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sábado, 7 de noviembre de 2015

LA CATASTROFE WRIGHT MILLS

En su libro The marxists ("Los marxistas"), C. Wright Mills, padre de más de un intelectual latinoamericano de izquierda, tuvo tiempo de cometer más de una equivocación.
    No hay "determinismo económico" en Marx, quien afirmó que "el ser social determina la conciencia social", no que "tanto tienes, tanto vales", "cómo te vendes, te tratan o te contratan" y otras linduras más de un mundo que promueve en sus librerías ante todo "el arte de hacer negocios". Marx hizo "Economía Política", no economía ni crematística (como arte de hacerse rico).
    Marx no afirmó que el futuro pertenecería al asalariado (wageworker), sino al "proletariado" o a los "trabajadores" como forma de decir, ya que se refería a quien sufre explotación. Se puede ser asalariado y no ser explotado.
    C. Wright Mills quiso relativizar la lucha de clases (que en Marx estaba ligada al problema de la propiedad), aunque hay que tomar en cuenta que Marx no afirmó que la sociedad se polarizaría entre "ricos y pobres", ni entre "propietarios y asalariados" (aunque tal vez sí entre explotadores y explotados, algo muy distinto). De todos modos, cualquiera sabe que en el mundo capitalista, que es algo así como la Gran Fraternidad Universal, nadie le husmea al otro la posición social casi de la misma manera en que algunos animales se husmean la cola. Mucho menos sucede este tipo de cosas en Estados Unidos, país donde las clases seguramente desaparecieron.
     Marx no redujo las fuerzas productivas a "implementos tecnológicos" ni "técnicas", ya que se trataba de relación entre el Hombre y su objeto de trabajo, un asunto de conocimiento.
     De todos modos, como la Unión Soviética ya había al parecer fracasado y el proletariado de los países industrializados no tenía mayores deseos de hacer la revolución, lo que cuenta de argumentos como los de C. Wright Mills es que sirvieron para convencer a más de uno de dos cosas: que la fuerza del cambio vendría de los pobres y de los "condenados de la Tierra" (con Fanon, Césaire y otras víctimas tercermundistas por el estilo), y que al mismo tiempo el futuro sería algo así como el estadounidense, de abundancia para (casi) todos. Esto puede verse de otro modo: cualquier víctima real o imaginaria con cierta capacidad de "negociación" -empoderada, vaya- podría tal vez obtener su parte de la derrama, que es de lo que se trata en un grupo de presión, en un campus con "acción afirmativa" o también en la caliente imaginación de un emigrante cubano. Puede ser, pero lo que gente como C. Wright Mills preparó es la creencia de que el cambio vendría del Tercer Mundo, aunque curiosamente bajo una forma que haría de Estados Unidos un modelo: modelo de técnica, claro está, con grandes "implementos tecnológicos", pero también de "amortiguamiento" del choque entre clases para privilegiar cierta armonía y con bienestar material para cualquiera que supiera arrancarle un dólar al otro. Fue así como de distintas formas el tercermundismo pasó de recitar lo que fuera contra el "eurocentrismo" a buscar emular "un mundo donde quepan todos los mundos", como sucede al parecer en Estados Unidos. Que el tercermundismo y Estados Unidos tenían cierta alianza contra Europa -contra la occidental y contra la soviética- no fue algo tan secreto. Nadie critica hoy el "americanocentrismo" en los campus latinoamericanos "postcoloniales" En el camino, Marx, además de equivocado, quedó como "eurocentrista", "patriarcal" y cuanto defecto apareciera, por lo que en la América Latina actual, por ejemplo, los cuadros para sostener el "cambio de época" y orientarlo hacia la emancipación humana no abundan, mientras pululan en cambio las franquicias mentales de los campus estadounidenses.

FANÁTICAMENTE MODERADOS

 En varios países de América Latina, la izquierda, que tiende más bien a ubicarse en el centro-izquierda (del que no queda excluida Venezuel...