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martes, 1 de septiembre de 2015

CHINA, RUSIA: GASES LACRIMOGENOS

El cineasta ex soviético, Nikita Mikhalkov, ignorante del estudio de la sociedad como casi cualquiera que haya crecido en el sovietismo de posguerra, embarcó a la cultura oficial rusa en la creencia de que la Revolución Rusa (de Octubre) y la guerra civil posterior rompieron con la evolución "natural" de la Historia. Este regreso desde la Revolución a la Evolución con "E" mayúscula se ha acompañado del denigramiento de todo lo revolucionario, por contraste con el enaltecimiento de lo "blanco" y el idilio con "la Rusia que perdimos".
     Los chinos se han puesto a lo mismo, La película de John Woo (crecido en Hong Kong), "The crossing", no disimula demasiado la simpatía por los "guardias blancos" chinos, en este caso por quienes, mediante la evacuación orquestada por Chiang Kai-shek, pasaron hasta Taiwan (Formosa) durante la guerra civil en China . La película de Woo se estrenó en Beijing en 2014 y gustó mucho en el país asiático (y claro, en Taiwan), llevándose por un buen rato algo así como el 40 % de las recaudaciones de taquilla. La gente se quedó con la idea que transmite la película: las guerras civiles dividen a los hermanos (¿a la gran familia rusa o la gran familia china?), impiden el amor (y tal vez hasta la belleza de filmarlo), y después de todo, frente a la masa de soldaditos rojos, el general blanco Li Yufang era -para retomar la expresión de Konstatin Semin en el portal ruso Odnako- un "tipo fresco" -simpático, varonil, además casi un niño. Vaya: las revoluciones, encima de todo, liquidan hasta lo poético que hay en la vida.
     Algunos rusos se han enojado y han recordado lo que era la propiedad de los medios de producción antes de las Revoluciones. En realidad, con estos aires aristocráticos, Mikhalkov o Woo responden al espíritu de una época: ¿qué dice Wikipedia que es una clase social? pues una que genera "intereses y objetivos" que pueden considerarse "comunes" y que pueden reforzar la "solidaridad interpersonal". Ahora también puede existir una clase porque en un "marco social mayor" unos grupos o ciertas personas tienen funciones "mutuamente dependientes". Así, gente de distintas clases sociales puede ir a creerse, llorando en las mismas películas sobre guardias blancos en dificultades, que es igual -entiéndase bien: de clase media- y puede incluso reconocerse y solidarizarse en versiones estetizadas de "Los que vivimos". Seguramente no es el momento -menos en Rusia, sobre todo- de ponerse a dividir a la sociedad, pero otra cosa es hacerle creer, al estilo estadounidense y en imitación BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que todo se resuelve en una lacrimosa reconciliación: no es entre iguales, por cierto, sino con la aristocracia de antaño (y la afición del negociante estadounidense promedio es, claro está. comprarse una genealogía). Ya no hay Estado ni nación: solo una gran familia muy unida y con una hermosa genealogía, el bello pasado que perdimos.

FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...