Como en otros territorios de América Latina, en el del actual Ecuador la población indígena u originaria, como se quiera llamar, es bastante diversa. Pese a "levantamientos" en los '90 que sorprendieron por inesperados, cuando se estaba a 500 años del Descubrimiento de América, es falso que en todos los casos hayan sido "500 años de resistencia". Los pueblos originarios del actual Ecuador estaban sometidos al imperio inca y se le resistían en más de una ocasión. Por lo mismo, hubo grupos que en la llegada de los españoles se les unieron -como los cañaris, en la sierra centro-sur-, al igual que los tlaxcaltecas en el actual México contra los aztecas. Otros, como Rumiñahui, pelearon en parte contra imposiciones incas y contra los conquistadores españoles. Es una historia difícil de aprender, por la "guerra civil" inca. Hubo también grupos transportados desde otros lugares del imperio inca al "Ecuador", en calidad de mitimaes. Hasta la actualidad, los pueblos originarios del Ecuador son muy diversos: algunos son más bien prósperos y hacen comercio en el extranjero, de Estados Unidos a Europa Occidental, y se los puede encontrar por lo demás en algunas calles céntricas de la Ciudad de México, porque son grandes artesanos: son los otavaleños, de Imbabura, al norte de Quito, capital ecuatoriana, y bien integrados igualmente con el turismo. Otros indígenas son llamativamente pobres, en la sierra centro, y presas fáciles de sus cabecillas; algunos más son hoscos y aguerridos, como los saraguros, en la sierra sur. Los indígenas amazónicos son un mundo aparte. Es por lo mismo que las diferencias políticas no escasean, y que no es fácil tratar con varios líderes que tienen sentido de estamento, como si no hubiera problemas dentro de los distintos grupos. Los hay tempranamente ligados a Estados Unidos y con gente de estudios en el extranjero. Al actuar como estamento, es decir, primero como grupos indígenas y después como ecuatorianos, no hay sentido de ciudadanía, es decir, de igualdad con los demás ecuatorianos, y más de un pueblo originario ecuatoriano puede pasar de ser discriminado de la peor manera a sentirse "especial" y con una mezcla de derechos y privilegios. En cada elección, los indígenas se lanzan aparte, incluyendo indígenas "a medias" como Yaku Pérez, y no es raro que terminen votando por el patrón, es decir, a la derecha. Aún así, la Revolución Ciudadana (RC), ligada al ex presidente Rafael Correa, ha logrado avanzar en parte de los territorios de fuerte presencia indígena, como Imbabura y parte de la sierra centro. En las elecciones venideras, la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) ya tiene "su" candidato, Leonídas Iza.
Para aunar a la diversidad, los indígenas amazónicos tienen desde los años 50 influencia de evangélicos estadounidenses -aunque en una que otra ocasión los contactos terminaran mal- y la tuvieron después por parte del Instituto Linguístico del Verano. Si bien el "levantamiento"" serrano de 1990 fue previo a una moda que se instaló en 1992 y que ignora la historia (también los amazónicos han acostumbrado pelearse entre sí, legos de cualquier "vida en comunidad" idealizable), la antropología, en gran medida estadounidense, ha hecho un gran daño, junto a quienes creen en las universidades en lo que quieren ver de los indígenas, y no en lo que son, sea para bien o también para mal. Detrás está la creencia libertaria y hippie en la "vida en comunidad" (sí claro, los amazónicos intercambiaban como signo de paz incluso las mujeres) y en la "fusión con la naturaleza", pero suelen haber comportamientos -los pudieron constatar quienes trataron a los huaorani- en los que los grupos sacrifican a su propia gente. Los indígenas en conjunto son una minoría de la población, y cerca del 60 % se concentra en la sierra centro-norte, además de un 14 % en la Amazonía, dependiendo de las fuentes (algunas dan cifras más altas para sierra y Amazonía). Ahora bien, los indígenas ecuatorianos en conjunto no llegan ni al 10 %% de la población (siete por ciento aproximadamente, según la Comisión Económica para América Latina-CEPAL). Esto quiere decir que tienen cierta facultad de "arbitrar" votaciones mientras se les haga caso y las elecciones sean reñidas, pero no queda claro por qué las universidades ya no pueden dar cuenta de los problemas del 90 % o más de la población.
Ante el verdadero problema que representa gente con un "sentimiento aparte" e imprevisible, la RC ha decidido volver a lanzar como candidata a la presidencia a Luisa González, de la provincia costera< de Manabí, bastión de la misma RC y tierra liberal por excelencia. González quedó casi empatada con el actual presidente, Daniel Noboa, que consiguió buen respaldo en la sierra centro y centro-sur. Luisa González tiene gran inteligencia práctica y experiencia de gobierno: es una forma peculiar de intuición para no dejar sin resolver los asuntos de gobierno. Sin embargo, esta vez va para vicepresidente Diego Borja, quiteño, como llamada a gente de centro y centro-derecha, pero también a una parte de "las izquierdas"; Borja no es "correísta", antes bien, al contrario, y tiene por lo demás una buena calidad profesional. Ya existe el antecedente de que hay quienes, ligados al empresariado, como Carlos Rabascall (atraía más votos que los indígenas), pueden atraer votos para la RC. La idea es no depender de la última arbitrariedad indígena para tratar de ganar, de ser posible, en la primera vuelta en 2025. Se entiende que, en parte, la RC se recorre al "centro", pero aquí es ante la apremiante necesidad de evitar que el Ecuador termine de desplomarse como Estado fallido. La derecha y Estados Unidos han estado buscando hacer lo de siempre: además de lanzar a Noboa, que no da una, "dispersar el voto" con candidaturas de ocasión, a lo que puede contribuir parte de la izquierda, y con la idea de obtener "su parte" en lo que el ex vicepresidente Jorge Glas llamó "la patria del tongo": de reparto clientelista. La "dispersión del voto" se juega entre los "intereses especiales" de los indígenas y los clientelistas de ocasión, lo que implica que Estados Unidos apuesta a la vez por la modernización de fachada ("modernización pasiva") y por mentalidades retrógradas. Con Borja se dificulta el "anticorreísmo".(click en el botón de reproducción).