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jueves, 3 de septiembre de 2015

CHINA Y SU BURBUJA

Cuando venía diciéndose que la economía china es el nuevo gran "taller del mundo", el gigante asiático se dió de bruces con algo que tiene muy poco de productivo: la especulación.
     El economista mexicano Alejandro Nadal atribuyó la reciente crisis china a dos factores: el más importante de ellos, una monumental especulación con bienes raíces, en medio de un desenfrenado tránsito de una sociedad antaño rural a una urbanizada al vapor, por no decir que a la maldita sea (basta ver lo que sucede con la contaminación en algunas ciudades como Beijing o con el deterioro en las ciudades industriales de Manchuria). Así, recuerda Nadal, desde 1949, año del triunfo de la Revolución China, surgieron en el país asiático ni más ni menos que 600 nuevas ciudades.
     En el año 2004, por reforma constitucional, se abrió la puerta a la propiedad privada de casas y departamentos y a la inversión en bienes raíces. Agreguemos que seguramente, en este otro país BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), muchos corrían por convertirse en ciudadanos de clase media al estilo estadounidense, entiéndase que con derechos de propiedad por delante. El asunto, explica Nadal, terminó en burbuja, con un exceso de espacio residencial y de oficinas sin vender: ni más ni menos que la friolera de 60 millones de departamentos en esta situación. En 2013, siempre según Nadal, existía en China una locura de 10 mil millones de metros cuadrados de construcción en varias ciudades, con un valor de mercado de dos veces el producto interno bruto (PIB), algo sin parangón en la historia del capitalismo. Una parte de la cartera vencida de los bancos chinos acabó vinculada al mercado de bienes raíces. El  mercado repercutía en otros sectores como las industrias del acero, el cemento, el vidrio, el mobiliario y los aparatos eléctricos.
      ¿Había que reanimar al sector de bienes raíces (30 % del PIB chino) con más crédito, o ajustando los precios de casas y departamentos para encontrar compradores? En este caso, correrían riesgos los agentes de bienes raíces que se sobrendeudaron y que no podrían pagar sus créditos. Por lo demás, como lo sugiere Nadal, es altamente probable que todo este negocio haya ido de la mano de la corrupción. El asunto terminó en impasse y en desmanes bursátiles.
      El segundo elemento fue la especulación con divisas (carry trade), la obtención de divisas a bajo costo para invertir en títulos en divisas con rendimientos superiores. En tanta fiebre especulativa, China tuvo que "aterrizar". No es seguro que haya encontrado el modo.
       La conclusión de Alejandro Nadal es contundente: "si alguien -escribió- pensó alguna vez que el capitalismo en China no mostraría su verdadera cara, debe pensarlo dos veces y revisar los números e indicadores sobre el sector financiero y la economía real. Es posible que la crisis en China apenas esté arrancando".
      Ocurrió también que no se quiso ver el rostro del capitalismo chino, desde la forma de tratar a la mano de obra local hasta cierta depredación en la inversión extranjera (notablemente en Africa). Un buen día, una izquierda heredera de la añeja China maoísta decidió proseguir con el gigantismo y el futurismo sin reparar en que, en el país asiático, no falta la realidad que contradiga lo que las autoridades y los admiradores externos proclaman, y sin menoscabo de los logros de Beijing. En fin, que se creía que era "el taller del mundo"; se descubrió otro casino de tantos.

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