La llegada del anarcocapitalista Javier Milei a la presidencia argentina ha desatado la polémica, pero no es algo tan nuevo. Milei ha prometido convertir al país sudamericano en potencia en a lo sumo 35 años, lo que es perfectamente factible, siempre y cuando no haya cambios de política económica por un buen tiempo y se trate, además, de la política económica correcta. Nunca una política económica como la propuesta por Milei ha convertido a ningún país en potencia, y cabe preguntarse por lo demás si debe ser un objetivo, en vez de resolver las necesidades de gran parte de la población.
El recién electo argentino prometió dolarizar la economía, por lo que, si lo logra, se volverá más difícil hablar de "economía argentina" si tiene una moneda estadounidense. Puede que Milei lo logre, pero no existe ninguna experiencia histórica de algún país que se haya convertido en potencia adoptando el dólar. El Ecuador, Panamá y El Salvador tienen como moneda la estadounidense y cada uno se las arregla como puede, pero en el Ecuador y en El Salvador no se ha tratado -al menos no en tiempos de éxito económico reflejado en indicadores- de llegar al Estado "mini". No lo hace el presidente salvadoreño Nayib Bukele y no lo hizo en su momento el ecuatoriano Rafael Correa. Puede que Milei sea el primero.
Reducir el gasto público no quiere decir nada. Mal si el gasto se va en corrupción y no se emplea de tal modo que en realidad se convierta en "inversión a largo plazo", sin descartar la eficiencia. Un gasto público pequeño lo tiene Sudán del Sur; países como Estados Unidos, Francia o Alemania tienen un gasto público más bien elevado. En abstracto, lo que ofrece Milei es que Argentina de "sudanice", si bien ofrece no tocar más que a la "clase política" y no a los ciudadanos comunes. En fin que, hasta aquí, Argentina puede "africanizarse" teniendo además como moneda el dólar. El Salvador en su momento y el Ecuador en la actualidad saben algo de lo que significa socialmente esta vía. Es, efectivamente, meterse en la "africanización" o en cosas peores, considerando la violencia social.
Milei ofrece liquidar el Banco Central. Como se lo recordó la candidata derechista Patricia Bullrich, solamente los paraísos fiscales no tienen bancos centrales. Panamá, por ejemplo. Lo que se lava en el sistema financiero panameño no siempre es especialmente limpio. Como sea, puede que haya cierta "clase política" que sea vista, no sin razón, como ocupada más del beneficio propio y particular que del interés y el servicio públicos. En este sentido, es cierto que entorpece la iniciativa individual. Dejando de lado el modelo sudsudanés, queda por ver lo que, estando al mando, ha hecho el empresariado en países como Panamá o el Ecuador, dejando de lado el caso de Bukele. Tal vez no se trate de remozar las instituciones, sino de destruirlas por gusto de la anarquía. No hay empresario que no esté metido en algún lío de delincuencia al pasar por la presidencia. Puede que Milei logre algo muy distinto, aunque no está de más recordar algo: en Argentina, Cristina Fernández de Kirchner fue desplazada gracias a un aparato de Justicia que actuó de manera delictiva.
Hace tiempo que está demostrado que el empresariado opera así: en primer lugar, no ve mal cierta "redistribución" siempre y cuando no haga que los beneficiarios se sientan fuertes y con capacidad de negociar con independencia y desde abajo; en segundo lugar, tampoco ven mal cierta intervención del Estado, siempre y cuando no sea en áreas de actividad que el sector privado puede considerar rentables para sí. Queda por saber por cuánto tiempo gran parte de América Latina va a estar oscilando entre cierta "redistribución" y rescates del Estado a medias y la reacción empresarial para la cual "la libertad" puede ser la de dejar a medio mundo en la precariedad -es decir, sin derechos conquistados desde abajo- y al Estado reducido a unos cuantos subsidios a favor del empresariado. El problema está en que, en realidad, tan no hay alternativa -es que no la hay- que no faltaron encuestas para demostrar que el voto por Milei no excluyó a bastante gente que no le cree nada, pero parece estar harta de todo, incluyendo un peronismo bastante idealizado y proclive a actuar desde arriba, de manera vertical, personalista y "para los amigos". Exactamente el tipo de actuación de quienes, en México por ejemplo, remplazaron al antiguo régimen delinquiendo y haciendo "lo que se imaginaban que hacía aquél". Es la clase de gente que cree que un poquito de keynesianismo es "socialismo". Buen rato tiene Argentina oscilando entre el clientelismo peronista y otras posibilidades de llevar el país al despeñadero (dictaduras o gente como el presidente Fernando de la Rúa), salvo que se persista en no tomar nota de cómo el presidente derechista Mauricio Macri, lanzándose a los brazos del Fondo Monetario Internacional, sentó las bases para que el peronismo siguiera demostrando su inutilidad -nunca ha sido especialmente útil-y apareciera un Milei para rematarla, salvo que se quiera creer que Sudán del Sur, el gobernador Luis Fortuño de Puerto Rico, el Ecuador bananero, el Panamá del lavado o El Salvador y el Ecuador de las pandillas son caminos de gran potencia. No es que Milei esté chiflado, y por lo demás se apresuró ya a hacer buenas migas con el ucraniano Volodimir Zelenski. Aquí viene el resumen de ambos (da click en el botón de reproducción):