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miércoles, 9 de septiembre de 2015

AYOTZINAPA: MUNDO DE JUGUETE

No parece que la experiencia sirva a nadie ni de gran cosa: hoy se sabe en qué terminó la "primavera árabe" y a dónde está yendo a parar el Maidán ucraniano, pero Estados Unidos ha descubierto el modo más idóneo de moverle el piso a gobiernos incómodos o que deben ser al menos paralizados, "engarrotados": sirviéndose de la extrema izquierda.
      Gracias al trabajo del Grupo Independiente de Expertos Internacionales (GIEI) de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), los padres de los normalistas en el limbo -ahora ya no están muertos, están desaparecidos, y mañana desde luego que resuscitarán- solicitaron que estos especialistas permanezcan en México "indefinidamente" (¿qué tal unos tres años?). Algunos líderes de estos normalistas se las traen: están buscando desde hace rato involucrar al ejército mexicano, si con un horno crematorio, mejor. En fin, todo "puede ser" ("pueque sí, "pueque no").
     La extrema izquierda de la sierra morena se encuentra feliz de desmontar la versión oficial y sí, puede que haya un quinto autobús, una mujer extraña en un taxi o lo que Argos quiera agregar (si ya llegamos a la película "los 33", podemos llegar a "los 43"). Los otros que quieren aprovechar la ocasión son de derecha, muy concretamente del Partido Acción Nacional (PAN): mientras los expertos se paseaban por Ayotzinapa con collares de cempasúchitl, los panistas pidieron que sea ni más ni menos que una Fiscalía Internacional, designada por el titular de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, la que lleve el caso (el perredista Jesús Zambrano, de centro-izquierda, no fue tan lejos). En resumen, quienes están pidiendo a gritos una tutela foránea sobre el caso Ayotzinapa son al mismo tiempo de la sierra morena y del pan. Vaya. Cualquiera que haya estudiado el papel de la OEA e incluso de la CIDH en la Historia latinoamericana debería irse con un mínimo de precaución. Parecen organismos neutrales, como Naciones Unidas, aunque siempre terminan por prestarse a determinados favores (Naciones Unidas, faltando a sus facultades, ya aprobó el trabajo del GIEI).
      En un título reciente, La noche más triste, Esteban Illades (quien no esta casado con la versión oficial) cuenta con todo cómo en la escuela normal rural de Ayotzinapa un grupo de ocho personas (estudiantes de segundo y tercer años) organizaron la novatada, después de rapar (con los de cuarto año) a los de nuevo ingreso (convertidos en "pelones"), poco enterados de lo que debían hacer: tomarse autobuses, para no decir que secuestrarlos. El riesgo, al menos según el GIEI, es que un autobús de los "tomados" lleve dinero o droga en una región donde el tráfico de estupefacientes está en apogeo.
     Un grupo de intelectuales estuvo hace poco en Ayotzinapa para apadrinar a la generación 2011-2015. No se supo que, como mayores de edad, recomendaran a los no tan mayores no andar buscando el secuestro de hasta 100 autobuses (era la cifra pactada) para causas revolucionarias, como la de asistir a la conmemoración del 2 de octubre. Después de todo, en la izquierda se califica o se descalifica, pero no se deslindan nunca responsabilidades, ni se supone que los pobres las tengan (no está fijado aún el monto de ingreso promedio mensual a partir del cual se le puede exigir a alguien un comportamiento medianamente responsable). En fin, que la izquierda infantil se encontró niños para hacer otra de las suyas: lo propio de los infantes es la inocencia y, con ella, la más completa irresponsabilidad, la misma de quienes a estas horas deben estar insultando al ex procurador Jesús Murillo Karam.

FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...