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domingo, 25 de agosto de 2024

CHALE: TODOS TACUBOS

 Parte de la influencia lumpen se ha hecho notar en México en el vocabulario usado por "clases" medias e incluso gente acomodada. Esto se debe al nulo interés actual de la clase dominante en dirigir, por ende en educar, menos cuando tiende a creer que son máquinas las que se encargarán de todo: a veces, en vez de empleo doméstico, ya todo es máquina "inteligente" con la que se habla para dar órdenes, como una aspiradora o la luz que se prende al oír una voz. Es parte de la descualificación creciente de la mano de obra.

      Más allá de lo que en vez de "padre" o "a toda madre" está "chido", y del supuesto encanto o estatus de la referencia reiterada a la flatulencia, hay algo más, y que no es precisamente el "arte de amar" de Erich Fromm, sino la creencia en el sexo oral como parte de la humillación, al igual que la sodomía. Así, se plantea todo un problema capitalino shakespeariano: ¿mamar o no mamar? Alguien fuerte físicamente, la clase de individuo que pasa un bien tiempo en el gym y que luce sus pectorales y bíceps, no es, pongamos por caso, "campeón", palabra más bien reservada a los perros: es alguien que está "bien mamado" o "muy mamado", por lo que, como lo mostraba una antigua película mexicana, Bala mordida, la superioridad es de quien "se hace mamar", y lo chocante, lo del "mamón". Lo que prolifera ahora es hablar de "mamadas", como algo a rechazar ("puras mamadas", "esas son mamadas"), o como invitación a no pasarse: "no mames".. Este vocabulario, aderezado con referencias a flatulencias, puede invadir la conversación en un grado en el que cabe preguntarse qué es lo que hay, en lugar de la famosa "materia gris", en una mente con este tipo de fijaciones. El chilango (habitante de la Ciudad de México) siempre ha sido algo vulgar, a diferencia del provinciano, y por cierto que no hay novedad en el albur, por ejemplo, que ha dado gente famosa en el "barrio bravo"" de Tepito. Lo nuevo es lo lumpen, propio de chavo banda, incorporado como marca de estatus. Muchos pueblos utilizan groserías e insultos, dentro de ciertos límites, pero sin caer en la reiteración del vocabulario lumpen, y por lo demás, muy reducido. Si algo resulta molesto, es una especie de regodeo en estas dos o tres expresiones y en ir escuchando por la radio "La corneta", de tal modo y con tal volumen que muestra lo que algunos han estudiado para otro país, el Ecuador: un buen grado de "genitalidad", se entiende que como patología. Es la nueva modalidad de provocación, indiferencia y ostentación: si antes era el manejo de la pistola, motivo de más de una burla hacia algún "azul" o "tamarindo" (policía), que no parecía distinguir entre sus "armas", ahora resulta que es una manera de "sacarse la corneta" a voz en cuello, en público y con regodeo, lo que más de un taxista, por ejemplo, considera que además debe estar "mostrando" al pasajero, todo en medio de una moda de "respeto" y "tolerancia" (¿y si el pasajero es mujer?). No es ya tiempo de volver a cuando las "faltas a la moral" podían ser incluso pretexto para el abuso de algún "mordelón" (policía); sin embargo, tampoco está dicho que deba renunciarse a un mínimo pudor, o que renunciar a éste sea una marca de alguna superioridad por "darse el chance". ¿De qué y hasta dónde hay que dar chance? En los términos de "la banda" que ha pasado a parte de la "clase" media: "¿es neta?". Porque suena, para decirlo también en este registro corporal, "muy culero".

