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lunes, 6 de noviembre de 2023

AH SÍ, PEPE EL TORO NO HA MUERTO

 El detalle provinciano no falta: "he aquí al Hegel de Tepalcatepec". A pocas horas del deceso de Enrique Dussel (Ambrosini), filósofo argenmex, el periódico mexicano La Jornada lo declara "uno de los grandes pensadores filosóficos del siglo XX". Es el tiempo el que dirá, no la costumbre sacerdotal de mandar a unos al cielo y a otros al infierno. De paso, el rotativo le aumenta: de unos 50 libros, según algunos reportes noticiosos, pasa a ser el autor de 70, es decir, suponiendo que haya empezado a los 18 años (murió a los 88 años), uno por año. Es posible: Dussel (Ambrosini) cuenta en Youtube que escribió 400 páginas en tres meses. Es menos seguro que lleguen las ideas al mismo ritmo, pero puede suceder cuando se es un genio. Un poquito bribón, en su biografía en Youtube, el filósofo se dedica a crearse un personaje, resaltando los famosos con los que se codeó, pero, religioso, el personaje se hace pasar por persona. Queda por saber si los libros -además de 400 artículos- los escribió la persona o, repitiéndose, el personaje. Por poco le ha pasado al presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, a fuerza de seguir "la república amorosa" que le inspiró Dussel, pero, para bien o para mal, se impone la persona. Dussel, en cambio, no dudó en posar como si el fotógrafo le hubiera dicho: "quiero que crees la impresión de que estás pensando". Hay pocas excepciones.

Bueno, parece que lo hubieran agarrado desprevenido.

     Parte de la despedida, en medio de un alud de izquierda de palabras grandilocuentes -más los homenajes que falten hasta cansar hasta a los fieles- consistió en hacer de Dussel (Ambrosini) un marxista que no era. El filósofo argenmex de "la liberación" remplazó a los trabajadores y explotados por "el pueblo", "los pobres" -dos manías de López Obrador- y "los excluídos", seguramente que como "redimibles". No pareciera importar que entre los pobres haya de todo, incluyendo gente lumpen, hampones, sicarios, "halcones", rompehuelgas, aprovechados, mantenidos, vividores y parásitos: siguiendo a "Nosotros los pobres", son bienaventurados por nivel de ingresos, mientras que más arriba hay que ingeniárselas para ir al reino de los cielos, porque está más difícil que para un camello pasar por el ojo de una aguja. ¿Algo que ver con marxismo? Nada. Con miserabilismo, sí: lo acostumbra la izquierda para que el personaje parezca persona caritativa. ¿El "pueblo"? No es equivalente de trabajadores y explotados (a Marx, expresamente, no le gustaba andar hablando de "pueblo"), si "pueblo se entiende" por "gente de abajo". Lo de "arriba", "abajo", "en medio" y tal vez hasta "alrededor" es de nunca acabar. En realidad, puede haber incluso ricos y también clasemedieros que trabajan y son explotados. Ricos: que se pregunte en el medio del espectáculo, por ejemplo, o por la suerte de José José y la manera en que fue tratado por sus empresarios. ¿Gavilán, o paloma? "En medio" está lleno de gerentes explotados y que trabajan duro para ascender. La "gente de abajo" no es algo muy fiable: tan es así que, de "chiripa", López Obrador logró sacar a unos pocos millones de la pobreza, pero por aumento salarial a los trabajadores, dejando a muchos otros tirados debajo del autobús, incluyendo a gente en pobreza extrema. Y lo de "los excluidos", es muy extraño: ¿excluídos de qué? El mundo está lleno de gente dispuesta a pasar sobre el prójimo con tal de ser "incluida", además, como originaria, afrodescendiente, mujer, joven, homosexual, lesbiana, trans, amante de los animales, vegana o usuario de "lenguaje inclusivo" (justamente: "un mundo donde quepan todes"). El tabú es el trabajo y la explotación. La buena intuición de López Obrador fue tratar de separar política y economía en un país que, como otros de América Latina, cree que un político es culpable de robo hasta prueba de lo contrario y un empresario alguien que se ha ganado lo que tiene "con su trabajo", su esfuerzo y su dedicación. La explotación no es problema, o se entiende como "abuso", lo que no es; lo que es problema es el robo, y lo que quieren los pobres, el pueblo y los excluidos no es que cese la explotación en la producción, sino lo que se les prometió: que los políticos dejen de robar para que se reparta mejor, en la distribución y el consumo. Ahora hasta el más "originario" es un keynesiano más en la fila. López Obrador pudo haber dado el paso para pasar del problema del robo al de la explotación, pero está por verse si hay forma de ser competente y pararle al inconveniente del clientelismo, ciertos amiguismos y la entrega económica más que amorosa a Estados Unidos. En fin, Dussel (Ambrosini) deslizó un supuesto marxismo al plano del amor al prójimo y, encima, a la manía de salir de la sociedad para no ver más allá de la "comunidad", costumbre alemana.

      Dussel Jr (Peters), o baby Dussel, a sus 58 años ya es un prodigio con un CV de 162 páginas y parte de la "casta intelectual" universitaria en la que abundan los premios políticos, no al mérito en el trabajo (no es nada más un problema de 85 tecnócratas). Sin detenerse demasiado, cabe observar que Dussel Peters escaló con mañitas (detectables para quienes conozcan a los docentes universitarios más flojonazos: otra vez, no son sólo las autoridades), acaparamientos rentísticos y lo que ahora se llama "movilidad" (pasearse por aquí y por allá a costa del erario). Tal vez esta persona le haya aprendido algo al personaje paterno. En fin, cosas de la "república amorosa" y de generaciones intermedias que no logran sacudirse costumbres de grandes señores ni fraudes a la gringa. El tiempo dirá, pero es preferible no mezclar el marxismo con rentas o negocios, porque suena a incompatible. Y si ya se sabe cómo es uno, que no lo lean a uno. Porque la filosofía es de la igualdad (da click en el botón de reproducción).



LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

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