voto en las provincias serranas con fuerte presencia indígena: Cañar (58 % por Noboa),  Cotopaxi (60 % para Noboa), Bolívar (63 %), pero, más escandaloso aún, Tungurahua (74 % por Noboa), Chimborazo (66 % por Noboa),  o Loja (67 % por Noboa). No es cuestión racial: Luisa González ganó entre los Tsáchilas. También ganó en Esmeraldas, con población negra. Es cuestión de conducta de los indígenas en gran parte de la sierra: hábitos de servidumbre, estamentales (de grupo independientemente de la pertenencia social) y de arraigo de cacicazgos por lo demás fragmentados. Así no hay mayor conciencia de patria, sino de "qué ganamos como indígenas". Los amazónicos son otra versión de lo mismo: Napo (75 % para Noboa), Pastaza (74 % para Noboa), Zamora Chinchipe (72 % para Noboa) y Morona Santiago (68 % para Noboa). Dicho de otra manera, la servidumbre sigue sirviendo al patrón (que hace todo lo posible por presentarse como tal).

     Que se llevan al Estado nacional por delante se puede probar. Las provincias de la costa, donde arrasa la Revolución Ciudadana, son las que han estado sufriendo lo peor de la violencia por el trasiego de drogas, pero votan Revolución Ciudadana con sentido de responsabilidad, puesto que con Rafael Correa como mandatario el Ecuador era el segundo país más seguro de América Latina. No parece que importe demasiado a los serranos, menos impactados por la ola de violencia y más favorecidos (como en Quito) por un ostentoso lavado de dinero, eso sí, negado. Contra la inseguridad, Noboa no ha dicho más que disparates.

     No estaría mal que los universitarios hagan conocer las estructuras sociales indígenas y las de sus organizaciones. Pelean de tal forma por su "autonomía" -es decir, para que el Estado no tenga gran cosa que decir- que igual pudieran estar desde reservaciones tratando directamente con el gran capital. Las organizaciones indígenas pueden marchar de vez en cuando sobre Quito, paralizar carreteras y llevar al patrón a hacer el ademán de tomarlos muy en cuenta, sobre todo que son "su" servidumbre, pero no articulan ningún programa de Estado nación: ahora van a estirar la mano ante Noboa, como Yaku Pérez ante el presidente saliente Guillermo Lasso. Los indígenas no se comportan como gente "de abajo" (Luisa González lo es), sino que "disponen". Por cierto: las iguanas de Galápagos (que Lasso entregó a Estados Unidos) votaron por Noboa (66 %). No queda claro si señalar la antipatria de empresarios bananeros, indígenas proestadounidenses e iguanas de las Galápagos puede ser un camino mejor que el de hacer llamados a "todos" y a la "unidad nacional" cuando el gran capital y sus estamentos aliados no tienen idea de ningún interés general, sino únicamente de los particulares, desde los cuales lanzar migajas sin que falten míseros para querer alimentarse de ellas. Nada que festejar (da click en el botón de reproducción).



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