        Puede dejarse de lado la moral, porque no es el problema de fondo. Tampoco se trata de que haya gobierno sobre pedos y mamadas de nadie. Así como "nadie manda en corazón ajeno", tal vez pueda decirse que "nadie manda en pedos ajenos" o en "mamadas ajenas" Desde hace bastante tiempo, no faltan psicólogos y psicoanalistas para alertar contra algún "superyó" coercitivo o represivo, cuando es época de derechos y libertades: en particular, de "deschongarse", soltarse el pelo, las agujetas de zapatos viejos, de desinhibirse y desacomplejarse, para dar rienda suelta al deseo. Tampoco falta quien, al que señale alguna regla, le diga "juzgón", en plena trampa: decirle a alguien "juzgón" es juzgarlo "juzgón", como decirle a alguien "criticón" es criticarlo. Puede que haya quien quiera licencia para seguir su deseo sin que se le diga nada, mucho menos objetando. El problema está en saber no si se quiere vivir con o sin "reglas sociales", sino si se quiere o no vivir en un Estado o, para decirlo de manera menos rimbombante, con espacio público, en el que todos los que lo integran sean formalmente iguales, con lo que ésto implica: que "lo personal no es político", contra lo dicho por Carol Hanisch, o, para expresarlo de otra manera, que los espacios público y privado tienen una mínima separación, para asegurar la existencia de una sociedad como tal.. Ya ha habido ocasión de sugerir que es algo que se está extinguiendo, porque lo privado se vuelve público y se privatiza lo público. En este sentido, los derechos y libertades son los de ir ocupando un espacio de todos con "pedos" y "mamadas" muy personales, como si fueran de interés público, al grado de gritonear; la otra es, como en "La corneta", estar "al aire" -es decir, ante un público- exhibiendo opiniones personalísimas (y a fin de cuentas, privadas) sobre asuntos que antes eran considerados "íntimos", mientras que ahora hay que estar al tanto de cómo "lo" hacen en casa tal y cual. ¿Es de interés público saber cómo cogen o defecan Eduardo Videgaray y José Ramón Sancristóbal, y entonces cualquiera que lo desee "lo" puede exhibir, o es que hay que tolerarlo porque tienen no una corneta, sino un micrófono, y en su patología se creen que es un poder?¿El chófer de taxi está dando un servicio por el que es pagado, o está "sacando lana" sin importarle que le reviente el oído al pasajero, con banda sinaloense o con las "revelaciones" de "La Corneta", si acaso además con las bocinas del coche en la parte trasera, en otra muestra de patología, porque cree en el derecho y la libertad de hacer su deseo sin tomar en cuenta en lo más mínimo que no ha sido pagado para "ello"?¿Creen los habitantes de ciertas colonias que sus perros tienen prioridad sobre los peatones, sin considerarlos en lo más mínimo, porque los perros son "muy de ellos" y hay que imponerlos por cuestión de estatus?¿Creen algunos que en un restaurante el de la mesa vecina tiene algún motivo para oír una conversación casi a gritos de medio hípsters sobre "pedos" que afortunadamente, por la frecuencia en que se repiten por minuto, no salen más que de la boca, al menos en el momento? No es nada más el aspecto lumpen. Es también la conversión del espacio público en reality show en el que hay plenos derechos y libertades de exhibir lo que tanto ocupa a los universitarios: cuerpos y emociones (y ni siquiera afectos que ni gestualmente se dan). En vez de policías de tránsito, puede contratarse a émulos de Cristina (Saralegui). La cosa es "no reprimirse", sino "soltarse": si eres feo, gordo o anoréxica, !muéstralo y gózalo!

       Sea de manera abierta o en algún rinconcito, lo anterior supone darse licencia para imponer -pasando límites-, creerse que por algún motivo hay quien "se las puede" (por ser joven, mujer o por estar con un micrófono) y quien tiene que dar su consentimiento. Es la regla de Grey que no aguantó ni la misma Grey en sus "50 sombras": el sadomasoquismo ya no es considerado una patología en el DSM (Manual de diagnóstico de trastornos mentales), lo que, para decirlo de otro modo, implica que se toleran las conductas sádicas y se promueve el consentimiento masoquista (lo "BDSM", muy sencillo de encontrar en la red, para "jugar" con los roles de dominación y sumisión). Como en realidad tampoco se trata de un tema sexual, es cosa de naturalizar que haya quienes, al creer que "se las pueden" o que tienen licencia -derecho y libertad- para ello, dominen, al grado de rayar en buscar aniquilar la integridad del otro, y quienes deban dar su consentimiento, aunque sea porque no tienen de otra (¿me bajo del taxi?¿me salgo del restaurante?¿me cambio de acera?¿me callo mi opinión?). Es parte de lo que han logrado los libertarios: hacer pasar la dominación y la sumisión por asuntos de "libertad y derecho", como si hubiera libertad y derecho de dominar (ah, pero el que no consienta, puede irse "libremente", por lo que está siendo tratado como un explotado, libre de cambiar de patrón: cambia de taxi, de restaurante, de acera o de interlocutor "si no te gusta"). No es difícil de notar cómo quienes, como parte de un grupo político, hablan de "conversación pública" y en vez de "conversar", se pasan el tiempo golpeando, sin que se sepa sobre la base de qué supuesto "atributo": una pluma, un micrófono, una cámara.... Dicha "conversación"" no es ni siquiera palique, chacoteo, cotorreo, sino circo romano: creyendo tener "la audiencia", lanzar a quien se deje a los leones. Todo en medio de un creciente deterioro de lo que fue hecho para sacar al ser humano de su animalidad: educación, civismo, etcétera, y no que no haya que decir ni una grosería o ni un insulto, pero sí evitarse de tres a cinco menciones de "pedos" en un minuto, porque es, como se dice coloquialmente, necesario a veces "limpiarse la boca con jabón". Y como el lenguaje es expresión de la conciencia...Entonces no está clara la crítica -si no es una trampa- del psicólogo al "deber ser" ridiculizado como must -urbación (del inglés "debe", must): pareciera que uno que otro tiene en mente que la norma -!el deber ser!- dicta que tener estatus es darse licencia para no salir del habla de lépero y ostentarla. (da click en el botón de reproducción).



FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...