Es poco probable que la oposición, incluyendo la mediática, haya entendido. Considera que la candidata presidencial de la Cuarta Transformación no tiene mérito propio, así sea honesta, y que no es más que la "prolongación de" o la "dependiente de" Andrés Manuel López Obrador, el presidente. Eso lo creyó incluso buena parte del aparato del oficialista Movimiento de Regeneración Nacional (MoReNa), de los gobernadores y de columnistas que se adelantaron a "leerle la mente al jefe". A este ritmo, no es poco lo que cae en la sospecha: si la hija de Sheinbaum recibe una distinción académica, no es por mérito propio, sino por "ser hija de", aunque no parece haber sido el caso (al menos habría que detenerse a ver el curriculum). Si la madre de Sheinbaum recibe un premio científico, no es por científica, sino por ser "la madre de", a reserva de que tal vez el momento para otorgar el reconocimiento -viendo el curriculum, entendible- no haya sido el más adecuado. Como Sheinbaum es honesta pero no especialmente "trucha", cree que el asunto de "prolongación de" es...!por ser mujer! A decir verdad, lo mismo hubiera sido si hubiera ganado la candidatura Adán Augusto López Hernández. La oposición, con hábitos del antiguo régimen, no va a hacer más que empecinarse en mostrar la "prolongación de" para poner a prueba a Sheinbaum. Como contraparte, se ofrece el "milagro mexicano" o alguna versión local de lo que se cree que es Estados Unidos: Xóchitl Gálvez, la vendedora de gelatinas que con su propio esfuerzo salió de abajo para convertirse en ingeniera, empresaria y jefe delegacional, sin ser prolongación de nadie, más que de sí misma. No está mal: el problema está en encontrar en la tupida red de apoyos de Gálvez entre los intelectuales, por ejemplo, alguien que no sea "prolongación de" (Krauze, Aguilar Camín, el Instituto de Estudios para la Transición Democrática "de" Rolando Cordera) y que, como Gálvez, tenga criterio propio (a veces sí se le da...). Incluso el curriculum del gordito muestra hasta qué punto no es más que "prolongación de" y "dependiente de". A diferencia de Movimiento Ciudadano (MC), el Frente Amplio tiene algunas dificultades para probar que no es "prolongación de", como el candidato a la Ciudad de México, Santiago Taboada, para demostrar que no es "prolongación de" un grupito de Acción Nacional. Como sea, sin que sea exactamente así, MoReNa se defiende alegando que Gálvez es "prolongación de" Claudio X. González, en cuyo caso no se explica que la hayan buscado en el pasado, cosa no desmentida.
El problema en Sheinbaum es la cortedad de miras. En su reciente promoción mediante un documental, en el que se muestra como "prolongación de" -es un honor-, la candidata la emprende contra la meritocracia, que asocia al neoliberalismo y su idea de "esfuerzo personal" para tener logros. Lo cierto es que la ruta de Gálvez es excepcional y que, en un país como México, el solo esfuerzo personal no basta, mucho menos para triunfar en los negocios, ya que éstos, si se empiezan desde abajo, tienen una altísima mortalidad temprana. El problema no está sin embargo en un esfuerzo personal que, si está ligado al trabajo, es deseable; está en asuntos de dinero mezclados con "relaciones" que frenan la realización personal. Hay que saber empezar como Carlos Slim, desde arriba. En fin que, en teoría, cualquiera es libre de emprender. En la realidad, no cualquiera es libre de salir adelante si no cuenta con un gran capital de entrada, a saber ganado de qué forma. Por lo que toca a las "relaciones" o "palancas", no todos las tienen. Sin embargo, lo dicho no quiere decir que deba renunciarse al esfuerzo personal, que de hecho persiste aunque sólo sea porque para muchos, así no se progrese, se trata de ganarse la vida.
El otro aspecto del problema está en unos hábitos psicosociales que llevan a creer que todo es cuestión de saberse colocar en "la dependencia de" (sabiendo adivinar las "movidas"), en la "prolongación de". Para ello hay que pasarse el tiempo "relacionándose" en vez de trabajar, y no se trata de ningún esfuerzo personal. El que lo intenta sin algún "padrino" no puede llegar muy lejos. En ninguno de los casos -el del dinero y el de la clientela de dependientes- hay una meritocracia que reconozca el mérito en el esfuerzo personal, en particular en el trabajo: se reconoce al que tiene un buen capital o al que es incondicional -no leal, puesto que no hay criterio propio- al "grupo", y que acepta tráficos de favores, influencias, amiguismos, favoritismos y, si es el caso, sumisión. Para el resto, es ser un simple mortal, no un "protagónico" ni "jefe". La grandeza local está en lograr que, a partir de incondicionalidades de grupo, se llegue al cargo o al lugar en el que se crea "trascender" y de paso se pueda llenar el bolsillo. "Hacer méritos" no es aquí esforzarse personalmente, sino saber "quedar bien" y pasar sobre quien haya que hacerlo para trepar o no caerse.
No es una cuestión de "derechos", sino de creación de condiciones equitativas, que no pasan por dar privilegios a ciertos sectores de la población, sino por asegurar al conjunto un punto de partida mínimo que repare no nada más cuestiones de sexo o de raza, sino de lo que pueda haber de desventajas de origen socioeconómico, de acceso a una buena educación universal o de disfuncionalidades familiares. Aventando dinero desde el helicóptero no se arregla gran cosa: es cuestión, sí, de meritocracia, es decir, de condiciones de equidad (no de igualdad) para que el esfuerzo personal sea reconocido por lo que vale - la "cultura del esfuerzo y no del privilegio"-, en vez de privilegios de partida en dinero o en "conectes". Lanzar dinero y "derechos" a diestra y siniestra, universalmente, es dar a todos por igual sin reparar en la necesidad de equidad ni en el esfuerzo personal, y por lo tanto, descartando el mérito, porque se crea el hábito de creer que las cosas no se ganan, sino que "son debidas", casi por el solo hecho de existir. Así no es. Ni se trata de que todos logren lo mismo, con o sin esfuerzo. Eso es apenas igualitarismo. Pero la autodenominada "Cuarta Transformación" no termina de pelearse con una meritocracia que no entiende y que la Nueva Escuela Mexicana terminará de arruinar porque no quiere "resultadismo". Oye cómo va (da click en el botón de reproducción).