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miércoles, 17 de enero de 2024

EL OTRO FESTÍN

 En una reciente entrevista a CNN Prime Chile, el expresidente ecuatoriano, Rafael Correa, explicó las circunstancias que explican que el Ecuador se vea envuelto en la violencia actual: habiendo salido aquél de la presidencia, sus sucesores, por distintos motivos, debilitaron los aparatos de seguridad y de justicia, entre otras cosas eliminando el Ministerio Coordinador de Seguridad (que se coordinaba con Colombia), el Ministerio del Interior encargado de la policía, para la seguridad ciudadana, y el ministerio de Justicia (encargado de las cárceles), para dejar nada más un aparato dedicado a inventarle cargos a Correa y otros integrantes de la Revolución Ciudadana (RC), llamada "correísta". Dicho de otro modo, fue quedando un gobierno sin Estado. Correa desmontó el siguiente argumento, en el sentido de que no debió irse la base militar estadounidense de Manta (a la cual simplemente Rafael Correa no le renovó el contrato): no hay ni una sola base estadounidense en El Salvador y el presidente de este país, Nayib Bukele, dió al traste con la inseguridad; hay siete bases militares estadounidenses en Colombia que no impiden todo el trasiego de cocaína, en parte hacia el Ecuador. Si acaso, en la entrevista mencionada, Correa se equivocó al decir que Bukele "cruzó líneas rojas" en materia de Derechos Humanos, lo que es inexacto y no pasa de ser un "dicho" -con escasa comprobación- de los medios de comunicación fuertes y "globalistas", estadounidenses y de algunos países europeos. Pueden haber algunos errores en lo hecho por Bukele, pero nada que esté enfilado a permitirse o a alentar violaciones sistemáticas de los Derechos Humanos.

      Conforme a argumentos previamente expuestos aquí y gracias a varios artículos del portal Rebelión (en particular de Juan Paz y Miño), el problema de la droga estaba latente desde antes del mandato de Correa y se complicó después, mientras que durante dicho mandato fue controlado y se redujo en mucho la violencia, pese a que las medidas tal vez no hayan sido lo suficientemente duras (en particular con las pandillas y el tráfico al menudeo, según testimonios de residentes en Quito). Lo interesante de lo aportado por Paz y Miño está en que confirma lo sostenido aquí (y que ya habían estudiado economistas franceses como Pierre Salama): desde bastante antes de Correa, era visible, para quien lo quisiera ver, el lavado de dinero en ciudades como Quito, capital ecuatoriana, pese a la frecuente negativa a admitirlo, por ejemplo entre la intelectualidad. Desde hace rato que  el lavado de dinero ilcíto en el Ecuador representa, según estudios citados por Paz y Miño, tres por ciento del producto interno bruto, con un 75 % que se va sobre todo a bancos y "construcciones", lo que no puede no haber ido de la mano de la dolarización, hasta que se adoptó el dólar. Los ricos están involucrados: por ejemplo, a través de la disimulación en los embarques de banano, siendo por cierto (sin establecer relación directa) que el actual mandatario ecuatoriano, Daniel Noboa, es hijo del gran magnate del banano del país, Alvaro Noboa. Guayaquil, gran centro económico costero, es el lugar de exportación bananera y el más disputado entre cárteles, junto con tener por ejemplo uno de los barrios pobres con más altos índices delictivos del mundo, siempre según Rebelión. Para más señas, dado que el Ecuador NO produce droga, el tráfico de ésta, según la agencia AP ("Cárteles explotan industria bananera de Ecuador para traficar cocaína"), se incrementó desde Colombia después del desmantelamiento de las FARC-EP (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia). Si se desmantela el aparato de seguridad, lo que hizo en particular la presidencia de Lenín Moreno,  según acusara en algún momento el consejero de Seguridad ecuatoriano, Paco Moncayo, en octubre de 2023 (Radio Pichincha) y no disminuye la producción en Colombia y el tráfico, se crearon entonces las condiciones para lo que ocurre actualmente.

      La ocasión hace al ladrón, se dice a veces, así que se ha confirmado que la situación de violencia en el Ecuador está siendo aprovechada para beneficio estadounidense, lo que también confirma Rebelión. Ecuador se ha vuelto el país sudamericano que más asistencia militar estadounidense recibe, habiendo debancado a Colombia. Ni así se impide lo ocurrido: un reciente acuerdo entre Estados Unidos y el presidente saliente Guillermo Lasso, que reforzó la cooperación militar, no evitó el estallido reciente. Personal del Comando Sur puede pasearse con inmunidad por el Ecuador y contribuir a patrullar el espacio aéreo y marítimo, según Rebelión. Cabe recordar que Estados Unidos está creando una base militar en las islas ecuatorianas Galápagos.

      En la entrevista mencionada más arriba, Correa, pese a apoyarlo, considera que Noboa y su equipo son incompetentres para un combate eficaz al problema de la violencia (Correa citó el caso de una ministra sin CV, pero buena para Tik Tok). Como ya se ha dicho, hay países en situaciones similares, como Haití o hasta cierto punto Paraguay, en los que Estados Unidos no hace gran cosa (salvo beneficiarse para una mayor intromisión militar, como en Paraguay). Cuando más álgido estaba el problema de las pandillas en El Salvador, llegando a la tasa de homicidios más alta del mundo, Estados Unidos no movió ni un dedo, pero se molestó con la mano dura de Bukele. Por cierto, Lenín Moreno, el mismo que desmanteló el aparato de seguridad ecuatoriano, está refugiado con lujos en Paraguay. Ocurre que, acusado de vínculos mafiosos por el Congreso ecuatoriano, Lasso evitó el juicio político y salió tan impune como Moreno. Los medios de comunicación masiva poderosos no lo mencionan, y prefieren seguir con la retahíla de "Correa lo uno y Correa lo otro". Habida cuenta de lo mencionado aquí, el de la violencia no es un problema que se vaya a arreglar pronto en el Ecuador, que por cierto no era una "isla de paz" en algún pasado idílico: no por nada, según lo muestran las redes sociales, alguos añoran al presidente de los '80, León Febres Cordero y sus grupos paramilitares, antes de ser parado por el alzamiento militar de Frank Vargas. El Ecuador no es un país exento de tradición de violencia y crueldad, ni de reiteradas intromisiones estadounidenses. Lo nuevo es la propagación de la inseguridad de la que creían estar a salvo quienes en los '90 (pasada la temporada de golpes de Estado) creían ver petróleo donde había cocaína. "El festín del petróleo" siguió con más fiesta, y como toda fiesta, al alegre principio sigue un triste final (da click en el botón de reproducción).




FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...