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miércoles, 30 de octubre de 2024

PUNTO, Y...APARTE

 Recientemente, una sexóloga mexicana, ante la insistencia de la audiencia, volvió a pronunciarse sobre la "entrada por la puerta trasera": además de dar datos de que, mientras a muchos hombres les gusta, a una mayoría de mujeres no, digo estar en este segundo lugar, agregando que considera que se trata de una práctica más dolorosa que placentera y que es sucia. Otra vez salió la horda de los llamados "neoliberales" en defensa de la propiedad privada, con la que cada propietario hace lo que mejor le plaza "mientras no dañe a terceros" (querrá decir "a otros", salvo que en una relación de pareja se especifique quién es el "tercero": lenguaje de aseguradora). Hay quien defiende el "amor libre", sin decir "libre de qué"; quien dice que es "libertad de experimentar", como si la cama fuera un laboratorio (en fin, no se trata de prohibir vocaciones científicas); y quien se pone mal porque la sexóloga dijo que le parece algo sucio; es su gusto, como a otros no les gustan los nopales, por la baba. Si alguien tiene otro gusto, pues que diga por qué no es sucio, o no se está discutiendo de nada. Como la Web está repleta de información sobre el asunto, hay hasta quien es explícito sobre lo que ocurre cuando, mientras el uno entra por la puerta trasera, el otro la goza tanto que relaja los esfínteres. En fin, la sexóloga dice que es un lugar donde puede haber bacterias y es más probable que, sin precauciones, se pueda contraer una enfermedad de transmisión sexual. Nada que no conozcan los homosexuales, ni los que, además de lubricante y preservativo, llegan a tener que recurrir al antibiótico. Sobre todo si es la fiesta back room y es de a muchos por noche, tipo San Francisco. Habría que dejarla como en los nopales: a unos les gusta la consistencia y a otros no. Pues bien, en honor a la propiedad privada de cada uno y su libertad y derecho de hacer lo que quiera, y además expresarse libremente, hay a quienes la entrada por la puerta trasera les parece sucio y a quienes no. Salvo que se trate de otra cosa. No es problema de "lo prohibido" ni de lo "pecaminoso", ni tiene interés ser "liberado" y open minded.

      En otro programa, más claro ("Sexo anal"), una psicóloga brasileña dice que no le gusta, pero que no sabe si no le encantará dentro de diez años. La entrevista es con una mujer sudamericana que ya le encontró el gusto. Lo interesante es que es una actriz porno. Ella misma explica, para que no haya confusiones, que no es natural entrar por la puerta de atrás, por una simple cuestión anatómica de "tres aros" que también explica la psicóloga brasileña. No se está diciendo que "no es natural" porque es un "pecado nefando" o algo "prohibido", sino porque es posible demostrar que la anatomía humana, simple y llanamente, no está hecha para "entrar por la puerta trasera"; se explica que con frecuencia se tenga que recurrir a medios artificiales para reducir los riesgos, a reserva de que haya a quien le gusten los riesgos o lo artificial, claro, "mientras no dañe a terceros". También es explicable que, si es cuestión de gustos, haya quien prefiera algo más natural. No es necesario hostigar con que se trata de mojigatería o de temor al riesgo. Cada uno a lo suyo, salvo que se trata no de algo que "siempre ha existido, sólo que ahora se habla", sino de una práctica que ha ido en aumento.

