La historia muy reciente ha venido a darle razón a las tesis del filósofo e historiador Domenico Losurdo sobre el objetivo de "revisar la Historia" de lo que fue el mundo comunista.Se eliminó en primer lugar el principio del tu quoque: el terror no ha existido más que en los totalitarismos, el mal, y las democracias liberales nunca lo han ejercido (mucho menos han sido imperialistas), por lo que lo único que quieren es nuestro bien, "civilizarnos". Ningún ex soviético puede reprocharle a un imperio occidental sus brutalidades. El otro asunto es el de la damnatio memoriae, condena del recuerdo del "enemigo del Estado" tras su muerte.
Petro Poroshenko, empresario chocolatero (pero no nativo de Vinnitsa, la ciudad de los afamados chocolates ucranianos Roshen) ha decidido borrar en Ucrania todo lo que sea soviético y ruso. En el ejército ucraniano ya no habrá Orden de Lenin, de la estrella roja o de la bandera roja, así como un monumento a Chapaiev se volverá "monumento al cosaco". Si Poroshenko quería deshacerse de las medallas comunistas, bueno. Pero ya no habrá tampoco Orden de Kutuzov (vencedor de Napoleón) ni de Suvorov (vencedor de suecos, prusianos y turcos) ni de Alejandro Nevski ni, lo que es el colmo, de Bogdán Jmelnitski, atamán (jefe) de los cosacos de Zaporozhia -en pleno centro de Ucrania- que se levantaron en el siglo XVII contra la Mancomunidad Polaco-Lituana. Se le reprocha a Jmelnitski haber pactado con el zar de Rusia en ese siglo.
En Kíev, se propone borrar los nombres de las calles que hagan alusión a Rusia (como la calle "de Moscú", la plaza "de Moscú" o el puente "de Moscú"). El asunto va más lejos, puesto que también deberán desaparecer las calles "de Pushkin","de Lermóntov" y "de Chéjov", en un grado de "descomunización" que parece ignorar que estos autores existieron antes de la Revolución de Octubre de 1917.
Resulta que Ucrania nunca tuvo nada que ver con Rusia. Al rato será como en Georgia, donde una de las avenidas principales se llama George W. Bush (además del monumento del mismo nombre), o una avenida de Kíev se llamará "173 Brigada Aerotransportada del Ejército", en gran homenaje a los 300 militares estadounidenses que desde hace algunos meses entrenan a la Guardia Nacional ucraniana. Desde luego que también habrá que borrar los nombres de los ucranianos que combatieron al nazismo junto a rusos y soldados de otras nacionalidades soviéticas y hacerle la guerra sorda a buena parte del pueblo ucraniano mismo (como ocurrió en Odessa), que en muchas aldeas conserva monumentos a quienes expulsaron al ejército alemán (Hitler se estacionó una parte de la guerra cerca de Vinnitsa, la misma ciudad de la empresa chocolatera de Poroshenko).
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