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miércoles, 3 de enero de 2024

CAOS CONTROLADO

 Contra lo que intentó festinar la izquierda, por cierto que de manera extrañamente "oceánica", estos años no se han visto marcados por una nueva "ola progresista" (¿sobre la cual surfear?), ni "marea rosa", ni mucho menos "tsunami". Mucho indica un empate de fuerzas que, por sus características, creen ser hegemónicas y estar en todo caso dispensadas de debate: culpar y/o descalificar al otro se vuelve licencia para no asumir responsabilidades, por ende consecuencias y posibles errores propios.

      En el Ecuador, la Revolución Ciudadana que encabeza Rafael Correa creyó que, pasada la traición de Lenin Moreno, hasta hoy impune y prófugo, era posible hablar con la derecha del presidente Guillermo Lasso o con la del actual mandatario Daniel Noboa, pero no hay modo: la persecución judicial como pretexto para la exclusión política ha seguido, según lo muestra el caso del exvicepresidente Jorge Glas, con quien, al igual que con Correa, se trata de saña. Glas está en espera de que México eventualmente le conceda asilo, y en el pasado se logró demostrar que simplemente se le "sembró" algo para inmovilizarlo. Parte de la dirigencia importante de la Revolución Ciudadana ha tenido que salir a México.

     Después de que el presidente Pedro Castillo cometiera un error -lo que gran parte de la izquierda peruana no quiere reconocer- que le costó el cargo, fue el pretexto para "lavar" a los Fujimori, de tal modo que Alberto Fujimori salió en libertad con la presidente Dina Boluarte. Cosa no nueva en el Perú, sino ya de varias décadas (desde antes de los años '80 y el surgimiento de Sendero Luminoso), y pese a los aspavientos sobre "la toma de Lima", capital peruana, lo que no funcionó pese a la represión previa, la izquierda peruana está muy fragmentada. No es con "más represión" que se va a "levantar el pueblo", en lo que sigue siendo la antigua creencia en que "lo bueno de ésto es lo malo que se está poniendo". Tampoco ha funcionado en el Ecuador: que las cosas estén mal no es garantía de que saldrán bien (!), pero sí de la frecuente autoexoneración, pese a que Noboa está por ahora por poco tiempo y la Revolución Ciudadana tendrá una nueva oportunidad, siendo la única fuerza nacional. En el Perú, en cambio, es la derecha que no entiende lo que expresaron las últimas elecciones: que el país está cortado en gran medida entre Lima y el interior, sobre todo serrano, de tal modo que el fujimorismo saca ventaja sobre todo del miedo sembrado a supuestos "terrucos" (terroristas) y hacia la izquierda, gana el hartazgo con el fujimorismo. Sigue siendo cosa de personas más que de programas, como se ha intentado fabricar en el Ecuador, a favor o en contra de un Correa que por lo demás se encuentra lejos, asilado en Bélgica. Quienes votan "contra Correa", por "un nuevo Ecuador" creyendo que el de Correa es de clientela, lo que no es, pese a ciertas pifias, no entienden lo que se les dice cuando se habla del país como "Estado fallido". Y, a su manera, habida cuenta de la conducta del Congreso y del aparato judicial, el Perú es también una suerte de "Estado fallido", o en todo caso del "caos controlado" que es, en gran medida, la aspiración de Estados Unidos mientras se sigue con el negocio.

      Difícilmente va a ser del peronismo que se extraiga una autocrítica luego del triunfo del actual presidente argentino "motosierra", Javier Milei, que puede llevar a otra modalidad de "caos controlado", sin que a la izquierda se haya tocado ni con un pelo la incompetencia del saliente Alberto Fernández, una pifia. Hay veces en que denunciar y denunciar es una manera de ahorrarse un vistazo sobre sí mismo, práctica del antiiimperialismo cubano que sigue empeñándose en ahogar una discusión interna que como quiera hay en Cuba. De la sola denuncia a Milei no saldrá gran cosa.

     En Colombia, el mandatario Gustavo Petro es tan tibio que sí ha sido objeto de críticas, sobre todo que no es para nada antiimperialista. Y en Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva llegó en tales condiciones de "coalición" con el centro y el centro derecha que tiene que pasarse el tiempo cediendo a las exigencias del centrao y renunciar a sus planes, desgastándose y sin que lo defiendan siquiera sus admiradores "demócratas liberales", al menos que la idea de la democracia sea un fin en sí mismo que asegure un estado de cosas, sin mayor cambio -en Chile ya se volvió un enredo fenomenal- y en un supuesto sistema de "pesos y contrapesos" de tal modo que todos se paralicen entre sí. En suma, por hábitos de poder, maniobrar o manipular para mantenerlo sin saber bien a bien para qué, cuando se sigue la coyuntura -marcada por los medios de comunicación masiva- sin considerar el sentido. Tímidamente, Petro y el presidente chileno Gabriel Boric han tenido una que otra iniciativa de interés, pero en medio de una profunda inercia conservadora. Regresando a esa curiosa forma de "sentimiento oceánico" que se va en augurar olas, mareas y tsunamis, las cosas están más bien en formas tales de empate que no despunta nada parecido a una nueva estabilidad -tampoco de derecha-, sino a cualquier orden visto como "autoritario" y contrario a "las libertades". En fin, Jobim (da click en el botón de reproducción).



LO QUE HAY QUE TENER (THE RIGHT STUFF)

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