      Esa es la verdadera materia. La explicación de la sexóloga mexicana es que la práctica, antes muy marginal, ha ido en aumento por una razón: la facilidad de acceso a la industria porno. O en gustos se rompen géneros, y cualquiera está en libertad y en su derecho de considerar que le parece sucio; cosas de la pluralidad. O entonces es debatible y, de entrada, puede decirse que todo el mundo sabe que la industria porno no es asunto de sentimientos, sino de "uso" del otro para beneficio propio, así se le llame placer o satisfacción. No hay más que un paso al uso de instrumentos, puesto que el otro es un instrumento u objeto para la satisfacción propia, de tal modo que incluso recibe un salario y vende una mercancía, energía corporal (no el cuerpo, puesto que aquí no se habla de trata o de esclavitud). Es una mercantilización de la actividad sexual y, como negocio, está disponible para deseos y fantasías de quien lo desee. Felicidades para quien considere que entra por la puerta de atrás ante todo para darle un gustazo a su pareja, y para la pareja que da su consentimiento, a su vez, porque quiere ver de lo más feliz a su partner. El problema es que no es de lo que trata la industria porno, ni la actriz porno mencionada, sino de la libertad y el derecho de usar al otro si hay consentimiento de por medio, en cuyo caso se trata de uso mutuo, cada quien para satisfacer el interés propío: si no es asunto de dominación y sumisión, puede que se haya inventado esta variante del "ganar-ganar", o sea, "tú te beneficias y yo me beneficio". Alguien podrá decir que es "economía de cuidados" y que debe remunerarse. Después de todo, quien recurre a un servicio sexual paga por obtener un beneficio, y quien lo otorga se lleva también un beneficio, por lo que se trata de un feliz intercambio y no es posible hablar de prostitución, sino del "trabajo" de una sexoservidora (que la afilien al IMSS y al INFONAVIT). No por nada es algo tolerado y existen "zonas de tolerancia", porque ya no se les llama "zonas rojas". Tan tolerado como el narcomenudeo y meterse cualquier cosa sin ser mayormente incomodado, mientras no sea motivo de escándalo. No es delito contra la propiedad. Que no se diga que no es muy lógico, formalmente al menos. Lo único que no cuadra es que la entrada por la puerta trasera no es del agrado de una importante mayoría -aunque no sea abrumadora- de mujeres. Ni siquiera con el "ganar-ganar". Hay "algo" que agrada a muchos hombres y que no es "del gusto" de una mayoría de mujeres, y que, a juzgar por los testimonios, puede que no sea el acto en sí: a lo que suena es a lo que dicen todas las expresiones machistas en diversas partes del mundo, que asocian la entrada por la salida con la humillación. Si va a resultar que hasta en estos temas se trata de "democracia", en fin, que se distingan de qué mayoría y qué minoría se va en el asunto, porque a la mayoría de los hombres les gusta lo que a la mayoría de las mujeres no. O se educa contra el machismo, o cuando menos se respetan las minorías y las mayorías, a ver cómo. Supongamos que una minoría de hombres no tiene gusto en entrar por la puerta de atrás, y debe ser tan respetado y tolerado como la mayoría de mujeres que son del mismo gusto. Que la mayoría de hombres se las ingenie con una minoría de menosz del 40 % de las mujeres o con otros hombres, puesto que tampoco es necesario cerrar los ojos a la bisexualidad.

      Recientemente, un hombre mexiquense (del estado de México, en México) fue mandado a la cárcel porque entró por la puerta de atrás de un perrito. Fue enviado a la cárcel, por maltrato a un animal, aunque en realidad debió ser mandado a rehabilitación mental, por problemas de zoofilia. Lo que se entiende es no que "afectó a terceros" (?), ni que el animal (o sea, el perrito) no dió su consentimiento, sino que tiene "sentimiento de sí" y fue lastimado en éste. Queda de tarea preguntarse si entre humanos, atención, no se está "en otro nivel", como efectivamente lo pretenden los open minded: sólo que no más alto, sino más bajo, si se toma en cuenta que el ser humano tiene también en principio "sentimiento de sí" y, además, conciencia. No vaya a ser que más de uno obtenga el consentimiento no para "nada más la puntita", que es lo anatómicamente "posible", sino para, como se dice coloquialmente en México, andar de "culero" o "pasarse de verga". Es decir, para hacer pasar el interés particular del macho o del gay por interés general, que no atienden los tontos "reprimidos". Si es así, entonces es que hay que saber llevarse y no jugar sucio: en el plano de las creencias, para dejar de lado las parejas win win que además acepten el switch. Si va a ser erótico, que sea completo y de pareja "pareja", no como las matinées de Edwige Fenech o Ugo Tognazzi. Lo demás, tal vez lo pueda explicar el escritor mexicano Enrique Serna, que parece haber entendido a la maravilla a José José (donde las toman, las dan). Aquí el consentimiento libre, pleno e informado, fofera chilanga (da click en el botón de reproducción).




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